Elecciones generales: el suicidio político de la derecha española
MADRID.- Lo ocurrido con la derecha en estas elecciones en España constituye un buen apunte para el naufragio político.
Hace sólo tres meses, en febrero pasado, tres partidos políticos convergieron en la Plaza Colón, de esta ciudad, para reclamar elecciones a un gobierno socialista que no quería darlas. El desafío fue popularmente bautizado como "La foto de Colón". Allí estuvieron el Partido Popular (PP), de derecha; el liberal Ciudadanos, y el recientemente fortalecido Vox, de derecha radical.
Cuando la derecha en el Congreso eran sólo dos partidos -el PP y Ciudadanos- juntos sumaban 169 bancas. O sea, solo siete por debajo de la mayoría de 176. Ahora, que son tres, y que fueron a las elecciones generales no sólo separados sino incapaces de un mínimo consenso, tienen 22 escaños menos. Cuando eran solo dos, sumaban 169. Cuando fueron tres y obtuvieron las elecciones por las que clamaron hace tres meses, sólo sumaron 147 (los 66 del PP, los 57 de Ciudadanos y los 24 de Vox).
El PSOE, que no quería dar las elecciones, tenía sólo 85. Hoy, luego de concederlas, tiene 123. Sólo por esto -por haber visto la jugada mejor que nadie- Pedro Sánchez ha ganado posiblemente algo más que los comicios en el panorama político.
La sangría de bancas de la derecha se explica por tres motivos. Primero, por el sistema de reparto electoral español, que castiga la fragmentación. Segundo, por la división misma, que confundió al votante, sumido en una esquizofrénica guerra interna. En tercer lugar, poe el corrimiento hacia la derecha que movilizó al voto de izquierda por una exitosa campaña de temor.
En conjunto, el panorama es malo para la derecha, que sigue abocada a una guerra interna por ver quién lidera. Si el derrumbado PP, de Pablo Casado, o el ascendente Ciudadanos, de Albert Rivera. La disputa no tiene visos de definirse en el futuro inmediato ni en el mediato. Tampoco ayuda la derecha radical de Vox, que habla de sus dos vecinos como de la peste: "la veleta naranja", por Ciudadanos. Y "la derechita cobarde", por el PP.
La fragmentación y la desconfianza imperan. Y el afortunado Sánchez se beneficia.
Dinámicas
Cada una de las fuerzas de la derecha enfrenta ahora su propia dinámica. El PP, en riesgo de desaparición, tiene por delante una reconstrucción que aún no tiene brújula, mientras le llueven las facturas de la corrupción.
A Ciudadanos, que viene creciendo, le toca demostrar si es capaz de canalizar, como pretende, el liderazgo de la derecha. Si puede mostrarse como un actor confiable para ejercer poder, más allá de la retórica inflamada de la oposición.
Vox, sin ninguna pretensión de liderazgo más allá de las fronteras de su feudo, lidia con un muy buen papel que, sin embargo, medido contra sus desbordantes expectativas, deja un aire amargo.
Saltar de cero a 24 escaños es un logro extraordinario para cualquier fuerza y más si es nueva. Pero comparado con el piso de 35 que se fijó y con los 60 de los que hablaba, deja mal regusto.
La derecha radical quedó neutralizada en España. El dato para tener en cuenta es que en las generales obtuvo menos porcentaje que el cosechado en diciembre pasado, con su ruidoso debut en Andalucía.
Si las "tres derechas" de febrero pasado se hubiesen propuesto un mejor plan para beneficiar a Sánchez, tal vez no lo encontraban. Sin embargo, esa es la lección que salta con los resultados a la vista.
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