Elizabeth Kolbert: “Es prematuro decir si la pandemia nos ayudará a lidiar con el cambio climático”
La sexta extinción planetaria está en marcha. Pero ni siquiera esta pandemia de coronavirus parece concientizarnos sobre la urgencia de corregir nuestro rumbo antes de que sea demasiado tarde. "Hemos desoídos las alarmas que sonaron hasta que llegó el punto que fueron tan serias y tan graves que ya no pueden ser desoídas", remarca Elizabeth Kolbert. El problema, completa una de las grandes referentes globales de la prédica contra el cambio climático, es que las alarmas suelen sonar "cuando ya es demasiado tarde".
Su libro que lleva ese título, "La sexta extinción", llevó a Kolbert a otro nivel. No solo porque cosechó todo tipo de premios, incluido el Pulitzer, sino porque la convirtió en puntal de la difusión pública de asuntos científicos complejos. Lo hace de manera precisa y equilibrada. Por eso evita las conclusiones dogmáticas. ¿La pandemia modificó nuestras conductas de manera positiva frente al calentamiento global? Sí y no, dice. "También se están dando cambios que lo afectarán muy negativamente".
¿Un ejemplo de esas secuelas del Covid-19? Su impacto en el transporte público y, por consiguiente, en la emisión de gases de efecto invernadero. ¿Otro? El retroceso constante de los insectos. ¿Parece anecdótico? No lo es, remarca Kolbert a LA NACION desde su casa en Massachusetts, Estados Unidos. Demuestra, explica, que "muchos procesos de degradación continúan más allá de la pandemia". Degradación, cabe aclarar, en el sentido de "extinción". Y la quinta extinción, cabe recordar, terminó con los dinosaurios…
-¿Podemos afirmar que esta pandemia resultó "buena" porque concientizó a muchos sobre la gravedad del cambio climático?
-Creo que la respuesta sigue en el aire. Estamos en plena pandemia y aún no está claro qué ocurrirá, ni cómo saldremos de todo esto. Hay partes del mundo en las que la gente puede comenzar a buscar una solución a problemas muy profundos y que van más allá de la pandemia, como el cambio climático. Pero eso no está ocurriendo en Estados Unidos . La gente aquí no se pone de acuerdo sobre qué hacer, además de que se avecinan las elecciones presidenciales. Por eso creo que es demasiado prematuro para decir si la pandemia nos ayudará o no a lidiar con el cambio climático . Y hasta ahora los antecedentes que tenemos son bastante malos.
-¿Por qué?
-Porque nada en las respuestas que hasta ahora hemos trazado a la pandemia alientan al optimismo o nos lleva a afirmar que la humanidad cambia de curso. Como máximo, llevó a la gente a pensar en la vulnerabilidad del mundo; acaso eso tenga algún impacto positivo.
-Si la pandemia no funciona como un despertador, ¿qué lo hará?
-Esa es una buena pregunta. Antes de la pandemia, el interrogante siempre fue si algún desastre vinculado a la naturaleza serviría de despertador, pero la verdad es que ocurrieron varias catástrofes y no afectaron la situación política de una manera dramática. Los fuegos en Australia hace unos meses, por ejemplo, fueron como mínimo exacerbados por el cambio climático y eso llevó a muchísimos australianos a reevaluar su mirada sobre el calentamiento global, pero no derivó en una movilización política significativa que introdujera cambios en Australia. Por eso, lo más triste de esto es que hemos desoídos las alarmas que sonaron hasta que llegó el punto que fueron tan serias y tan graves que ya no pueden ser desoídas. La lección que los científicos han tratado de transmitir es que por lo general las alarmas suenan cuando ya es demasiado tarde.
-O sea…
-Que el sistema climático funciona con un retraso temporal bastante significativo, por lo que para cuando tienes el clima que no te gusta y decides que quieres hacer algo al respecto, ya es demasiado tarde para evitar mucho más daño.
-Aun cuando planteó que es prematuro para evaluar el impacto que tendrá la pandemia, ¿hay algo de lo que ya hemos visto y padecido que le preocupe en particular?
-En términos sociales, cómo se verán nuestras comunidades después de la pandemia. ¿Qué ocurre y qué ocurrirá con el sistema de transporte público, por ejemplo? Recordemos que es un factor muy importante para reducir las emisiones [de gases de efecto invernadero], haciendo que la gente deje de conducir sus automóviles. Pero tras la pandemia, creo que el transporte público sufrirá un golpe enorme. En Estados Unidos, por ejemplo, muchas empresas del sector están quebrando porque nadie los está usando. Por eso, por cada ejemplo que podemos destacar sobre cómo la pandemia ha modificado nuestras conductas de maneras positivas con respecto al cambio climático, también se están dando cambios que lo afectarán muy negativamente.
-Dedicó el último capítulo de"La sexta extinción" a trazar ciertos motivos de esperanza si la humanidad reacciona a tiempo. ¿Mantendría hoy aquel capítulo o lo reescribiría?
-Digamos que escribí aquel último capítulo jugando con la idea de una esperanza para la humanidad, pero no de un modo asertivo. Vamos de otro modo: ¿evitará la humanidad su extinción durante el futuro visible? Probablemente, sí. Porque para una extinción tienes que, básicamente, eliminar a todos aquellos en condiciones de reproducirse y somos unos cuantos… Pero cómo será el futuro de la humanidad, esa es una pregunta completamente abierta.
-En un artículo que publicó en The New Yorker, en junio, se concentró en cómo Islandia abordó la pandemia. ¿Cuánto de ese abordaje es replicable en países más poblados y con sociedades más complejas, dado que Islandia apenas tiene 365.000 habitantes?
-Sí, es un país muy pequeño, en especial si lo comparamos con muchas ciudades de Estados Unidos o de América del Sur, pero su abordaje sugiere que, si trozamos un problema complejo a unidades más pequeñas y manejables, hay un camino posible para que un sistema sanitario funcione. No es un camino tan difícil e Islandia ni siquiera es el primero en recorrerlo. Se trata de aislar en cuarentena a los enfermos y a quienes han estado en contacto con ellos, y rastrear quién pudo estar en contacto con ellos. No hay motivo por el que se necesite una infraestructura mucho más grande que la de Islandia, siendo que puedes dividir la ciudad de Nueva York en cuantos vecindarios o sectores sea necesario para aplicar los mismos principios: determinar quién está sano y detectar a los enfermos para aislarlos. En Italia estuvieron muy mal, pero salieron adelante imponiendo medidas de salud pública muy estrictas. Por el contrario, aquí en Estados Unidos, queda claro que no es que no podamos aplicar algo así, sino que no existe la voluntad de hacerlo. Por eso estamos en el lío que estamos.
-De hecho, todavía discuten sobre la pertinencia de usar tapabocas o barbijos y una orden gubernamental en ese sentido atenta contra la libertad individual…
-Sí, exactamente. No estamos preparados para lidiar con un problema colectivo como una pandemia y lo que el resto del mundo está viendo de Estados Unidos no es nuestro mejor lado, pero también explica por qué Estados Unidos no puede aportar algo contra el cambio climático. Y el cambio climático es un problema con el que es muy, muy difícil lidiar sin el mayor emisor de gases del planeta.
-En otro artículo reciente, pero para la revista National Geographic, usted se concentró en los insectos. ¿Son tan relevantes como para concentrarse en ellos en plena pandemia?
-[Risas] Aclaremos que la National Geographic tiene tiempos para publicación muy largos, así que escribí ese texto antes de la pandemia. Dicho eso, creo que es muy importante destacar que muchos procesos de degradación continúan más allá de la pandemia. La merma de insectos está ocurriendo y no le hemos prestado la atención que merece, aunque es un signo aterrador de lo que pasa en los sistemas biológicos de los que nosotros dependemos para vivir. Y dependemos de ellos de una manera bastante directa.
-¿Hay alguna pregunta que no le planteé y desearía abordar?
-[Piensa] Como periodistas solemos ser quienes hacemos las preguntas, no quienes las respondemos [Risas]. Así que lo abordaré de este modo: la pregunta que a mí me gustaría plantearle a quienes recorren otros senderos de la vida, desde el mundo de los negocios a quienes integran el sistema médico, es cómo avizoran que se desarrollarán los próximos doce meses. Me gustaría tener las respuestas de muchos y, doce meses después, compararlas con la realidad. Creo que sería muy interesante.
-Me dejó picando la repregunta obvia: ¿Cómo cree usted que se desarrollarán los próximos doce meses?
-[Risas] Creo que en Estados Unidos veremos este subibaja constante y no creo que realmente estemos al mando de la situación de aquí a un año.
-Un panorama preocupante por sus derivaciones en todo el planeta para lidiar con la pandemia, el cambio climático y otros ejes de preocupación vital…
-Sí. Acaso dentro de un año haya las suficientes personas concientizadas con lo que estamos viviendo y lo que viviremos, pero nos veo en un subibaja constante, con avances y retrocesos, reaperturas y cierres…
-Como ocurre ahora en Cataluña
-Exacto.
Biografía
Nacida en 1961, estudió Literatura en la Universidad de Yale y, tras ganar una beca Fullbright, estudió en la Universidad de Hamburgo. También recibió la beca Guggenheim.
Periodista y escritora, trabajó para The New York Times y desde 1999 escribe para la revista The New Yorker, aunque sus textos especializados en temas científicos –en particular, cambio climático-, también se publican en otros medios prestigiosos de todo el mundo.
Autora de varios libros, ganó el premio Pulitzer en 2015 con "La sexta extinción. Una historia natural", que también fue seleccionado entre los mejores del año; en 2017 recibió el premio de la Academia de las Artes y las Letras de Estados Unidos.
Recomendación para aprovechar el tiempo
-Dado que millones de argentinos están forzados a permanecer en sus casas desde por la cuarentena, ¿qué libros, películas, series de televisión o música les recomendaría leer, mirar o escuchar para distraerse o, acaso, "aprovechar" este tiempo? ¿Qué hace usted en su tiempo libre?
-[Sonríe] Estoy leyendo una novela española muy larga, "Fortunata y Jacinta", de Benito Pérez Galdós, mientras avanzo con la escritura de otro libro. Pero si me pregunta, yo sugeriría a sus lectores que lean esos libros que siempre quisieron y nunca tuvieron el tiempo para encarar, como "Guerra y Paz" o "Ana Karenina", de León Tolstoi. ¡Ahora es el momento! Lo mismo con las películas. A mí me atraen los clásicos y, en especial, los que me ayudan a distraerme, a desconectar, como la comedia "Una Eva y dos Adanes", con Marilyn Monroe [y Jack Lemon y Tony Curtis, dirigida por Billy Wilder]. La vi anoche por catorceava vez… y me resultó tan buena como la primera vez.
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