Elecciones en España: qué propone Vox, el partido de ultraderecha que podría ser decisivo para un gobierno del PP
El espacio de Santiago Abascal busca sumar votos en los comicios del domingo para entrar en el gobierno en caso de que se confirme un triunfo del Partido Popular, donde él hizo su carrera en el pasado
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BARCELONA.- El pasado miércoles, el líder de Vox, Santiago Abascal, asumió el protagonismo de la campaña electoral ante la política de “silla vacía” del líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, en un debate televisivo, el último, en el que también participaron el socialista Pedro Sánchez, y la vicepresidenta Yolanda Díaz, de Sumar. Con el líder conservador ausente, Abascal y Vox han monopolizado el debate público, ya que el principal argumento del bloque progresista ha sido azuzar el miedo a un gobierno de coalición entre el PP y la extrema derecha.
“No basta con echar a Pedro Sánchez, hay que derogar todas las políticas que nos han traído hasta aquí. Ustedes saben que solo Vox se atreve al cambio de rumbo”, declaró en el debate Abascal, erigido allí como el único portavoz del bloque conservador. El candidato de la ultraderecha intentó así frenar una tendencia hacia la concentración del voto útil conservador en el PP que detectan todas las encuestas, y que les augura una caída de entre 10 y 20 escaños respecto a los 52 obtenidos en 2019.
Paradójicamente, aún recibiendo un castigo en las urnas, Vox podría ser decisivo para la investidura de Feijóo, tal como ha sucedido en varias regiones y más de cien ayuntamientos tras las elecciones de finales de mayo. “Es evidente que Abascal quiere entrar en el gobierno, no limitarse a apoyarlo desde fuera. Pero que lo logre, y que el PP lo permita, dependerá de cuál sea el equilibrio de fuerzas salido del 23-J”, considera el historiador Steven Forti, especializado en los grupos de extrema derecha.
Sus valores
En los gobiernos regionales, Vox ha solicitado aquellas consejerías donde puede intervenir en sus caballos de batalla, como la defensa de la “familia normal”, en línea con la franja más conservadora de la Iglesia católica, o una explotación sin obstáculos de los recursos naturales.
“El contexto europeo ha cambiado. Antes, la entrada en el gobierno de la extrema derecha era un tabú. Pero ahora ya sucede en Italia, Finlandia, Polonia, Hungría, etcétera”, comenta Forti. El caso español, además, presenta una particularidad: Vox se puede percibir como una escisión del PP, lo que facilita el pacto. Y es que Abascal desempeñó cargos de responsabilidad en el PP hasta 2013, cuando lo abandonó para fundar Vox. Nacido en el País Vasco, fue ascendiendo en el escalafón del partido conservador, pasando de concejal municipal de Llodio a presidente de las juventudes regionales, a diputado en el Parlamento Vasco, y a alto cargo en la Comunidad de Madrid bajo la presidencia de Esperanza Aguirre, mentora de la presidenta actual, Isabel Díaz Ayuso.
“Hay una serie de rasgos que comparte toda la familia ideológica de la extrema derecha europea: su nativismo [rechazo a la inmigración], valores ultraconservadores, autoritarismo, etc. Pero Vox presenta algunas peculiaridades, como su clara posición pro-OTAN, el ultraliberalismo económico, o su nacionalismo español extremo”, sostiene Forti. Su deseo de romper algunos consensos de la sociedad española es lo que suscita el miedo de una parte de la población, un sentimiento que explota el PSOE. Por ejemplo, Vox niega la existencia de un problema estructural de violencia machista y quiere abolir las autonomías, o incluso prohibir los partidos nacionalistas periféricos.
Apoyo rural
Uno de los ámbitos en los que su apoyo es más sólido es en las zonas rurales, a las que dedica una parte importante de sus discursos. En el debate a tres, Abascal prometió relajar las normas ambientales que puedan suponer una traba a la explotación de los recursos naturales. “Hay muchos ganaderos que lo apoyan porque les prometen cosas que luego no pueden complir, como nos pasó aquí con las medidas contra la tuberculosis bovina, y que desembocaron en disturbios”, comenta David Marcos, de la lista Salamanca-España Vaciada.
En junio, se produjo una batalla campal entre policías y manifestantes cuando decenas de ganaderos intentaron ocupar la delegación en Salamanca del Gobierno de Castilla y León. Durante la campaña, Vox había prometido que eliminaría las medidas contra la tuberculosis bovina, que incluyen la inmovilización de ganado en riesgo de estar infectado. Pero el consejero de Agricultura, Gerardo Dueñas, del partido ultra, no lo pudo llevar a cabo, ya que esta normativa es de ámbito europeo. De ahí, el enojo de los ganaderos.
“El campo es muy plural, y no en todos los sectores es fuerte Vox. Yo detecto que tiene más tirada entre los jóvenes, que no vivieron el franquismo, que entre los mayores”, desliza la periodista castellana Cristina García Casado. Pero ese fenómeno no solo se produce en las zonas rurales, es más general. Según una encuesta del CIS, el ente público, entre los votantes más jóvenes hay un triple empate entre Vox, PP y PSOE. Algunos politólogos explican este fenómeno como un acto de rebeldía generacional, ya que tras la moderación de la izquierda de raíz comunista, el voto más anti-sistema, es ahora la extrema derecha.
“Los nuevos machismos están arraigando con fuerza entre los jóvenes por varios motivos. Uno de ellos es la disonancia que sienten entre el discurso oficial y su propia experiencia, no siendo conscientes de ser un grupo privilegiado en absoluto. Su reacción es votar a un partido que niega esos privilegios”, explica la investigadora Carol Galais. “Una vez atraídos por este carácter anti-sistema, es fácil encontrar algún punto [en el programa] que resuene en ellos, como la xenofobia en los jóvenes desempleados o que se siente en peligro por los trabajadores inmigrantes”, añade Galais.
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