En Cuba, la persecución religiosa se agrava y la gestión vaticana por los presos políticos no prospera
Hace cinco meses, el cardenal Beniamino Stella viajó a la isla, estuvo con familiares de prisioneros y exigió su liberación en nombre de la Santa Sede
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CARACAS.- El papa Francisco recibió en audiencia de 40 minutos al presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, con una cuenta pendiente: la liberación de los 1037 presos políticos encerrados en las mazmorras de la revolución. Hace cinco meses, el cardenal Beniamino Stella viajó a la isla caribeña, escuchó a familiares de prisioneros, la mayoría por protestar durante la rebelión popular del 11 de julio de 2021, y reclamó su puesta en libertad en nombre de la Santa Sede.
Nada se sabe desde entonces de una iniciativa que llenó de esperanza a las familias. Ni una palabra al respecto se introdujo ayer en las declaraciones oficiales de La Habana y el Vaticano, que destacó en su comunicado el interés de ambas partes en “promover siempre el bien común”, un deseo muy alejado de la realidad.
Entre los 1037 prisioneros políticos, según las cifras de Prisoners Defenders (PD), se encuentran decenas de católicos, una treintena de menores y varios ancianos enfermos. La historia cubana de las últimas décadas atribuye a la Iglesia Católica un papel trascendental en otros procesos de excarcelación y destierro.
Primero fue Fidel Castro quien atrajo a la isla al papa viajero, Juan Pablo II, con la promesa de cumplir el eslogan de aquel viaje: que Cuba se abra al mundo y que el mundo se abra a Cuba.
Después fue Raúl Castro quien convirtió al cardenal habanero Jaime Ortega en uno de sus grandes aliados políticos.
De las negociaciones a tres bandas con el gobierno español se produjo la liberación de medio centenar de presos políticos en 2010. La situación hoy, pese al amistoso encuentro de ayer, es muy distinta.
En aumento
“Podría alegarse que la diplomacia de la Iglesia busca, sin estridencias, liberar a los cientos de presos políticos en Cuba. El problema es que esos pedidos, desde hace meses, siguen sin respuesta. Cada mes se suman nuevos prisioneros, porque el activismo y la represión no paran. El régimen los retiene como rehenes para negociar con Estados Unidos. En poco tiempo veremos si Francisco logra ahora algo distinto”, precisó para la nacion el historiador Armando Chaguaceda.
No solo se trata de los presos. El principal aliado cubano en América Central, Daniel Ortega, mantiene en una celda de castigo al obispo Rolando Álvarez, mientras persigue con saña a la Iglesia Católica. El hostigamiento también se da, en menor medida, en la isla. Según la encuesta que el Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH) hará pública en las próximas horas, el 68% de los creyentes estiman que la gubernamental Oficina de Asuntos Religiosos de Cuba reprime sus derechos.
Cese de la represión
“Este encuentro lo evaluaremos a partir de sus resultados inmediatos y concretos. Creemos que deben ser la liberación de los presos políticos, el cese inmediato de la represión, incluido el abuso contra las libertades religiosas y más facilidades para que las iglesias puedan ayudar al empobrecido pueblo cubano. Si no ocurren de forma inmediata estas acciones concretas, habrá sido una oportunidad fallida y un hecho que será instrumentalizado por el régimen cubano para mejorar su imagen internacional e interna”, advirtió a LA NACION Yaxys Cires, director de estrategias del OCDH.
Una decena de opositores cubanos gritaron en contra de la nutrida delegación gubernamental, entre la que se encontraban Lis Cuesta, mujer del presidente, y el canciller Bruno Rodríguez.
Organizaciones como PD y Amnistía Internacional han registrado el uso de las torturas y maltratos contra los presos políticos, quienes sufren palizas, trabajos forzados, intimidación, humillaciones y la privación de alimentos, atención médica y comunicación con sus familiares.
“Esta visita tiene un efecto de dolor en la comunidad católica, porque hay católicos que permanecen presos, hay sacerdotes interrogados… Las negociaciones no avanzan a la velocidad que requieren las familias de los presos. El régimen cubano usa este acercamiento para lavar su imagen cuando está cuestionado por la comunidad internacional. Aprovechar la figura del Papa, con una sensibilidad progresista en lo teológico, es realmente una estocada beneficiosa para el régimen. La sociedad civil no ve beneficios concretos y además no hay una palabra sobre lo que está sucediendo, solo una gran opacidad”, describió a LA NACION el investigador Leonardo Fernández Otaño.
Este activista católico fue expulsado en su día de la Universidad de La Habana como castigo por hablar con Francisco.
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