En EE.UU., el voto hispano es el nuevo botín de campaña
Obama y Romney cortejan intensamente a la comunidad, crucial en una carrera muy pareja
NUEVA YORK.- La inmigración, columna vertebral de la historia de Estados Unidos y uno de los problemas más sensibles que enfrenta el país, saltó al centro de la pelea por la Casa Blanca en medio de los intentos de Barack Obama y Mit Romney por cortejar el voto latino, que será determinante en las elecciones del 6 de noviembre.
Ayer, Romney suavizó la áspera retórica que había desplegado en las primarias con un discurso en el que ofreció tibios guiños a los hispanos en la conferencia anual de Naleo, la poderosa organización de funcionarios de origen hispano del país. Hoy, Obama le responderá desde el mismo podio.
El cruce llega una semana después de la histórica decisión de Obama de legalizar, en los hechos, a cientos de miles de jóvenes indocumentados, mientras se espera, con una buena dosis de ansiedad, el fallo de la Corte Suprema de Justicia sobre la controvertida ley de Arizona, que cambiará la vida de más de 11 millones de inmigrantes que viven en el país sin papeles.
"Después de tres años y medio de poner todos los temas por delante de la inmigración, ahora el presidente tiene la imperiosa necesidad de hacer lo que podría haber hecho el primer día. Creo que ustedes se merecen algo mejor", atizó Romney.
Fue su primer intento significativo de reparar su vínculo con los latinos, dañado por los republicanos en los últimos años y por él mismo en los últimos meses.
En una de las elecciones que podrían ser las más cerradas que se recuerden, el voto hispano será crucial, sobre todo en siete estados donde Obama y Romney están cabeza a cabeza: Florida, Nevada, Arizona, Nuevo México, Colorado, Carolina del Norte y Virginia. Todo indica que allí, y en Ohio, se definirán las elecciones presidenciales.
Poco extrañó que Romney no hiciera mención alguna de la ley de Arizona, a la que llamó "un modelo para el país" en las primarias, o del bloqueo de los republicanos en el Congreso a la Dream Act, la gran esperanza de los jóvenes indocumentados.
Romney optó por vapulear a Obama por no haber cumplido con su promesa de reformar el sistema inmigratorio en su primer año en la Casa Blanca, como prometió en 2008. Y ofreció, a cambio, promesas modestas: buscar una "solución de largo plazo" para el descalabro inmigratorio, ofrecerles residencia a jóvenes que hayan servido en el ejército y facilitar la inmigración legal.
"Mitt Romney se quedó corto", reaccionó Ali Noorani, directora ejecutiva del Foro Nacional de Inmigración, una organización que aboga por los inmigrantes.
"Los votantes y el Partido Republicano necesitan un plan visionario para reparar el sistema, y no retoques en el margen donde el único camino hacia la legalidad para las abuelas es alistarse en el ejército", completó.
A sabiendas de que tiene el debate inmigratorio casi perdido, Romney recordó que el desempleo y la pobreza son más altos entre los hispanos, en un intento por seducirlos desde la economía, la gran debilidad de Obama y a la cual le dedicó un buen tramo de su discurso.
Si seducir a los hispanos es un desafío mayúsculo para Romney, Obama tiene entre manos una tarea que tampoco es sencilla. Las encuestas marcan que el mandatario goza de la histórica ventaja de 2 a 1 que los demócratas tienen sobre los republicanos en la intención de voto entre los hispanos. Pero su preocupación, de hecho, es movilizar a los hispanos para que vayan a votar el día de las elecciones.
Para garantizar la participación de los latinos, más baja que la de otros grupos demográficos, la campaña de Obama ha desplegado un esfuerzo hercúleo en todo el país.
"Esta campaña sabemos que la vamos a ganar en las comunidades, golpeando de puerta en puerta. Es lo que hacemos desde hace un año, mientras que los republicanos creen que nos ganan con millones de dólares en avisos negativos", dijo a LA NACION Gabriela Domenzain, directora de prensa hispana de la campaña de Obama.
Claro que ningún esfuerzo será fructífero si la economía, el tema principal de la campaña, se desinfla aún más, como tanto temen los demócratas.
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