En Europa ya piensan en cómo y cuándo Rusia podría invadir un país miembro de la OTAN
Mientras cruje el apoyo de Estados Unidos a Ucrania y se potencia la candidatura de Donald Trump, los países de Europa y la OTAN ya hacen planes para ocuparse de Rusia ellos mismos.
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TALLIN, Estonia.- Vladimir Putin proclamó una vez que la disolución del imperio soviético “fue la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX”. Corría el año 2005, y por entonces nadie pensaba que Putin fuera a hacer algo al respecto.
Pero en 2008 vino la ocupación rusa de las regiones georgianas de Abjasia y Osetia del Sur, en 2014 vino el apoyo ruso a los ucranianos separatistas y la anexión de Crimea, y en 2022 la invasión a gran escala a Ucrania.
Ahora, con el ascenso en las encuestas del expresidente Donald Trump, que en el pasado prometió abandonar la OTAN y hace poco no acudir nunca más en ayuda de sus aliados transatlánticos, los países de Europa temen que en algún momento de los próximos diez años Putin invada a un miembro de la OTAN y que deban enfrentar a las fuerzas rusas sin ayuda norteamericana.
Y eso podría ocurrir apenas cinco años después de la conclusión de la guerra en Ucrania, según algunos funcionarios y expertos que creen que ese tiempo sería suficiente para que Rusia reconstruya y rearme a su ejército.
“Siempre supimos que eran nuestra única amenaza existencial”, dice en alusión a una posible invasión rusa el mayor general Veiko-Vello Palm, comandante de la principal división de infantería del ejército de Estonia.
“Los últimos años también han dejado muy, muy en claro que la OTAN como alianza militar, y muchos de sus países, no están preparados para llevar a cabo operaciones a gran escala”, dice Palm. “En lenguaje simple, muchos de los ejércitos de la OTAN no están preparados para enfrentar a Rusia, y no es muy tranquilizador que digamos.”
La ansiedad que despiertan las ambiciones imperiales de Putin ya es parte de la psiquis de los países que tienen frontera con Rusia o que están incómodamente cerca. “Creo que para Estonia las alarmas empezaron a sonar allá por 1991″, dice Palm con ironía, en referencia al año en que Estonia declaró su independencia de la desmoronada Unión Soviética.
Así como Putin minimizó las advertencias del gobierno de Biden de que planeaba invadir Ucrania, ahora Moscú también desestima los temores de que Rusia esté planeando atacar a la OTAN. La semana pasada, en una entrevista con la agencia de noticias estatal RIA Novosti, el jefe del servicio de inteligencia exterior ruso, Sergei Naryshkin, dijo que esos temores son parte de una campaña de desinformación occidental para generar resentimiento contra Moscú.
Dos factores de alarma
Pero hay dos factores que en los últimos meses terminaron de alarmar a los europeos: por un lado, la militarización de la economía rusa impuesta por Putin y el descomunal aumento del gasto para su ejército y su industria armamentística; por el otro, el intento de algunos republicanos del Congreso norteamericano que buscan restringir la ayuda de Estados Unidos a Ucrania.
“Si alguien cree que esto solo tiene que ver con Ucrania, está garrafalmente equivocado”, advirtió este mes el presidente ucraniano Volodimir Zelensky en el Foro Económico Mundial de Davos. “La posible dirección y hasta el cronograma de una nueva agresión rusa más allá de Ucrania son cada cada vez más obvios.”
La OTAN sostiene que está preparada para defender las fronteras de los 31 estados miembros, que en su conjunto han aumentado el gasto en defensa nacional en unos 190.000 millones de dólares desde 2014, cuando Rusia invadió por primera vez Ucrania. Pero fue apenas el inicio de reconstrucción de una red militar que en las décadas posteriores a la Guerra Fría había quedado vaciada en toda Europa, un proceso que aún podría llevar años, dicen los analistas.
Ese “dividendo de paz”, como se llamó al desfinanciamiento militar de aquellos años, implicó la reasignación de billones de dólares de los presupuestos militares para aumentar el gasto en atención médica, educación y vivienda. A la par del desplome de la demanda de tanques de batalla, aviones de combate y submarinos, la industria de defensa europea también se fue contrayendo.
En 2006, conscientes de no estar preparados para un conflicto bélico, los altos funcionarios de defensa de cada país de la OTAN acordaron gastar al menos el 2% de su PBI en sus fuerzas militares. Pero no era una exigencia, y en 2014, cuando el gasto militar alcanzó su punto más bajo, sólo tres de los 28 países miembros de la OTAN habían cumplido con ese porcentaje de referencia. Hasta el año pasado, sólo 11 países habían alcanzado el umbral del 2% del PBI en gastos en defensa, aunque la semana pasada un diplomático occidental dijo que este año unos 20 Estados miembros llegarán a esa cifra.
Ejercicios
La alianza atlántica pondrá a prueba su preparación durante los ejercicios militares de un mes de duración que comenzaron la semana pasada y del que participarán 90.000 soldados, el mayor ejercicio que la OTAN haya realizado desde el final de la Guerra Fría, según sus funcionarios. Que el ejercicio sea una prueba de cómo responderían las fuerzas de la OTAN ante una invasión rusa ha puesto muy nerviosos a los Estados que tienen fronteras con Rusia, en especial los países bálticos y nórdicos.
“No digo que todo se vaya a pudrir mañana, pero tenemos que ser conscientes de que la paz no puede darse por sentada”, dijo el 18 de enero ante los periodistas el almirante Rob Bauer, de los Países Bajos, presidente del Comité Militar de la OTAN.
Al mencionar los planes de la OTAN para responder a sus dos principales amenazas, Bauer añadió: “Por eso nos estamos preparando para un conflicto con Rusia”, así como para lo que la OTAN considera su otra gran amenaza: el terrorismo.
El ejercicio militar de la OTAN lleva el nombre de Steadfast Defender 2024 y es sólo una muestra de que el temor de los aliados a que tarde o temprano Rusia los invada se está acercando a un “punto crítico”, apunta Christopher Skaluba, director de la Iniciativa de Seguridad Transatlántica del Consejo Atlántico, con sede en Washington.
El gobierno de Estonia no olvida ni por un momento que la masa de territorio que Rusia se apoderó en los primeros días de su invasión de Ucrania, antes de ser empujada a retirarse a las actuales líneas del frente en el este de Ucrania, es casi del tamaño de todos los Estados bálticos.
“La ambición de los rusos es recuperar su poderío”, señala el coronel Mati Tikerpuu, comandante de la 2.ª Brigada de Infantería de Estonia, que tiene su base a unos 30 kilómetros de la frontera rusa.
“No creemos que la cuestión sea si Rusia intentará invadir o no”, agrega Tikerpuu desde su cuartel de mando en la base militar de Taara. Para muchos estonios, dice, “la única pregunta es cuándo ocurrirá.”
Por Lara Jakes y Christina Anderson
Traducción de Jaime Arrambide
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