Elogiado, el éxito del modelo económico de Portugal tiene vaivenes
El resurgimiento de la economía del país, hoy sostenida por el turismo y las exportaciones, comenzó tras la aplicación de un ajuste de las cuentas públicas
PARÍS.- A veces, los ancianos se quejan de ese rito al cual la mayoría de los lisboetas terminaron por acostumbrarse: cada día, gigantescos cruceros escupen hordas de pasajeros en la terminal Santa Apolonia, a orillas del río Tajo, cerca del barrio histórico de Alfama.
En momentos en que Portugal bate récords de afluencia turística, con 23 millones de personas al año -un aumento de 50% en cinco años-, y a pesar de la cautela de varios especialistas, su economía goza de tan buena salud que muchos no dudan en calificarla de "milagro". Tanto que sectores de la oposición en la Argentina usan su modelo como un ejemplo a seguir para superar la crisis.
"Portugal es un paraíso. Pero frágil", advierte, sin embargo, Andrés Malamud. La frase del politólogo y profesor argentino de la Universidad de Lisboa, radicado en ese país en 2002, es el perfecto resumen del fenómeno portugués.
Pero ¡qué camino recorrido! Considerado uno de los eslabones más débiles de la Unión Europea (UE) durante la crisis del euro, en 2010, nueve años después Portugal se cuenta entre los miembros más virtuosos, con sus cuentas cerca del equilibrio presupuestario y un crecimiento superior al de sus vecinos.
Aun cuando el país no escape a la tendencia general y haya sufrido una reducción de régimen a fines de año, el crecimiento de su PBI en 2018 fue de 2,1%, muy por encima del promedio de la eurozona (1,8%). Mientras tanto, el desempleo, que durante la crisis había pasado del 8% al 18%, se encuentra hoy por debajo del 7%.
Tres años y medio después de su llegada al poder, el jovial primer ministro socialista Antonio Costa aparece como el responsable de ese milagro. Su balance no deja de impresionar en el resto de la UE. El Eurogrupo (que reúne a los ministros de Finanzas de la eurozona), incluso nombró para dirigirlo a su hombre de confianza y ministro de Economía, Mario Centeno. "Es el Cristiano Ronaldo de la economía europea", según Wolfgang Schauble, exresponsable de Finanzas alemán, conocido por su intransigencia en materia presupuestaria.
La estrategia de Costa, fundada en una reactivación de la demanda, también seduce a la izquierda y a la extrema izquierda en Europa. Desde Jeremy Corbyn, líder laborista británico, pasando por Benoît Hamon e incluso Jean-Luc Melenchon en Francia, todos aprecian la demostración en vivo de que es posible un proyecto antiausteridad, implementado por una izquierda unida. Si bien el PS gobierna solo, Costa consiguió convencer al Partido Comunista y al Bloc de Izquierda (equivalente del Syriza griego) de apoyar su gestión.
En otras palabras, el mérito de la recuperación no es solo del actual gobierno. Ese supuesto milagro reside en la característica principal de una sociedad capaz de aceptar el sacrificio del ajuste y de una clase política que supo decir "presente" para combatir la crisis.
En todo caso, Antonio Costa puede jactarse de haber cumplido con su apuesta política y económica, que debía responder a un doble desafío: devolver el poder adquisitivo a los portugueses más modestos y, al mismo tiempo, reducir el déficit presupuestario como le exigía Europa.
Cuando llegó al poder, la situación del país era de una extrema fragilidad. Es verdad, el gobierno de derecha de Pedro Passos Coelho, que lo dirigió entre 2011 y 2015, le evitó la bancarrota. Pero la política de rigor y reformas estructurales que tuvo que aplicar a cambio de la ayuda de urgencia de la troika (FMI, Banco Central Europeo y la Comisión Europea) tuvo un costo social extremadamente elevado.
"La gente modesta estaba al borde de la asfixia. El fruto estaba maduro", analiza Antonio Costa Pinto, profesor en el Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa.
Pero tampoco era cuestión de cambios brutales. Empeñado en reactivar una economía débil, el premier Costa decidió aumentar las pequeñas jubilaciones y bajar los impuestos para los hogares de menores recursos. "Hacer lo contrario hubiese deteriorado la competitividad de la pyme, aun cuando la optimización de la calidad les ha permitido hacer frente a la competencia china", explica João Duque, profesor del Instituto Superior de Economía y Gestión.
Desde entonces, la parte de las exportaciones en el PBI del sector del automóvil, los bienes de equipamiento, el textil y el agroalimentario pasó de 21% a 43% entre 2010 y 2017.
Otra fuerza: los ingresos de turismo que se duplicaron, de 4% a 13,7% del PBI en menos de diez años, beneficiaron el mercado inmobiliario, los servicios, la hotelería y la restauración.
El sector del turismo se vio apoyado por las inversiones extranjeras, alentadas por una liberalización de las condiciones de la inmigración para los no europeos, que pueden beneficiarse con las llamadas "golden visas" desde 2012. Existe también una serie de ventajas fiscales para los europeos, con un estatus de "residentes no habituales" muy favorable a las empresas como a los particulares, sobre todo a los jubilados.
Y si bien varias decenas de start-ups ya se han instalado en Lisboa, creando una cierta dinámica en el mundo de la economía digital, las inversiones privadas se han dirigido mayoritariamente hacia el mercado inmobiliario. Ese fenómeno creó, sin embargo, una inquietante especulación inmobiliaria y un aumento vertiginoso de los precios de la vivienda en todas las ciudades de Portugal.
A fin de asegurar la paz sindical, Costa decidió regresar al viejo régimen de 35 horas de trabajo semanal en la función pública y tomar 20.000 empleados en los sectores de tensión (educación, salud y Justicia). Pero la medida es una gota de agua comparada con la purga del equipo precedente: 110.000 supresiones de puestos sobre un total de 675.000 personas.
En cuanto a la recaudación, el gobierno actual no tocó el IVA, que culmina a 23%. Por el contrario, aumentó los impuestos sobre el combustible, el tabaco, el alcohol y las gaseosas. "Con la reactivación del consumo, el cálculo dio buenos resultados desde el punto de vista presupuestario", dice José Luis César das Neves, profesor de la Lisbon School of Business and Economics.
Pragmático, el equipo gubernamental tampoco cambió la desregulación del mercado laboral realizada por la derecha. Costa incluso intenta ir más lejos, facilitando el empleo precario y ofreciendo a las empresas la posibilidad de utilizar algunas horas extras a tarifa normal.
El gobierno debe enfrentar un desafío suplementario: el derrumbe demográfico y el exilio de la juventud calificada, que pesa en el desarrollo de las empresas. Portugal pierde 25.000 habitantes por año sobre una población de diez millones. Para alentarlos a regresar, Costa anunció una reducción fiscal. Los que emigraron entre 2011 y 2015 y vuelvan al país entre 2019 y 2020 pagarán solo 50% del impuesto a los ingresos.
Según los especialistas, la mayor amenaza para Portugal es su debilidad estructural, atada a la magnitud de su endeudamiento, freno a mediano y a largo plazo.
"La década de 2000 estuvo acompañada por un aumento de la deuda pública y privada. Aunque la deuda pública pasó a 120% y la de empresas no financieras a 134% del PBI, desde un pico de 180%, el desendeudamiento está aún muy lejos. A título de comparación, la deuda privada en España alcanza 124% y 106% en Italia", opina Danielle Schweisguth, analista del banco Société Générale.
Este año será crucial para la política portuguesa, marcada por dos elecciones importantes: la renovación del Parlamento Europeo, en mayo, y las legislativas, en octubre próximo. Pero, con cerca del 38% de intenciones de voto en los últimos sondeos para esta última cita electoral, el Partido Socialista (PS) de Antonio Costa no tiene, por el momento, demasiadas razones para preocuparse.
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