Empieza hoy la elección del nuevo papa
Se lo llama “el cónclave de la incertidumbre”, por la aparente indefinición de los cardenales electores
ROMA.– En un clima de suspenso electrizante, de esos que marcan los grandes momentos de la historia, se abre hoy el primer cónclave del tercer milenio, que elegirá el 265° papa de la Iglesia Católica. Un pontífice que, más allá de las especulaciones y de los candidatos que hay en danza, seguramente no será una fotocopia de Juan Pablo II, el primer papa no italiano en 455 años, cuya muerte, el 2 de este mes, significó un antes y un después para los más de 1000 millones de católicos que hay en el mundo.
La apertura del “cónclave de la incertidumbre” –como se bautizó esta elección, dominada por las divisiones y la confusión entre los 115 cardenales con derecho a voto– por primera vez podrá ser vista por millones de telespectadores en todo el mundo.
En imágenes seguramente sobrecogedoras, a las 16.30, hora local (las 11.30 en la Argentina), se verá a los cardenales marchando en procesión hasta la Capilla Sixtina, que por primera vez estará protegidísima por un sofisticado escudo electromagnético que garantizará el secreto del cónclave.
¿Ratzinger, un italiano o un latinoamericano, quizás argentino? ¿Conservador o reformista? ¿Fumata blanca en tiempo récord, o varias fumatas negras antes del "habemus papam"? ¿Los 115 cardenales electores comenzarán a votar hoy, o dejarán el primer escrutinio para mañana?
Algunas respuestas podrían conocerse hoy. Por la mañana, los 115 príncipes de la Iglesia -que ayer por la tarde se trasladaron a la Casa Santa Marta, también bajo campana electromagnética, donde cenaron juntos, y seguramente siguieron tejiendo alianzas- asistirán a la misa solemne "para la elección del Romano Pontífice". También televisada, la celebración litúrgica tendrá lugar en la basílica de San Pedro, será abierta a todos y estará presidida por el cardenal alemán Joseph Ratzinger.
Decano del Colegio Cardenalicio, Ratzinger, custodio de la ortodoxia católica durante el pontificado de Karol Wojtyla, es considerado el gran favorito. El papable más fuerte, pero sólo en una primera votación. Si bien hace unos días muchos medios italianos dijeron que Ratzinger -una figura sobresaliente, pero considerada demasiado rígida- contaba con el apoyo de 50 cardenales, ahora se cree que este consenso bajó. Y que contaría con entre 35 y 37 votos.
Su candidatura es auspiciada por un ala conservadora de la Curia, que lo considera el hombre ideal para un papado breve -cumplió anteayer 78 años, la edad que tenía Juan XXIII cuando fue elegido-, que pondría orden en la enseñanza y en el gobierno de la Iglesia.
Muchos creen, sin embargo, que elegir a Ratzinger sería no enfrentar los retos verdaderos de la Iglesia del siglo XXI y que opacaría las semillas que sembró Juan Pablo II en sus 26 años de pontificado -con sus viajes, sus pedidos de perdón y su relación con los jóvenes-, por lo que significaría un virtual estancamiento para la Iglesia.
Es por esto que algunos prevén que sus votos -insuficientes para el quórum de 77 sufragios, equivalentes a los dos tercios de los 115 votantes- en los escrutinios siguientes podrían trasladarse a otros candidatos. Por ejemplo, al italiano Angelo Scola, patriarca de Venecia, o al austríaco Cristoph Schönborn.
Del bando reformista, o no tan conservador, se apuntaría en una primera votación al más que prestigioso cardenal Carlo Maria Martini, ex arzobispo de Milán, también de 78 años. Martini no es considerado, en realidad, un papable, porque está muy enfermo, con el mismo mal de Parkinson que padeció Juan Pablo II.
La de Martini sería una candidatura "de bandera". Según los expertos, de hecho, el primer escrutinio sirve justamente para dar un pantallazo general de la distribución de las preferencias, dirigidas no sólo a los papables, sino también a los "grandes electores", que después canalizarán sus votos hacia otros purpurados.
En este sentido, se espera que en el primer sufragio haya votos también para Angelo Sodano -ex secretario de Estado-, Giovanni Battista Re -que apunta a ser el nuevo secretario de Estado-, Camillo Ruini, Scola, Schönborn y el cardenal Dionigi Tettamanzi.
Arzobispo de Milán, de 71 años, Tettamanzi es mencionado como una alternativa para frenar a Ratzinger. Pero su candidatura -que no es apoyada por los demás italianos del cónclave (20 en total), que se destacan por estar totalmente divididos- no convence para nada al grupo de cardenales europeos y norteamericanos que, en los últimos días, buscaron frenéticamente, en reuniones secretas, una figura fuerte para contraponer al purpurado alemán.
Tettamanzi, un moderado, de centro, es una figura con poco carisma, que no habla idiomas y que ni siquiera les gusta a los italianos de la calle.
El grupo de purpurados europeos y norteamericanos "antiratzingerianos" apunta a lo mismo. Y de no funcionar otras soluciones, como por ejemplo el cardenal portugués José da Cruz Policarpo o el belga Godfried Danneels, que tampoco reunirían demasiados consensos, analizan seriamente apuntar hacia América latina. Y el cardenal argentino Jorge Bergoglio, de 68 años, es considerado una opción más que interesante, según pudo saber LA NACION. Lo mismo sucede con sus colegas de San Pablo, Claudio Hummes, y San Salvador de Bahía, Geraldo Majella Agnelo. Sin embargo, los veteranos recuerdan que, sobre todo en esta atmósfera de incertidumbre, puede haber sorpresas, como sucedió en 1978.
Tanto es así que una agencia de prensa escribió que L´ Osservatore Romano, el diario de la Santa Sede, habría preparado sesenta "primeras páginas" diferentes; en el curso del cónclave de 1978, hizo apenas treinta.
El suspenso también es grande porque en verdad nadie sabe si hoy tendrá lugar la primera votación o no. Serán los mismos 115 cardenales, una vez encerrados en la Capilla Sixtina, quienes decidirán cómo proceder. La jura de cada uno de los 115 purpurados, uno por uno con una fórmula, tocando con la mano el Evangelio, tomará tiempo, por lo que podría resolverse dejar todo para el día siguiente. En este caso, esta tarde no habrá fumata desde la chimenea de la Capilla Sixtina, que estará bajo el ojo de las cámaras de todo el mundo.
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