Elecciones en Cataluña: los separatistas logran la mayoría absoluta pese al triunfo del socialismo
BARCELONA.– Ni siquiera después de los tres años más agitados de la política catalana en casi un siglo, y en mitad de una pandemia que ha rebajado la participación a un mínimo histórico, se ha deshecho el empate perenne entre partidarios y detractores de la independencia en las elecciones autonómicas celebradas en Cataluña. La región continúa partida en dos mitades casi iguales tres años después del intento fallido de declaración unilateral de independencia, sin que se divise su encaje definitivo en España.
El socialista Salvador Illa, exministro de Sanidad, consiguió ser el candidato más votado, pero los cuatro partidos independentistas presentes en el Parlament continuarán sumando mayoría absoluta, por lo que probablemente el próximo presidente de la Generalitat sea de ideología independentista. De hecho, el independentismo logró el hito de superar por primera vez el 50% de los votos, lo que le dará una mayor fuerza moral para reclamar al gobierno de Madrid un referéndum de autodeterminación.
El Partido Socialista (PSC) se alzó con una victoria por la mínima, al hacerse con 33 diputados (23%), los mismos que Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), si bien su candidato, el catalanista Pere Aragonés, obtuvo unos cuantos miles de votos menos. En un resultado que esboza una especie de triple empate, a ambos les pisó los talones Junts per Catalunya, el partido de centroderecha liderado por el carismático expresidente Carles Puigdemont, exiliado en Bélgica. Su candidata, Laura Borras, representante del independentismo más radical, aspiraba a ser la primera mujer en presidir Cataluña en toda su historia.
Por debajo destaca la fulgurante irrupción de la extrema derecha de Vox en el Parlamento catalán con 11 diputados, superando con claridad los otros dos partidos de la derecha de ámbito español. Ciudadanos, que ganó las últimas elecciones con 36 diputados, se hunde hasta los seis, y el Partido Popular a punto estuvo de no obtener representación, pues quedó con solo tres. Por la izquierda, La CUP, un partido favorable a la independencia y anticapitalista, dobla resultado llegando a los nueve, mientras la filial catalana de Podemos repite resultado con ocho.
Estas fueron unas elecciones excepcionales a causa de la pandemia, que hizo que se cerniera sobre los comicios la sombra de su aplazamiento incluso iniciada ya la campaña. Esta era la preferencia del gobierno catalán, avalada por la mayoría de los partidos. No obstante, los tribunales anularon el decreto de suspensión, al considerarlo ilegal, y forzaron la celebración de los comicios, generando una gran polémica en las redes y un escalofrío de miedo entre las personas escogidas por sorteo para formar parte de las mesas electorales.
Temor al virus
De hecho, hasta un 25% de los elegidos por el azar presentaron excepciones a la Justicia para librarse de su deber. El miedo al coronavirus arrecia en plena tercera ola –la semana pasada fue la que registró más muertes desde octubre en España– y ante una lenta vacunación. “Tanto el que debía ser presidente de la mesa como el suplente no se presentaron a primera hora de la mañana. Yo era el segundo suplente y me ha tocado”, explica Carlos, en un barrio de las afueras de Barcelona.
Al igual que sus compañeros de mesa, va enfundado en una bata quirúrgica, lo que da al colegio una apariencia de hospital. Y es que son las 19:30, en la franja horaria destinada a los enfermos de Covid-19, o personas en confinamiento por ser contacto de un positivo. Finalmente, a pesar de los “insumisos electorales pandémicos”, que se enfrenta a una multa e incluso pena de cárcel, se pudieron formar todas las mesas y la jornada transcurrió sin problemas. Pero la participación se resintió sobremanera. Del 78% registrado en 2017 esta vez se pasó a solo el 53%.
Las elecciones se convocaron de forma automática después de que los tribunales inhabilitaron en otoño al presidente de la Generalitat, Quim Torra, de Junts. La razón fue que Torra, en un acto consciente de desobediencia, se negó a retirar una pancarta del balcón del palacio de la Generalitat durante las elecciones municipales de 2019, tal como lo instaba la Junta Electoral. La pancarta era interpretada como declaración partidista de apoyo a los “presos políticos”, en referencia a los miembros del gobierno catalán que fueron encarcelados por haber organizado el referéndum de independencia de 2017.
Precisamente, la suerte de los presos es uno de los asuntos que más tensan la política catalana. Todos ellos, incluido el líder de ERC, Oriol Junqueras, recibieron el tercer grado penitenciario hace un par de semanas, lo que les permitió asistir a los mítines y hacer campaña. El gobierno de Pedro Sánchez podría concederles el indulto durante las próximas semanas, un asunto muy polémico en el resto de España.
Y es que nunca unas elecciones catalanas tuvieron tanta repercusión en la política española, debido a la existencia de un gobierno en minoría y, sobre todo, a las crisis internas de varios partidos, sobre todo, el PP y Ciudadanos. La humillante derrota de estos frente a Vox en Cataluña podría provocar la caída de sus líderes o una reorientación de su estrategia política.
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