Elecciones en Ecuador: la caída de la candidata de Rafael Correa suma otra dolorosa derrota para la “Patria Grande”
Luisa González, elegida por el expresidente, contaba con el apoyo manifiesto del Grupo de Puebla, que reúne a dirigentes de izquierda de la región
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GUAYAQUIL.- La derrota de Luisa González, que contaba con el apoyo manifiesto del Grupo de Puebla, ha dolido especialmente al grupo de dirigentes revolucionarios, populistas, izquierdistas o progresistas que lo conforman. Uno de los principales leitmotiv para su creación fue el blanqueamiento de líderes en apuros, ya sean los mandatarios de los regímenes bolivarianos como Nicolás Maduro, Miguel Díaz-Canel o Daniel Ortega o los exmandatarios castigados por corrupción o sabotajes electorales.
Y uno de ellos -una de sus “estrellas”- es sin duda Rafael Correa, derrotado directamente en las elecciones de este domingo, por segunda vez en dos años. El exmandatario prófugo por corrupción eligió a la exasambleísta por su fidelidad pese a su falta de carisma, impuso la estrategia electoral desde Bélgica y desde México y marcó una hoja de ruta que pasaba por una Asamblea Constituyente para facilitar su regreso al país por la puerta grande y su candidatura para 2025. Nada de eso pasará.
La “Patria Grande” sufre así una nueva derrota dolorosa tras muchas victorias, beneficiada por la oleada de voto de castigo contra los gobernantes que impera en el continente. Y precisamente donde en 2019 empezó todo, con las primeras protestas que antecedieron a las de Chile o Colombia, donde hoy gobiernan presidentes izquierdistas.
“En el caso de Ecuador, la derrota del Grupo de Puebla, y por ende, el Foro de Sao Paulo, es todavía más significativa, pues durante el agitado gobierno de Guillermo Lasso hemos podido ver cómo actúan sus miembros cuando no están en el poder, y Rafael Correa es un ejemplo perfecto: desde el día uno intentaron torcerlo, evitar que terminara, sacarlo del juego. En resumen, volver al poder sí o sí. Pero a pesar de todo ello, los mismos ecuatorianos le dijeron nuevamente que no”, sopesa para LA NACION el politólogo Walter Molina Galdi.
“A nivel regional es fundamental, pues no se suma a esas victorias que había tenido la izquierda hasta ahora. De hecho, es otra victoria de la centroderecha y la derecha, luego de la continuidad en Paraguay, y probablemente se sumará otra más en la Argentina. Hoy, cuando el mundo necesita voces sensatas que no tengan medias tintas ante la barbarie, estas victorias son un bálsamo democrático”, sentencia el analista.
De esta forma, de los diez países más poderosos de América del Sur, la Patria Grande cuenta con seis presidentes alineados con el Grupo de Puebla (Brasil, Colombia, Chile, Bolivia y Venezuela, más la Argentina), a falta de que finalice el proceso electoral argentino. Enfrente quedan Uruguay, cuyo presidente, Luis Lacalle Pou, ejerce como principal portavoz alternativo a la hegemonía de la izquierda desde el centro y desde la derecha; más Paraguay y Perú, cuya presidenta, Dina Boluarte, cuenta con el apoyo de los grupos parlamentarios de derecha y de centro pese a proceder de la filas de Perú Libre, partido marxista leninista. Boluarte es rechazada por los principales dirigentes de la Patria Grande, con especial saña el mexicano Andrés Manuel López Obrador y el colombiano Gustavo Petro.
El bloque izquierdista suma en el resto del continente no solo a México, también a Cuba, Nicaragua (pese a las críticas) y Honduras. El presidente electo de Guatemala, Bernardo Arévalo, se convirtió en el invitado principal de la última cumbre del Grupo de Puebla, celebrada precisamente en la ciudad mexicana que le da nombre. En este mismo cónclave participaron por primera vez el chavismo, con la vicepresidenta Delcy Rodríguez, y la revolución cubana, que envió a su canciller, Bruno Rodríguez.
“Amarga derrota para Rafael Correa y para las dictadura criminales de Nicaragua, Cuba y Venezuela”, se congratuló Arturo McFields, antiguo embajador nicaragüense ante la Organización de Estados Americanos (OEA).
Y todo ello con un protagonista, Daniel Noboa, que se define como “socialdemócrata moderado” y que contó con el apoyo del Partido Socialista en su acceso al Parlamento en 2021. En varias de sus propuestas, el presidente electo ha mostrado ser más progresista que su rival, al apoyar que las mujeres decidan en los casos de aborto.
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