Elecciones en EE.UU. El recuerdo de 2016 irrumpe en 2020: ¿se repetirá la historia?
WASHINGTON.- Los análisis sobre la avalancha de pronósticos de la elección presidencial de Estados Unidos sumaron en los últimos días una novedad: varios expertos comenzaron a calcular cuál sería el desenlace de los comicios ya no solo sobre los resultados de los sondeos, sino computando también el pifie que tuvieron hace cuatro años. "Demócratas en Pensilvania, recordando el sorpresivo triunfo de Trump, se ponen nerviosos", título una de sus notas el domingo el Washington Post. Y Donald Trump vuelve a volar frenéticamente de estado en estado –ahora, en el avión presidencial– en busca de otra remontada épica.
El espectro de 2016 sobrevuela en 2020.
Aunque confían en la ventaja que le brindan las encuestas, Joe Biden y los demócratas llegan de todos modos a los comicios acompañados también por la ansiedad y el temor de que otra elección se escurra al final una vez más como arena entre los dedos. Y Trump y los republicanos, que corrieron desde atrás desde el principio, se entusiasman con una arremetida final y una "ola roja" que repita la historia.
Ya sea por cábala o una verdadera necesidad política, Trump cerrará su campaña presidencial de la misma manera que hace cuatro años: con un rally en Grand Rapids, en Michigan, uno de los estados decisivos, y uno de los tres que formaban la famosa "pared azul" –los otros dos son Pensilvana y Wisconsin– en la que había puesto sus esperanzas la campaña de Hillary Clinton. En ese momento, muchos vieron ese último acto como un último y desesperado intento de Trump y su equipo, y una evidencia más del caos de su campaña. Esta vez, no.
Joe Biden también cerrará su campaña en el Rust Belt, o el Cinturón del Óxido, la región donde Trump forjó su ascenso a la Casa Blanca y vuelve, otra vez, a convertirse en el epicentro de la puja por la presidencia. Trump auguró este año una movilización de su coalición aún más abrumadora que la de hace cuatro años.
"Hay un rugido, y la gente lo escucha por todas partes. Lo escucharon hace cuatro años alto y claro", dijo Trump este fin de semana en Pensilvania, el más decisivo de los estados decisivos. "Y digo, 2016 fue un evento increíble que sacudió la tierra, pero 2020, y nunca pensé que diría esto, 2020, lo que estamos haciendo ahora es mucho más grande", arengó.
La discusión sobre la fiabilidad de las encuestas no es el único legado de 2016. En el epílogo de la campaña resucitaron también los debates y las historias sobre el "voto oculto", "tímido" o "vergonzante" aunque con una variante: cuatro años atrás se hablaba de las personas que tenían pensado votar por Trump, pero eludían reconocerlo abiertamente por temor a ser atacados. Eran la "mayoría silenciosa". Ahora los trumpistas se muestran más envalentonados –basta solo con mirar las banderas gigantescas que flamean en barcos, camionetas, o casas– y aunque muchos creen que el voto oculto por Trump existe, también se habla de un voto escondido a favor de Biden.
Otra historia que vuelve a 2016: ¿saldrán a votar esta vez los afroamericanos? Hace cuatro años, la participación de los negros en la elección se desplomó, sacándole a Clinton votos cruciales en ciudades como Detroit, Milwaukee o Filadelfia que necesitaba para ganar. Biden y los demócratas han puesto especial atención este año en revertir la sangría que sufrió la campaña de Clinton. Un dato que reavivó los fantasmas y encendió las alarmas entre los demócratas: la firma Catalist reveló que el 75% de los afroamericanos en Pensilvania y la mitad de los hispanos y los negros registrados en Florida no había votado aún a días del cierre, indicó Bloomberg.
Las diferencias
A pesar de las similitudes y la sensación de déjà vu, algunos creen que las comparaciones con 2016 son más bien una consecuencia de una suerte de "estrés postraumático" del país por el impacto que dejó el histórico y sorpresivo triunfo de Trump. La coyuntura es distinta, y ambas campañas han tenido diferencias significativas.
En 2016, la campaña demócrata estuvo atormentada por las filtraciones de Wikileaks, el escándalo del Emailgate de Clinton que reapareció en la recta final con la carta de James Comey, y las divisiones en el partido por la irrupción del ala progresista liderada por el senador socialista Bernie Sanders. Muchos jóvenes votaron esa vez por el candidato libertario, Gary Johnson, o la ecologista Jill Stein, o no votaron. Este año, la votación anticipada sugiere que el voto joven está más movilizado. Los demócratas están unidos detrás del objetivo de derrotar a Trump –aunque las divisiones perduren–, y la campaña de Biden ha tenido menos dolores de cabeza que la de Clinton. Trump y sus aliados lo atacaron por el supuesto escándalo que involucró al hijo de Biden, Hunter Biden, y sus lazos con China y Ucrania. Tal como hizo con Clinton, Trump denunció a Biden y a su familia como corruptos, y en sus actos se escuchó el mismo canto que hace cuatro años: "¡Enciérrenlos!¡Enciérrenlos!".
Cuatro años atrás, Trump era el "outsider", y ahora es el presidente que compite con un archivo de medidas, decretos, leyes y declaraciones sobre sus espaldas en medio de una pandemia que ya mató a más de 230.000 personas en el país y hundió al país en una crisis. La historia le da una ventaja: solo dos presidentes en la historia reciente no lograron conseguir su reelección, George H.W. Bush y Jimmy Carter.
Trump y Clinton tenían una similitud: eran figuras impopulares con una alta imagen negativa que generaban fuerte rechazo, dentro y fuera de su partido. Pero, sin descollar como candidato, Biden mantiene su imagen positiva, es visto como un político moderado que puede tender puentes, y genera menos resistencia entre los votantes que Clinton, la primera mujer con posibilidades de llegar a la presidencia.
Trump no ha querido a comprometerse a aceptar el resultado. La votación anticipada –más de 90 millones de personas ya han votado– augura otras diferencias cruciales: la participación apunta a ser mucho más alta, y el voto por correo, al que Trump acusa sin pruebas de abrir la puerta al fraude, puede terminar en una elección disputada y una dura pelea judicial que lleve todo a la Corte Suprema de Justicia.
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