Elecciones en Venezuela: María Corina Machado, del rol beligerante al cambio que la catapultó como líder opositora
Catalogada en otras elecciones como una figura confrontativa, la dirigente captó apoyos con posturas más conciliadoras y fue crucial en esta campaña
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CARACAS.- Faltan unas horas para el momento por el que luchó durante dos décadas. María Corina Machado (Caracas, 1967) recibe a LA NACION en su despacho, donde se respira una tranquilidad que pareciera imposible en medio de la tensión que inunda Venezuela. “La mujer de hierro”, como canta Reymar Perdomo, no solo es la líder de la causa democrática que podría torcerle el brazo a la todopoderosa revolución bolivariana y que guio al país a un territorio desconocido. También es la elegida por el pueblo que más sufre, con quien se conectó emocionalmente para intentar sanar esa inmensa herida producida por la huida de casi ocho millones de venezolanos.
“Por fin llegó el gran día. Lo que está pasando en Venezuela trasciende más allá de nuestras fronteras. Realmente para mí es la prioridad más grande que hay en el hemisferio occidental en este momento. Nadie creía que era posible”, reflexiona la líder opositora, protagonista de una metamorfosis política e incluso personal.
La oposición democrática no habría llegado hasta hoy sin los recorridos multitudinarios protagonizados por Machado y sin la difusión que de ellos realizaron las mujeres y los hombres de la Venezuela profunda para superar el cerco mediático revolucionario.
“El martes en el estado de Zulia me llega una mujer con la bandera así pegada y me aprieta. La veo llorando y llorando y le pregunto qué te pasa. Y me dice: ‘Yo estoy contenta, porque yo sé que mi papá por fin va a regresar cuando tú ganes’”. Machado suspira, se toma unos segundos… “Yo misma me encuentro ante miles de personas, pero es una relación muy íntima. Cada persona que me abraza, me dice, me agarra, me toca, me pone su rosario… Yo, que siempre fui una persona muy cuidadosa de la dimensión privada, de la familia, al abrirme sus corazones nos nutrimos mutuamente. Es algo muy profundo”, cuenta la líder opositora.
A las pocas voces que desde dentro de la oposición más colaborativa con el gobierno bolivariano, que acusaban a Machado de ser una radical y extremista, se las llevó el viento político.
“Machado desempeñó durante mucho tiempo el rol del ‘policía malo’ de la oposición, su tendencia más beligerante y confrontadora. Esto generó una tensión, en diferentes momentos, con los sectores más moderados y conciliadores, obligando al conjunto del liderazgo de la oposición a tener decisiones intermedias. Ese rol le dio, por mucho tiempo, un espacio político propio. Hay que incluir que en este papel debió endurecerse, para imponerse, en un contexto político hegemonizado por los hombres. En ese momento esos gestos radicales los necesitaba para demandar respeto”, explica a LA NACION Rafael Uzcátegui, director del Laboratorio de Paz.
Pero si algo destaca el núcleo más militante de la nueva mayoría opositora, tan alejada de los partidos tradicionales, es la firmeza que Machado mantuvo primero contra Hugo Chávez y, después, contra Maduro.
Uno de los intelectuales que la acompañaron en su travesía es Carlos Blanco, hoy en el exilio. “Muchos dirigentes valiosos se perdieron por no estar guiados por valores en medio de la tormenta; se perdieron en la niebla y no tuvieron brújula que los oriente. En otros casos, hay dirigentes que han carecido de sentido estratégico y se han perdido en las tácticas y las exigencias del día a día. María Corina no perdió el rumbo: cambio político, recuperación de la democracia y libertad”, explica a LA NACION
Evolución
Más que metamorfosis, evolución. Así lo confirma el estratega Antonio Sola, el conocido “hacedor de presidentes”, quien trabajó con Machado durante la primarias opositoras de 2012. “La clave es la gran revolución espiritual, encabezada por ella, del pueblo venezolano. Lo de mañana [por hoy] no es una elección, es mucho más profundo. Es un tema de liberación. Izquierda, derecha, nada de eso sirve, hay algo mucho más de fondo que tiene que ver con la espiritualidad”, subraya a LA NACION.
Machado ya sorprendió durante la campaña electoral de las primarias, en las que venció con el 92,6% de los votos, extendiendo su universo ideológico hasta abarcar el campo opositor desde un centro liberal, más avanzado que la mayoría de sus compañeros en temas que provocan urticaria en los partidos clásicos, como son el matrimonio igualitario y el aborto en caso de violación.
“Creo que Corina entendió la importancia de tener un mensaje más moderado para incluir en su discurso a centro e izquierda. Venezuela históricamente nunca ha sido un país de derecha, acostumbrado a entender la importancia de la socialdemocracia, salud y educación con acceso público y gratuito. También entendió que la única opción que le quedaba a Venezuela era la vía electoral [tras años defendiendo la abstención]”, señala la socióloga María Gabriela Trompetero.
“En mi opinión ella ahora se encuentra en un rol diferente, el de ser la principal líder de la oposición, y eso le demanda, por convicción o por estrategia, un discurso mucho más moderado, que les hable a diferentes auditorios, y que mantenga la conexión que ha logrado con los sectores populares. Creo que también ha sido influida por el intenso contacto con las comunidades que ha tenido en las últimas semanas, por el que ha aflorado también una dimensión que no habíamos visto antes: el de madre protectora. Creo que aprendió, maduró como política y desarrolló una intuición que le está ayudando a tomar decisiones. Opino que la mujer impulsiva que conocimos quedó atrás y está emergiendo una nueva María Corina Machado”, defiende Uzcátegui.
Desde el poder se insiste en relacionar a Machado con los “apellidos”, se supone que la oligarquía clásica venezolana.
“Contra la idea de sus enemigos y adversarios que la acusaban de elitista, tiene una especial aptitud para relacionarse con los ciudadanos, especialmente los más afectados por la catástrofe social que ha significado el régimen de Maduro. La empatía que logró con el pueblo venezolano no tiene precedentes en la Venezuela del siglo XX y del siglo XXI. Adquirió los rasgos de una heroína. La promesa de reunificar la familia se ha convertido en el tsunami emocional del pueblo venezolano”, concluye Carlos Blanco.
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