Elecciones en Francia: el “cordón republicano” se pone a prueba hoy para evitar el ascenso al poder de la extrema derecha
Según las últimas encuestas de cara a la segunda vuelta legislativa de este domingo, el partido Reunión Nacional de Bardella y Le Pen no lograría la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional
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PARÍS.- Después de la arrolladora victoria que le dieron el domingo pasado a la extrema derecha, los franceses parecen decididos a bloquear la llegada del movimiento Reunión Nacional (RN) al poder. Los sondeos prevén una fuerte caída del partido de Marine Le Pen y Jordan Bardella en la segunda vuelta de las elecciones legislativas, este domingo, y le adjudican entre 175 y 205 diputados, lejos de la mayoría absoluta de 289 bancas en la Asamblea Nacional.
En el país donde las encuestas tienen menos margen de error en el mundo (1,5 a seis bancas en las últimas cinco elecciones), todos los sondeos predicen más o menos lo mismo. El último, realizado por el instituto IFOP, indica que la extrema derecha del RN obtendría entre 175 y 205 escaños; el Nuevo Frente Popular de Izquierda, entre 145 y 175; la coalición presidencial Juntos por la República, de 118 a 148, y Los Republicanos, que no adhirieron al RN, entre 57 y 67.
Según esos estudios, solo 37% de los electores se declara favorable a que el RN obtenga la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional. Es, sobre todo, el caso de los franceses que votaron RN en la primera vuelta. Según IFOP, solo 16% de los franceses desea que el partido dirigido por Bardella (y Le Pen) obtenga únicamente una mayoría relativa. Por el contrario, cerca de un francés de cada dos (47%), rechaza la idea de una mayoría RN, absoluta o relativa.
En otras palabras, el tradicional “cordón republicano” que impidió desde 2002 hasta ahora que la extrema derecha llegue al poder, parece seguir funcionando en Francia. Pero, contrariamente a la ideología, esta vez, las razones son más pragmáticas.
Ante todo, la improvisación. Desde el comienzo de la campaña, el RN modificó su programa en forma constante, dando marcha atrás en casi todas las promesas realizadas durante años. Bardella y Le Pen lo justifican al aludir a una situación presupuestaria “catastrófica”.
“Nos explicaron durante un año que lo primero que harían sería abrogar la reforma de la jubilación. Después dijeron que no. Prometieron que prohibirían a los binacionales trabajar para el Estado y el velo islámico en el espacio público, después hicieron marcha atrás. También aseguraron que reducirían o suprimirían la TVA de los productos de necesidad, y ahora también renunciaron”, enumeró el primer ministro Gabriel Attal.
Según un estudio del instituto Elabe, el poder adquisitivo fue el tema que más pesó (45%) para los franceses en las elecciones europeas, donde el RN obtuvo 34% de los votos.
Según los especialistas, después de haber presentado un programa evaluado en unos 100.000 millones de euros, los dirigentes de extrema derecha saben que la única forma de financiarlo será aumentando los impuestos. De ahí la marcha atrás. Y fue la misma Marine Le Pen, dos días antes de la segunda vuelta, quien reconoció en televisión que el programa de su partido no sería aplicado “inmediatamente” en caso de victoria este domingo.
Entonces, ¿qué queda? La exigencia de la mayoría de los electores de la extrema derecha: poner límite a la inmigración. Aunque tampoco eso estará al alcance del RN, porque muchas de las medidas relativas a ese sector dependen del presidente de la República.
En todo caso, las propuestas del RN para gobernar Francia son juzgadas “inverosímiles” por 68% de los franceses, según un sondeo de Opinion Way de esta semana. Al punto que, según varios analistas, Marine Le Pen vería con alivio que su partido fracase en su intento de llegar al poder en estas circunstancias.
“Marine Le Pen quiere evitar a toda costa un ejercicio gubernamental caótico, que arruine sus posibilidades de llegar a la presidencia francesa en 2027″, analiza Bernard Sananès, presidente del instituto Elabe.
Pero los obstáculos de la extrema derecha no aseguran, sin embargo, un futuro color de rosa para Francia. Este domingo, los centros de votación estarán abiertos desde las 8 hasta las 20 (hora local). Esas 12 horas constituirán una de las jornadas más largas de la historia política del país. También lo será para Europa, que, desde hace un mes, observa a la segunda economía del bloque con estupefacción y angustia.
Porque, si bien la hipótesis de una mayoría absoluta para el RN se aleja, nadie sabe con certeza qué saldrá de las urnas. Muy probablemente, una Asamblea Nacional tal vez más ingobernable que la anterior.
De todo este caos, que muchos reprochan a la decisión del presidente Emmanuel Macron de disolver “innecesariamente” la Asamblea Nacional, saldrá sin embargo algo positivo: espantada por el resultado de la primera vuelta, que vio a 10.600.000 franceses votar por la extrema derecha, la clase política tradicional tuvo el coraje de hacer frente. El “cordón republicano”, que todos creían muerto, volvió a erigirse ante la inminencia del peligro.
“Los acuerdos de desistimiento entre el campo macronista y la alianza de izquierda eran impensables antes de este tremendo episodio. Pero aquellos a quienes todo opone redescubrieron que un cimiento esencial los seguía uniendo: la voluntad de preservar la República”, analiza Brice Teinturier, director general de Ipsos.
Ese dique no garantiza, en todo caso, la desaparición del peligro. Este domingo, el partido racista y xenófobo fundado por Jean-Marie Le Pen podría lograr su objetivo. A pesar de una alta participación prevista (alrededor de 66%), el cordón sanitario podría desmovilizar a los electores anti-RN que, convencidos de que el peligro ya pasó, decidan no ir a votar. También podría alentar a los electores de extrema derecha, indignados por los “acuerdos de aparato concluidos para ignorar la voluntad popular”, según clama Bardella.
Pero nadie debería equivocarse. Estas elecciones no son unas simples legislativas. Son un referéndum. Una consulta por o contra la extrema derecha en el poder en Francia. El tiempo de las soluciones inéditas para gobernar este país “ingobernable”, como decía el general Charles de Gaulle, vendrá a partir del lunes. Pero este domingo, en el silencio del cuarto oscuro, hay una sola pregunta a la cual cada francés deberá responder: sí o no a Marine Le Pen y a su creatura, Jordan Bardella.
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