RÍO DE JANEIRO.- El reverendo Celio Ricardo ha pasado casi dos décadas ayudando a los adictos a las drogas a dejar el crack. Ahora está tratando de brindar apoyo espiritual a las víctimas de otro flagelo que sufre la población de Río de Janeiro: el COVID-19. “La iglesia no puede quedarse de brazos cruzados o permanecer en silencio”, dice Ricardo mientras canta himnos y oraciones con algunos feligreses y familiares de víctimas de COVID-19 afuera de un hospital, alzando la voz sobre el ruido del tráfico en un barrio concurrido en el lado norte de la ciudad. “Nos estábamos retirando, pero este es el momento de atacar. Este es el momento para que la gente vea que la iglesia está aquí, lista para abrir sus brazos y ayudar“.
Ricardo tiene una larga historia de predicación en las calles de la ciudad. Además de liderar su Iglesia Evangélica Amor de Dios, dirige un centro de rehabilitación de drogadictos y se aventura regularmente en las “cracolandias” de la ciudad (”cracklands” en inglés) para ofrecer a los consumidores de drogas una cama en un refugio improvisado. Y cuando recibe donaciones de los supermercados locales, también les da un plato de comida. El pastor decidió realizar reuniones en las esquinas de las calles para las familias de las víctimas de COVID-19 una semana después de hablar con otros pastores sobre nuevos casos desenfrenados que abarrotan los hospitales de Río de Janeiro. “La voz de Dios tiene el poder de cambiar el curso de esta situación”, dijo Ricardo. “Lo sentí en mi corazón”.
Texto y Fotos: Felipe Dana / AP
Edición Fotográfica: Enrique Villegas