Elecciones en Paraguay: el país que logró separar la economía de los vaivenes políticos, pero que aún tiene amplias deudas sociales
Hoy se define al sucesor del presidente Abdo Benítez, con el oficialista Santiago Peña y el opositor Efraín Alegre como los principales candidatos; cómo logró sostener el crecimiento y cuáles son los principales desafíos
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ASUNCIÓN (Enviada especial).- Como la mayoría de las capitales latinoamericanas, Asunción es una ciudad de contrastes. Mientras que las elegantes torres se erigen presuntuosas sobre el horizonte como emblema de la estabilidad financiera de los últimos 20 años, las calles dejan entrever con facilidad las deudas pendientes de Paraguay con su microeconomía: chicos mendigando en los semáforos, personas durmiendo en las plazas y veredas llenas de pozos. Déficits que los candidatos a la presidencia prometen resolver si ganan en las elecciones de hoy, que definirán al sucesor del presidente Mario Abdo Benítez.
La ausencia de encuestas fiables augura un desenlace incierto y generó mucha expectativa ciudadana, que demanda con resignación mejores sistemas públicos de salud, transporte y educación. “Sí, está bien, los precios no nos suben a cada rato como a ustedes [los argentinos], pero eso no significa que estemos tranquilos”, dice a LA NACION Antonio Villalba, dueño de un almacén en Luque. Aún no sabe a quién votará hoy, porque ni el favorito Santiago Peña, del oficialista Partido Colorado, ni Efraín Alegre, el líder de la oposición, de la Concertación, tienen propuestas reales de cambio, opina. Y Paraguayo Cubas, la tercera opción y comparado con Javier Milei, “es un loco”.
Es cierto que los indicadores macroeconómicos paraguayos son envidiables en una región en donde la volatilidad es moneda corriente. Este mes, el Fondo Monetario Internacional (FMI) incluso mejoró sus perspectivas económicas y corrigió al alza las proyecciones de crecimiento de 4,3% a 4,5% por el impulso de la producción agrícola y la recuperación de los caudales hídricos.
Asimismo, Paraguay, uno de los miembros del Mercosur, tiene una moneda estable. El guaraní está vigente desde hace 80 años, lo que la convierte en una de las más antiguas de la región. La inflación también está controlada; el índice de marzo fue de 0,4%, mientras que la tasa de variación anual del IPC para el mismo fue del 6,4%, cinco décimas inferior a la del mes anterior. El Banco Central del Paraguay (BCP) anunció que prevé una inflación del 4,7% para este año.
El consistente desempeño económico tiene su origen en una serie de reformas institucionales a principios de la década de 2000 que coincidieron con el superciclo de commodities agrícolas, particularmente la suba de precios de carne, soja y maíz, explica en diálogo con LA NACION el economista y exministro de Hacienda Manuel Ferreira.
“Se tomó la decisión de bajar las tasas tributarias y de impuesto a la renta del 30% al 10%, desde 2004 hasta hoy”, señaló Ferreira, lo que convirtió a Paraguay en uno de los países con menor carga fiscal de la región.
Esto, sumado a la simpleza del sistema impositivo, a la libertad de capitales y a las reglas de juego estables, brindó al país una fuerte ventaja competitiva a la hora de atraer inversiones extranjeras, muchas de las cuales se lucen en el horizonte capitalino.
Lo más destacable, sin embargo, es que la senda macroeconómica adoptada durante el mandato de Nicanor Duarte Frutos, después del derrumbe económico en los 90 con las políticas neoliberales del expresidente Juan Carlos Wasmosy, haya sobrevivido los gobiernos subsiguientes, incluido el del opositor Fernando Lugo, entre 2008 y 2013 (fue destituido en 2012 y su mandato lo completó Federico Franco). Y esta elección, sea cual fuere el resultado, no pareciera ser la excepción, coinciden los expertos.
Economía blindada
“Una de las pocas cosas que hicimos bien en estos años de democracia fue blindar la economía de los avatares políticos. Tanto en el Ministerio de Hacienda como en el BCP primó la profesionalización y no fueron invadidos por las cuestiones partidarias como sí lo fueron, por ejemplo, la educación y la salud pública, que son un completo desastre”, dice a LA NACION el analista político Alfredo Boccia Paz.
De hecho, ninguno de los principales contendientes propone un programa económico radical, sino más bien medidas puntuales o hasta cosméticas.
“Peña es un tecnócrata que viene de este esquema de estabilidad y solidez financiera. Incluso ha sido protagonista como ministro de Hacienda y funcionario del Banco Central. Entonces, en todo caso propone cosas que son mejoras de las herramientas que ya existen”, señala el analista económico Roberto Codas.
Alegre desacredita con vehemencia el modelo colorado, pero cuando habla de la macroeconomía, sus críticas menguan. La mayor diferencia, tal vez, se encuentra en la política energética que propone. La central hidroeléctrica de Itaipú ha sido uno de los principales ejes de su campaña al culpar al coloradismo de una cesión de soberanía tras un polémico acuerdo con Brasil.
Pero en líneas generales hay un consenso estructural macroeconómico. La gran deuda, sin embargo, está en la microeconomía. Y así como los lujosos edificios en el nuevo centro de Asunción son un símbolo de orgullo para los paraguayos, frente a la costanera, se levanta entre los matorrales el barrio popular Ricardo Brugada, más conocido como La Chacarita, como recordatorio de todo el camino que aún queda por recorrer.
“Tenemos una situación de vulnerabilidad bastante significativa a la que todavía la economía paraguaya no tiene una manera sustancial de responder”, apunta Codas.
Aunque ha hecho grandes avances en la última década, Paraguay mantiene niveles de pobreza del 24,7%, una de las percepciones de corrupción más altas de la región, un aumento de la violencia por la penetración del crimen organizado, infraestructura y servicios básicos ineficientes y costosos y uno de los peores sistemas de educación del mundo, según el ranking de Competitividad Global del Foro Económico Mundial.
Además, en Paraguay, la riqueza está concentrada en pocas manos. El 1,6% de la población es propietaria del 80% del territorio, en un país donde casi la mitad de la población es rural, según Oxfam. Al mismo tiempo, 25 de cada 100 hogares no tienen seguridad alimentaria, según datos del INE expuestos en diciembre de 2022.
El país sudamericano clasificó 105 en el último Índice de Desarrollo Humano elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), con cinco puntos menos que la evaluación anterior. Esta es una medida sintética utilizada para evaluar el progreso a largo plazo en tres dimensiones básicas del desarrollo humano: una vida larga y saludable, el acceso al conocimiento y un nivel de vida digno.
La crudeza de los números se refleja en las calles, en los hospitales y en las escuelas. “Es una mentira que tenemos salud gratuita. A uno nunca le dan turno y cuando lo atienden, a lo sumo le dan una aspirina”, dice Gloria, un mujer de 42 años, que está esperando en un banco frente a los vacunatorios del Hospital Materno Infantil Loma Pyta.
Una de las pocas enfermeras en el lugar, que no quiso dar su nombre, dijo que le preocupaba que los políticos no hayan aprendido nada después de la pandemia. ”Acá la pasamos muy mal, pero todo quedó en el olvido, y cuando venga la próxima, ¿qué vamos a hacer?”.
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