Elecciones en Francia: de la reelección garantizada de Macron a un final abierto
El presidente llega a las elecciones del domingo con una ventaja declinante en las encuestas que deja la puerta abierta a una sorpresa de la candidata de extrema derecha
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PARÍS.– La elección parecería resuelta. Pero a 24 horas de la primera vuelta de las presidenciales francesas, no se puede descartar ninguna hipótesis. Ni siquiera la de una eventual victoria de la candidata de extrema derecha, Marine Le Pen. Este primer turno, para el cual están inscritos 49 millones de electores, también podría registrar una abstención récord y, sobre todo, la recomposición total del paisaje político francés, que comenzó hace cinco años.
Hace apenas un mes, Emmanuel Macron lideraba los pronósticos con una ventaja que parecía inalcanzable. En apenas 30 días, el presidente francés retrocedió de su máximo de 30% de intenciones de voto al 26,5%, mientras que Le Pen, aspirando los votos del otro candidato de la ultraderecha, Eric Zemmour, consiguió trepar hasta el 24%.
Las últimas encuestas publicadas el viernes dejan presumir que Macron y Le Pen estarán presentes en el ballottage del 24 de abril. Aunque el candidato de extrema izquierda, Jean-Luc Melenchon, también ganó puntos en los últimos días, ubicándose a 17% en los sondeos del instituto OpinionWay-Kea Partners, que otorga 26% de posibilidades para Macron y 22% para Le Pen.
Los encuestadores explican el súbito cambio de panorama por el efecto “desmovilizador” provocado por un sentimiento de que la elección ya estaba decidida. Un sentimiento reforzado por la ventaja del presidente, comandante en jefe de las fuerzas armadas, en el momento de la invasión de Ucrania.
Para muchos analistas, la campaña de Macron tampoco fue buena. “Prevalece la opinión de que no hizo su trabajo, que tomó todo desde lo alto. Presentó su proyecto en una conferencia de prensa que pareció brutal. Quiso legitimar su programa para poder aplicarlo después. Pero fue muy mal recibido. Lo único que retuvo la gente fue la jubilación a los 65 años, en vez de los 63 actuales”, analiza el politólogo Dominique Reynié.
Marine Le Pen, por su parte, hizo muchos menos errores que en sus dos campañas anteriores. Suavizó su imagen personal, se instaló como la única defensora de los franceses y consiguió hacerles creer que se encuentra cerca de ellos. Obtuvo una proximidad que Macron jamás tuvo, mucho menos en esta campaña, durante la cual hizo gigantescos esfuerzos —lamentablemente inútiles— para obtener un cese del fuego en Ucrania.
“Se podría decir que Le Pen tiene el monopolio de esa proximidad. Jean-Luc Melenchon, el líder de extrema izquierda de Los Insumisos (LI) es un tribuno muy talentoso, pero es un ideólogo. Como lo es Eric Zemmour, al otro extremo del tablero político”, analiza el politólogo Pascale Perrineau.
Le Pen centró su campaña en el poder adquisitivo, tema central en la preocupación de los franceses. Sin gran credibilidad, es cierto. Pero el drama de las campañas presidenciales es que los electores están inquietos, pero detestan los discursos en torno a la inquietud. Quieren, por el contrario, que les digan cosas agradables, en este caso sobre la reducción del costo de la vida.
En el último día de campaña, el presidente Macron y su principal adversaria en esta primera vuelta se lanzaron violentos ataques a través de los medios de comunicación, mientras los sondeos mostraban que la distancia que los separaba se acortaba peligrosamente.
Macron afirmó que Le Pen “miente” sobre su programa “que sigue siendo racista” y la acusó de “complacencia” con el presidente ruso Vladimir Putin. Advirtió que la política social de Le Pen tiene como objetivo “dividir a la sociedad de la forma más brutal”, que creará una ola masiva de desempleo, alejará a los inversores extranjeros, y que sus propuestas sobre el poder adquisitivo están “fundadas en dinero que no existe”.
Le Pen, cuyo partido Reunión Nacional (RN) obtuvo, en efecto, nueve millones de euros de un banco estatal ruso en 2014 para financiar una de sus campañas, respondió que la “violencia” del comentario de Macron mostraba el pánico del presidente y recordó que condenó la invasión rusa a Ucrania. En su último acto público en la ciudad de Perpiñán, en el sudoeste del país, afirmó que nunca estuvo tan cerca del poder, comparando a Macron con un “boxeador K.O”.
Un sondeo de la firma Elabe publicado el viernes muestra que, si Macron debe competir con Le Pen en la segunda vuelta del 24 de abril, ganará con 51% contra 49% de los votos. Este resultado será, no obstante, el más importante de la carrera política de la candidata de extrema derecha.
La diferencia es tan ínfima, en efecto, que los institutos de encuesta la incluyen en el margen de error, considerando matemáticamente posible que la candidata de la Reunión Nacional (RN, exFrente Nacional) llegue en primera posición.
Todo dependerá del resultado de esta primera vuelta, de la abstención que se anuncia récord para unas elecciones presidenciales, y si —como sucedió siempre en Francia cuando la ultraderecha estuvo a las puertas del poder supremo— esta vez también los electores se movilizarán para detener la llegada de la xenofobia y el racismo al Palacio del Elíseo. Eso fue lo que sucedió en 2017, cuando Macron derrotó a Le Pen con 66% de los votos de la izquierda y de la derecha republicana.
En esta campaña, Le Pen consiguió, no obstante, convertirse por fin en la segunda personalidad política favorita de los franceses. La presencia de un nuevo rival también la ayudó: el todavía más extremista Eric Zemmour que, con su discurso radical y sus llamados al odio racial, sobre todo antimusulmán, permitió a la presidenta de Reunión Nacional presentarse como una moderada, a pesar de que sus posiciones contra la inmigración y su voluntad de dar prioridad absoluta a los franceses en el terreno del trabajo, la salud pública, los beneficios sociales y la vivienda siguen siendo las mismas.
Los grandes analistas de la vida política francesa no creen, sin embargo, en un triunfo de Marine Le Pen. “Pienso que solo podría ser elegida por sorpresa. En caso que la gente, convencida de la victoria de Macron, no vaya a votar. Le Pen sigue suscitando enorme inquietud. Sobre su capacidad, sus competencias, los enormes riesgos de derrumbe del país que provocaría su política y sobre los peligros ideológicos que ella representa”, asegura el politólogo Jérôme Jaffré, director del Cecop (Centro de Estudios y Conocimientos de la Vida Política).
En todo caso, esta primera vuelta también debería reforzar la profunda transformación que se ha operado en estos cinco años en el panorama político francés, donde las dos formaciones que se alternaron el poder desde la posguerra —el Partido Socialista (PS) y la derecha de Los Republicanos (LR), heredera del gaullismo— apenas totalizan 10% de intenciones de voto. La candidata del PS y actual alcalde de París, Anne Hidalgo, obtiene un magro 2%, mientras LR podría implosionar si su candidata, Valérie Pécresse, cae al 8% como lo predice el sondeo de Elabe.
Por su parte, Eric Zemmour no obtiene un mejor pronóstico que Pécresse, víctima de una importante transferencia de votos hacia Marine Le Pen. Por fin, con apenas 4% de intenciones de voto, los Verdes de Yannick Jadot no parecen tener, una vez más, ninguna posibilidad.
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