En el Líbano, otro día de pánico e incredulidad por las explosiones de dispositivos: “¡Apaguen todos los teléfonos! ¡Saquen las baterías!”
La población, temerosa por el alcance de las detonaciones de beepers y walkie-talkies, no sale de su asombro
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BEIRUT.- Miles de personas asistían este miércoles en los suburbios del sur de Beirut a un funeral al aire libre por un niño -Bilal Kanj, de 11 años-, un paramédico y dos combatientes de Hezbollah que murieron en los ataques con beepers del martes. Pero de pronto estalló el caos: una nueva explosión, el olor acre del humo y la estampida aplastante de dolientes en pánico y a los gritos.
Luego de producirse el estallido, un breve y espeluznante silencio descendió sobre la multitud. Los dolientes se miraron unos a otros con incredulidad. Los cánticos religiosos que se transmitían por un altavoz se detuvieron abruptamente.
Entonces se instaló el pánico. La gente comenzó a correr por las calles, se escondía en los vestíbulos de los edificios cercanos y se gritaban unos a otros: “¡Apaguen todos los teléfonos! ¡Saquen las baterías!”. Rápidamente una voz en el altavoz del funeral instó a todos a hacer lo mismo.
Aparentemente lo que estalló este miércoles fue una radio portátil que explotó en la mano de alguien que se encontraba en el borde de la multitud. Las ambulancias comenzaron a avanzar por calles llenas de hombres y mujeres vestidos de negro que ondeaban banderas.
Todos temían que su teléfono, o el de una persona que estuviera junto a ellos entre la multitud, también explotara de pronto.
Una mujer, Um Ibrahim, detuvo a un periodista en medio de la confusión y le rogó al periodista que usara su celular para llamar a sus hijos. La mujer marcó un número con manos temblorosas y luego gritó en el teléfono: “¡Apaguen sus teléfonos ahora!”. Lo repitió una y otra vez. Luego suplicó a sus hijos: “Quédense donde están, no usen el teléfono”.
Después de que el terror inicial se apaciguara, un grupo de mujeres entre la multitud comenzó a levantar los puños. Querían que Israel supiera que no se dejarían intimidar.
“Esto es Hezbollah”, dijo Hiyam Fakih, de 65 años. “¿Creen que esas explosiones asustarán a estas mujeres?”.
Las explosiones de este miércoles se produjeron un día después de que varios beepers explotaran simultáneamente en todo el Líbano, lo que provocó 12 muertos y 2800 heridos en un ataque aparentemente coordinado que tenía como objetivo a miembros de Hezbollah.
Funeral de una niña
Además del funeral en el sur de Beirut donde se produjo la nueva explosión, este miércoles se realizó otro sepelio en el pueblo de Saraain para Fatima Abdullah, de 9 años, la víctima más joven confirmada del ataque con beepers del martes.
“¡El enemigo nos mató usando este pequeño dispositivo!”, coreaban los dolientes mientras se abrían paso entre la hierba seca de un cementerio. “¡Mataron a nuestra niña Fatima!”.
Zeinab Mousawi, una tía, dijo que Fatima acababa de regresar a casa de su primer día de cuarto grado poco antes del ataque. Muchos de los dolientes eran compañeros de la escuela de Fatima, conmocionados por la muerte de alguien tan joven.
Fatima estaba en la cocina de su casa el martes cuando un beeper que estaba sobre la mesa comenzó a sonar, contó su tía. La pequeña tomó el dispositivo para llevárselo a su padre y lo sostenía en sus manos cuando explotó, lo que le destrozó la cara y dejó la habitación cubierta de sangre, dijo.
“Fatima estaba tratando de tomar cursos de inglés”, recordó su tía. “Le encantaba el idioma inglés”, añadió.
Su funeral se celebró en el valle de Bekaa, en el Líbano, una zona rural en la frontera con Siria que es conocida por ser un lugar donde Hezbollah tiene muchos militantes.
Antes de marchar hacia el cementerio, los dolientes se reunieron en la plaza del pueblo, donde las mujeres secaron las lágrimas del rostro de la madre de Fatima, que lloraba. Un líder religioso local los dirigió en una oración y suplicó a Dios justicia.
Sumaya Mousawi, primo de Fatima, dijo que por lo menos 30 personas en su ciudad natal de Nabi Sheet resultaron heridas en el ataque, muchas en los ojos o el estómago. Prometió que Israel pagaría por lo que había hecho.
“No tenemos miedo: el enemigo se esconde en refugios, nosotros no”, dijo. “Tenemos misiles, somos fuertes y estamos listos para la guerra”, añadió.
Walkie-talkies
Este miércoles, varios dispositivos inalámbricos pertenecientes a miembros de Hezbollah, incluidas radios portátiles, comúnmente conocidas como walkie-talkies, también explotaron, lo que sacudió aún más al país en la nueva fase de guerra tecnológica.
El ministro de Salud libanés, Firas Abiad, dijo que el personal médico realizó 460 cirugías, incluidas personas con heridas en la cara, los ojos y los dedos, y 300 personas seguían en estado crítico, añadió. El embajador de Irán en el Líbano estaba entre los heridos, dijo la agencia de noticias estatal. El gobierno de Irak envió médicos y otros trabajadores de la salud al Líbano, junto con más de 15 toneladas de suministros y ayuda médica, agregó Abiad.
Un médico de alto rango describió cómo un hospital de Beirut se inundó de pacientes minutos después del ataque del martes.
El personal del hospital inicialmente no se enteró de las explosiones hasta que los pacientes acudieron corriendo, dijo el Dr. Salah Zeineldine, director médico del Centro Médico de la Universidad Americana de Beirut.
El hospital se vio “inundado con alrededor de 200 casos” inmediatamente después del incidente, dijo a la agencia AP, y agregó que 140 de ellos todavía están en el hospital.
“Los pacientes que comenzaron a llegar estaban despiertos y comenzaron a hablar sobre lo que sucedió”, dijo Zeineldine.
Las lesiones fueron principalmente en los ojos y la cara, seguidas de lesiones en los dedos, las manos y el abdomen, dijo el médico.
Los 12 quirófanos del hospital continuaron trabajando sin parar después de las explosiones, tratando muchas lesiones que resultaron en amputaciones y pérdida de ojos. “Casi todos los que ingresaron el martes requirieron muchos cuidados”, señaló Zeineldine.
Agencia AP, y diarios The New York Times y The Washington Post
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