Emotiva ceremonia del enviado del Papa en Ucrania: “La fe logra mover montañas, no la estúpida guerra”
Konrad Krajevski, el limosnero del Vaticano, trasmitió el mensaje de Francisco en la catedral latina de Lviv; “El Santo Padre quiere estar presente en esta nación martirizada”, dijo
LVIV.- Con ojos llenos de lágrimas y hablando desde el corazón, el cardenal polaco Konrad Krajevski, limosnero papal y enviado especial del papa Francisco a Ucrania, denunció hoy la “estúpida” guerra en curso, que ha matado a cientos de civiles y provocado gran destrucción en esta exrepública soviética, y reivindicó el valor de “la fe que mueve montañas”
Al final de una ceremonia ecuménica que protagonizó este mediodía en la catedral latina de esta ciudad, en la que participaron representantes de la aquí mayoritaria iglesia greco-católica (de rito bizantino), ortodoxos, miembros de la comunidad judía e incluso de la minoría musulmana, Krajevski explicó el motivo de su misión especial.
De 58 años y llamado “el Robin Hood” del Papa porque suele llevarle comida y mantas a los sin techo de noche y hace un par de años incluso ayudó a “okupas” de un edificio de la periferia de Roma a reestablecer el servicio eléctrico -que había sido cortado por falta de pago-, Krajevski destacó que, más allá de la ayuda concreta, había venido a demostrar “presencia”, “cercanía”.
“El Santo Padre quiere estar presente en esta nación martirizada, porque la presencia es el primer nombre del amor. Por lo tanto, hay que estar presentes y después, claro, más allá de la ayuda moral, más allá de la fe, traemos la esperanza de poder salir de esta situación tan terrible”, dijo, al destacar, por otro lado, la ayuda concreta que estaba llegando a través de las canales diplomáticas y en el terreno. Tras quitarse sus hábitos cardenalicio color púrpura, vestido con campera negra con escudo papal y los colores de la Santa Sede, el enviado papal habló así en la sacristía de la catedral, una de las iglesias más impresionantes de Lviv, construida en parte entre 1370 y 1480, cuya parte externa es de estilo gótico.
Preguntado por LA NACION si eran posibles negociaciones como las que se estaban dando en Turquía entre los cancilleres rusos y ucraniano, mientras las fuerzas rusas bombardeaban hospitales -como ayer el pediátrico de Mariupol y esta mañana otros dos en localidades cercanas a Kiev-, Krajevski respondió con cautela, pero con pasión.
“Señora, yo no soy diplomático, yo vine aquí con la lógica del Evangelio. Así hacía Jesús: él estaba siempre del lado de la gente que sufría. También el Santo Padre utiliza esta lógica del Evangelio. Por eso estamos aquí, por este motivo rezamos, porque nuestra arma, es la fe, nuestra arma es, también, la esperanza”, explicó, con ojos vidriosos.
“Normalmente el Evangelio nos habla de las tres armas más sofisticadas del mundo: la oración, el ayuno y la limosna”, subrayó, enumerando con los tres dedos de una mano. “Todo el mundo hoy hace limosna por Ucrania. La limosna significa que me duele, que yo también sufro porque debo compartir con los demás (el sufrimiento) y eso es lo que hacemos. Porque también en Europa pagamos ahora las boletas más altas por este conflicto que hay”, indicó.
“Después está la oración que, como oímos en el Evangelio que leímos recién, recuerda que quien golpea una puerta, encontrará finalmente una puerta abierta. Quien reza recibirá, pero es necesario ser constantes”, siguió. “Y después otra arma muy fuerte, que es el ayuno. El ayuno por el cual yo invito a Dios desde mí mismo porque quiero su presencia. A través del ayuno quiero alejar de mí todo lo que no le pertenece a Él, para dejarle el espacio a Él. Estas son las armas que traemos”, precisó. Porque, agregó, “la fe logra mover montañas, no la estúpida guerra. Y esta es la fuerza de Ucrania, que fe, con amor hacia la patria, con amor hacia sus propias familias, ellos logran existir, logran salvar la patria”, sumó.
Krajevski, que es uno de los dos enviados especiales del Papa para llevar solidaridad a Ucrania -el cardenal checo-canadiense Michael Czerny se encuentra en la frontera de Hungría-, se reunió con las grandes víctimas de esta guerra, parte de los cientos de miles de refugiados que aún se encuentran en esta ciudad del oeste del país. Y no descartó desplazarse hacia Kiev, ciudad capital vaciada, militarizada, sitiada y bajo ataques desde hace 15 días. “Me alejaré de Lviv e iré hasta donde sea posible para llevar este mensaje del Santo Padre de paz”, aseguró. “La oración es nuestra arma, que es fuertísima y puede ser también temible para quienes atacan a Ucrania”, concluyó.