Elizabeth Halaby: la reina Noor
1978
Elizabeth Halaby nació en Washington y creció como una típica estadounidense: fue porrista, protestó contra la Guerra de Vietnam, trabajó como moza en Aspen, se recibió de arquitecta en la Universidad de Princeton en 1974 y soñaba con ser periodista en Nueva York. Pero el destino tenía planes muy distintos para ella.
Apenas cuatro años después de haberse graduado, se convertiría en Noor al-Hussein ("Luz de Hussein"), reina de Jordania.
En 1976 viajó a Jordania junto con su padre, Najeeb Halaby -de ascendencia sirio-libanesa-, quien había sido un importante directivo de la aerolínea Pan Am y trabajaba entonces para la Royal Jordanian. Conoció al rey Hussein en el aeropuerto de Amman, donde se celebraba la llegada del primer Jumbo de esta compañía.
El rey acababa de perder a su tercera esposa en un accidente, y sufría una gran depresión. Pasaron meses antes de que fuera a buscarla por primera vez en uno de sus autos deportivos, para invitarla a cenar en su palacio. Se casaron el 15 de junio de 1978.
Aunque Noor se convirtió al islamismo, los árabes parecían no poder perdonarle que hubiera nacido en Occidente. Finalmente, después de haber tenido cuatro hijos con Hussein, logró conquistar el cariño del pueblo jordano con el apoyo que le demostró al rey en su dura lucha contra el cáncer.
De todos modos, su futuro parecía incierto en 1999, cuando la enfermedad le ganó la batalla a su marido.
Poco antes de morir, el rey había nombrado heredero a su hijo Abdullah, fruto de su matrimonio con la inglesa Antoinette Gardiner (o Muna al-Hussein). Esta última se convirtió así en madre del rey, un rol muy importante en los países árabes.
Sólo su hijo Hamzah, que fue designado heredero del trono, podía salvar a Noor del olvido.
2005
Noor no se dio por vencida. Y aún hoy pelea por su espacio de poder en Jordania, enredada en una serie de luchas fratricidas e intrigas palaciegas que recuerda a los mejores dramas de Shakespeare.
Su principal rival es Rania, la bella esposa del rey Abdullah, quien también lucha con uñas y dientes por imponer a su primogénito como heredero.
Rania ganó una importante batalla en noviembre del año pasado, cuando su marido anunció que le quitaba a Hamzah el título de príncipe heredero, justo en momentos en que el hijo mayor de Noor se preparaba para volver a ocupar un primer plano en la vida política de Jordania. La explicación fue que el cargo "limitaba la libertad" de su medio hermano, que estaba terminando sus estudios en Harvard.
Aunque Abdullah no designó un sustituto, dejó de esa manera el camino libre para que su hijo Hussein, de 11 años, pudiera acceder al trono.
Así, a Noor le quedó el título de reina viuda, inexistente y sin protocolo en las monarquías de la región.
Pero ella no se rinde. Entre sus múltiples actividades, sigue dirigiendo la lucha internacional para lograr la prohibición de las minas antipersonales, tal como lo hizo en su momento la fallecida princesa británica Lady Di.
"Vivo entre Washington, Amman e Inglaterra -dijo en una entrevista concedida hace dos años-. Mis hijos estudian en Estados Unidos e Inglaterra; mi casa está en Jordania y mi trabajo, en todo el mundo. Intento conseguir recursos para los programas de la fundación del rey Hussein y lucho por defender a las mujeres y a los niños y por terminar con las minas antipersonales. En Europa estoy comprometida en la reconstrucción de la paz en Bosnia y en promover el papel de sus mujeres."
Todo indica que sigue siendo fiel al lema que incluyó en "Memorias de una vida inesperada", su autobiografía publicada en 2003: "Trabaja para la vida en esta tierra como si fueras a vivir para siempre, y trabaja para la otra vida en el cielo como si fueras a morir mañana."
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