Elecciones en Brasil: cuáles son las apuestas de Lula y Bolsonaro hacia la segunda vuelta en Brasil
Los candidatos se embarcarán esta misma noche en una nueva y beligerante campaña electoral; el expresidente buscará captar los votos de otras opciones y el mandatario, mostrar buenos resultados económicos
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SAN PABLO.- Para Luiz Inacio Lula da Silva, es un triunfo con sabor amargo, que incluso así lo deja mejor perfilado que su rival para concretar, en el ballotage, su regreso al poder tras 12 años. Para Jair Bolsonaro, es una envión sorprendente con gusto a victoria moral, que alimenta su aspiración de dar pelea el 30 de octubre. Ambos se embarcarán ahora en una nueva y beligerante campaña electoral en la que no solo intentarán movilizar nuevos votantes sino también capturar los apoyos de otros candidatos presidenciales.
Más allá de ellos, los resultados de esta primera vuelta desnudan y confirman que Brasil está partido por una polarización política y social que no había experimentado en su historia más reciente. El antipetismo y el antibolsonarismo fueron tan protagonistas como los propios candidatos.
Esas fueron las inesperadas claves de esta votación que generó sorpresa en toda la región. Aunque la campaña de Lula confía en lograr los puntos que le restan para superar la marca de 50%, para Bolsonaro la diferencia de casi cinco puntos le dio oxígeno para aún mantener el sueño de reelección. Pero, para eso, el presidente aún debería quebrar una barrera que los analistas marcan como cuesta arriba: su elevado nivel de rechazo, superior al de Lula. Según el Instituto Datafolha, el 52% de los electores afirman que jamás votarían por el líder ultraderechista, mientras que el 40% dijo lo propio sobre el líder del PT.
En las últimas cinco elecciones, con los triunfos de Lula (2002 y 2006), de Dilma Rousseff (2010 y 2014) y del propio Bolsonaro (2018), siempre el candidato que sacó más votos en la primera vuelta resultó vencedor en la segunda, un dato clave en el que confían en el PT.
A la caza de otros votos
“El ballottage es otra elección muy distinta”, había reconocido Lula el sábado en un encuentro con medios locales e internacionales, entre ellos LA NACION. Para el expresidente, el objetivo ahora es captar votos de las otras opciones, sobre todo de Simone Tebet (MDB, 4,19%), que se mostró más cerca al lulismo, y de Ciro Gomes (PDT, 3,05%), con indicios más cercanos al bolsonarismo, además de otros candidatos. Y la gran incógnita: ¿quedan en Brasil votantes moderados que no hayan ido a las urnas este domingo? Ambas campañas tendrán que reforzar su campaña de seducción, en un duelo que se anticipa decisivo.
“Si no lo definimos el domingo, haremos como un equipo cuando va a la prórroga: descansaremos 15 minutos, e iremos para marcar el gol que no marcamos en el tiempo reglamentario”, había adelantado Lula. Y trazó una analogía de su campaña con el arca de Noé para mostrar su apertura al apoyo. “Estaremos dispuestos a hablar con quien sea necesario, porque en estos momentos en que lo que está en juego es el interés de mejorar la vida de los brasileños, no hay que ser sensibles para hablar con nadie. Nuestro barco es como el arca de Noé, basta querer vivir para entrar”.
Ya antes de las elecciones de este domingo, Tebet se había transformado en un activo político cobijado por el PT. En las últimas semanas, colaboradores de Lula han buscado a los aliados de la dirigente del MDB para abrir negociaciones para que la candidata declare públicamente su apoyo al exmandatario en el ballottage.
Hasta hoy, Tebet no permitió ninguna aproximación estrecha por temor a que ese tipo de información empujara a sus electores hacia un “voto útil” favorable a Lula en primera vuelta y que eso la desviara de su objetivo de quedar tercera por delante de Gomes. Pero sus interlocutores en el MDB y PSDB, así como aliados en la campaña, señalan por lo bajo que aceptaría hablar de apoyo en la segunda vuelta y de una participación en el gobierno, señaló O Globo. E incluso apuestan por las carteras que le gustaría ocupar, en caso de que el coqueteo político se convierta en alianza: educación y desarrollo social.
“Lamentablemente, vimos que la polarización ideológica contaminaba el alma del pueblo brasileño. Nuestra candidatura proponía exactamente tomar el camino del medio, es decir, con equilibrio, con moderación, con diálogo, trayendo propuestas y soluciones reales a los problemas reales de Brasil”, dijo Tebet tras votar en Campo Grande.
La apuesta de Bolsonaro
Según los analistas, para Bolsonaro y su grupo más cercano la apuesta de cara al ballottage es que los efectos de las mejoras económicas de los últimos meses (repunte de la actividad, dos índices consecutivos de deflación y caída de la tasa de desempleo a su nivel más bajo en siete años, a 8,9%) lleguen a más brasileños que se inclinaron por votar en blanco o nulo, se ausentaron o eligieron otras opciones. “La memoria de muchos electores es corta, y eso podría favorecer al presidente en estas semanas”, señaló a LA NACION Alberto Pfeifer, del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de San Pablo.
El hecho de forzar una segunda vuelta con este caudal de votos refleja la fortaleza de uno de los legados de la gestión de Bolsonaro: más de un 40% del electorado sigue identificado con un movimiento conservador, en un país que en los últimos cuatro años tuvo transformaciones profundas, sobre todo en las costumbres, por el impulso del líder ultraderechista, que tiene una fuerte base de apoyo en los evangélicos.
La avanzada bolsonarista de 2018 dejó el Congreso más conservador de la historia del país. Aunque Bolsonaro llegó al poder sin un partido fuerte detrás, confió en gobernar con el respaldo de la bancada “BBB” (buey, bala y biblia), como se denominan a los congresistas que defienden intereses del sector agrícola y ganadero, los agentes de seguridad y los religiosos, sobre todo evangélicos. Juntos formaron un bloque ultraconservador reforzado en estos cuatro años y en el que se apoyó Bolsonaro.
“Para el Congreso, los candidatos bolsonaristas están muy fuertes en estas elecciones, sobre todo en el Senado. Será un Parlamento bastante conservador”, dijo a LA NACION el politólogo Mauricio Santoro, profesor de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ).
“Es uno de los problemas para Lula. Brasil es un país mucho más conservador que hace 20 años. Tienen otro tipo de presencia, sobre todo en las redes sociales y en el poder de movilización. Y, además, el PT está más debilitado que en el pasado. Los escándalos de corrupción hicieron mella”, añadió.
Cuando gobernó entre 2003 y 2010, Lula no se había enfrentado a este grado de polarización y poder de los grupos conservadores, más organizados, movilizados e, incluso, armados, tras las flexibilizaciones en la venta de armas firmadas por el propio Bolsonaro.
“Hay una nueva entidad político-social. Una agenda conservadora más fuerte, anti-intervencionista del Estado, con libertad de fe, de portación de armas. Esa agenda está en su tope en Brasil. Es algo nuevo”, indicó Pfeifer.
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