Emilce Cuda: “El balance de estos diez años es que el papa Francisco sumó católicos”
En diálogo con LA NACION la primera mujer en convertirse secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina evaluó los diez años de pontificado del Papa
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ROMA.- Emilce Cuda es una de las pocas mujeres con un cargo dirigencial en el Vaticano. Primera mujer en doctorarse en Teología Moral Social en la Universidad Católica Argentina (UCA), en febrero de 2022 fue nombrada por Francisco secretaria de la Pontificia Comisión para América latina, un cargo nunca antes en manos de una mujer. Considerada la mujer que mejor conoce el pensamiento del Papa ya que fue discípula del padre jesuita Juan Carlos Scannone –teórico de la Teología del Pueblo y maestro de Bergoglio y autora del libro “Para leer a Francisco”-, en una entrevista con LA NACION confesó que jamás se imaginó que iba a haber un papa argentino y, mucho menos, que algún día ella iba a llegar a trabajar en el Vaticano.
Porteña, casada con un norteamericano y madre de dos varones ya grandes, Cuda, que estudió también Ciencia Política en la Northwestern University de Chicago, enseña en diversas universidades de Estados Unidos y América latina.
-¿Qué balance traza de estos diez años de pontificado?
-El balance que hago después de diez años es que el Papa Francisco sumó católicos. ¿En qué sentido? Usualmente vemos en los trabajos de los sociólogos, de aquellos que estudian los comportamientos religiosos, cómo van bajando los números de católicos. Pero lo que yo noto es que el magisterio social del papa Francisco ha despertado el compromiso evangélico en aquellos católicos que normalmente no se reconocen como tales. Por ejemplo, los científicos, los políticos, los economistas, los estudiantes y los investigadores de las universidades no confesionales. Muchos de ellos son católicos bautizados, pero no son los que están en las parroquias, no son los que usualmente cuentan como católicos. Sin embargo, estas personas, cuando aparece este nuevo magisterio social pontificio que, por las mismas condiciones históricas, que muy bien denuncia la agenda 2030, nos obligan a tomar en serio la crisis ecológica socio-ambiental, han empezado a valorar nuevamente la figura del Pontífice.
-¿En qué sentido?
-Lo valoran a partir de un magisterio que sienten cercano, que ven necesario y que, además, los interpela a una práctica misionera que va más allá de ir el fin de semana a ayudar a hacer un plato de comida. La gente entendió que el compromiso de la fe, que el compromiso con la prédica evangélica, es también cuidar la creación. Entonces muchos católicos que quizás antes iban todos los fines de semana a misa solamente o a hacer alguna acción caritativa, hoy han pasado esa actividad a parte de su vida profesional. Y están armando congresos, desarrollando investigaciones, tratando de que se legislen leyes que tengan que ver con el medio ambiente, entre otros temas sociales. Entonces yo creo que esta es la novedad de Francisco: haber dislocado o relocalizado la práctica católica, desde lo meramente cultural y asistencialista en los tiempos libres que me quedan, hacia un compromiso real. Un compromiso que se juega en las universidades, en los puestos de trabajo, en los puestos de defensa de las riquezas naturales nacionales. Y esto lo generó Francisco.
-¿Qué es lo que más le ha impactado en estos diez años de pontificado?
-Como teóloga, lo que más me impactó es su templanza, su justicia y su fortaleza, tres virtudes cardinales. Es indudable que el papa Francisco tiene la virtud de la templanza: frente a momentos críticos, jamás se lo vio perder el equilibrio, perder el buen humor. Además, la virtud de la Justicia: nunca deja de expresar en sus discursos la justicia como garantía de la paz. Y también se ve la justicia en el modo de distribuir los cargos y los nombramientos, no sólo en la curia romana, sino en las diócesis. Es un papa justo, los puestos se han distribuido de manera equitativa, justa. Un pontificado no es lo mismo de un gobierno, donde uno va a tratar de poner todos de los suyos y después, cuando viene el otro, pone todos de los suyos. La Iglesia es una institución que tiene 2000 años justamente porque encarnó el concepto de pontificado, que es un puente que tiene que comunicar posiciones distintas, sin aniquilarlas. Justamente esta supervivencia de la Iglesia en 2000 años es porque no se ha ido ni para un lado, ni para el otro. Ha mantenido ese equilibrio que es proprio de la Justicia. Por último, me impactó la virtud de la fortaleza de Francisco de no dejarse acorralar por el discurso mediático o por la presión de aquellos que quieren plantarle la agenda.
-¿Puntos débiles de estos diez años de pontificado?
-El papa Francisco es una persona humilde y eso para muchos es una debilidad. Pero en el cristianismo la debilidad es justamente la fortaleza y el Papa es una expresión de eso. Y eso habla de la libertad de expresión que permite este pontificado. La gente puede expresarse, criticar, escribir libros y nadie es condenado. En otros momentos de la historia, no muy lejanos, no criticaban a los papas. En un pontificado donde todo el mundo puede hablar y nadie pierde sus cátedras, nadie pierde sus lugares en las parroquias, en las comunidades, éso es muy bueno, eso no habla de un papa débil, sino de un papa absolutamente fuerte y seguro, que permite esa expresión.
-¿Asignaturas pendientes?
-Creo que el tema pendiente es que se ponga en práctica la nueva constitución de la curia romana, Predicad el Evangelio. Hay mucho en esa constitución y el preámbulo es clave: dice que se evangeliza con palabras y gestos y por si no queda claro, dice lavando los pies, tocando la carne sufriente. Este preámbulo es más importante que el resto de los puntos que siguen.
-Usted es parte de la curia romana, famosa por las internas, los chimentos, las intrigas, las mal habladurías (como denunció el proprio Papa): ¿encontró eso?
- Las personas que formamos la Iglesia somos seres humanos y estamos en una realidad construida por imaginarios. El cuchicheo, las intrigas, las mentiras, el tomar un fragmento de una realidad y a partir de ahí construir un discurso dañino, agresivo, eso ocurre en todos lados. No entiendo por qué esperan que, en el Vaticano, en la Santa Sede, donde hay oficinas, hay administración, la gente ande levitando como si fueran ángeles. A mí, honestamente, nadie me ha tratado mal, realmente me han tratado muy bien, estamos todos trabajando, me han recibido muy bien, me han respetado mucho.
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