Elecciones en Brasil: Biden envío un fuerte mensaje de apoyo de Biden a Lula, después de una difícil relación con Bolsonaro
“Espero que trabajemos juntos para continuar nuestra cooperación entre nuestros dos países en los meses y años por venir”, dijo en un comunicado
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WASHINGTON.- Estados Unidos siguió de cerca y con sumo interés las elecciones en Brasil, y aunque nadie de la Casa Blanca lo haya dicho en público, la posibilidad de un triunfo de Luiz Inacio Lula da Silva generaba la expectativa de un cambio de régimen político que permitiera revitalizar y afianzar el vínculo entre Brasilia y Washington, los dos aliados más poderosos del hemisferio. Biden y Jair Bolsonaro, que desde sus orígenes nunca ocultó su admiración ciega por Donald Trump, nunca forjaron una sólida alianza de trabajo, o comulgaron los mismos valores.
Apenas se oficializó el resultado que le dio el triunfo a Lula, el gobierno de Biden le dio la bienvenida al flamante presidente electo. La Casa Blanca mostró su interés y su voluntad para trabajar en objetivos compartidos. En Washington existe interés en ver si Lula puede resucitar al líder regional de principios de siglo, y ordenar y darle fuerza a una región prometedora a la que Estados Unidos mira con una mezcla de interés a indiferencia.
“Envío mis felicitaciones a Luiz Inacio Lula da Silva por su elección para ser el próximo presidente de Brasil, después de elecciones libres, justas y creíbles. Espero que trabajemos juntos para continuar nuestra cooperación entre nuestros dos países en los meses y años por venir”, dijo Biden hoy en un comunicado.
El interés inmediato y central de Estados Unidos en la región sigue siendo contener la ola de refugiados de América Latina –en su gran mayoría, ahora, oriundos de Venezuela– que avanza hacia Estados Unidos abriéndose paso por la selva del Tapón de Darién, la violencia del Triángulo Norte y un laberinto legal que los obliga a estacionarse en México. Pero Biden tiene también otras prioridades, como la lucha contra el cambio climático, con las que Lula aparece mejor alineado que Bolsonaro, quien dio luz verde a la deforestación del Amazonas.
El resultado de la elección en Brasil tendrá una primera consecuencia directa en otra elección clave para la región: la presidencia del BID. El gobierno de Bolsonaro nominó para ese cargo a Ilan Goldfajn, director del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI). Goldfajn aparece bien posicionado para llegar a dirigir el banco, pero el entorno de Lula sugirió que está en contra de su candidatura.
De la Casa Blanca al Congreso, las elecciones en las cuales los brasileños decidieron darle una nueva oportunidad a Lula da Silva generaron un enorme interés en Estados Unidos, mechado con una dosis palpable de inquietud por las constantes sospechas que Bolsonaro arrojó sobre los comicios, y el futuro de la democracia brasileña, para unos, exagerada, y para otros, muy atinada.
Durante semanas, la historia que sobresalió en Estados Unidos sobre la elección en Brasil fue el temor a que Bolsonaro siguiera el mismo camino de Donald Trump, y denunciara un fraude masivo inexistente para que echara un manto de duda sobre el resultado electoral. Bolsonaro y su admiración sin límites por Trump le valió el sobrenombre de “Trump Tropical”, y sus declaraciones en contra del sistema electoral brasileño, agitando la amenaza de que le “roben” la elección, se ven como una copia del libreto trumpista en la campaña norteamericana de 2020.
Antes de la primera vuelta, que mostró un margen mucho más estrecho a favor de Lula del que anticipaban las encuestas, Antony Blinken, secretario de Estado de Estados Unidos, había tenido que responder sobre la robustez del sistema electoral brasileño durante una conferencia.
“Brasil tiene instituciones democráticas muy fuertes, incluidas instituciones electorales muy fuertes que han demostrado una y otra vez, y esperamos que ese sea el caso en las próximas elecciones de este fin de semana”, fue la respuesta que dio Blinken en ese momento.
El temor a que Brasil siga los pasos de Estados Unidos –antaño el modelo democrático regional, una chapa que se cayó con Trump– llevó a los demócratas en el Senado a impulsar una resolución antes de la primera vuelta para enviar un claro mensaje político: el documento urgió al gobierno de Brasil a que garantice que las elecciones sean libres, justas, creíbles, transparentes y pacíficas, y le pidió al gobierno de Joe Biden que reconozca “inmediatamente” los resultados (tal como ocurrió). El texto dejó un tono de alarma al afirmar que “brasileños de todos los sectores de la sociedad han expresado públicamente serias preocupaciones sobre los esfuerzos para socavar la democracia en Brasil”.
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