Elección sin sorpresas: los rusos van a las urnas para expresar sus sensaciones sobre a Putin y la guerra en Ucrania
Por los manejos fraudulentos, la oposición silenciada y la mera costumbre, nadie duda del triunfo del presidente
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SAN PETERSBURGO.- Pavel Anatolyevich tiene 92 años. Hace años que no votaba, faltó a las dos últimas elecciones; dice que dejó de hacerlo por su edad y por falta de interés. Pero el viernes, cuando abrieron las urnas en Rusia para una elección que probablemente dará al presidente Vladimir Putin otros seis años en el poder, Pavel estaba ahí a las 9 de la mañana, ansioso por volver a poner su boleta.
Su nieto político, Aleksandr B, un profesor de finanzas de 30 años, era una de las personas que hacía la fila para votar en la escuela N°58 de San Petersburgo. Según contó a LA NACION, este año, a diferencia de los anteriores, se observó un aumento significativo en la asistencia, que se podía ver en la cantidad de gente y la urna transparente que ya estaba casi llena de boletas, incluso siendo apenas mediodía.
Según la Comisión Electoral Central de Rusia, la participación superó este sábado el 50%. Además, el 79% de los inscriptos ya participaron en la votación electrónica, que demostró fallas debido a la gran cantidad de personas que intentaban emitir su voto de esa manera.
El aumento del interés de los ciudadanos rusos en la política exterior y las relaciones internacionales se debió en gran parte a la guerra en Ucrania. Esta situación motivó a más personas a acudir a las urnas: algunas lo hicieron en respuesta a las sanciones impuestas por Occidente, expresando su respaldo al régimen actual. Otras, aún sabiendo que sus votos no marcarían ninguna diferencia, lo usaron como espacio para mostrar un profundo descontento.
“Me volví mucho más crítico con el régimen actual. Actualmente creo que no están guiando al país en la dirección adecuada”, dice Aleksandr, mientras se prepara para votar. “Apoyé a Putin después de Crimea, pero la guerra en Ucrania fue el punto final después del cual me di cuenta de que este rumbo no es el correcto. Sé que el resultado está 99,99% asegurado, pero veo mi voto como un voto en contra, en lugar de la votación para alguien”.
En los lugares públicos donde los rusos acuden a votar se percibe cierta tensión, especialmente después de que varios grupos opositores boicotearan las elecciones mediante actos como tirar pintura verde en las urnas o lanzar bombas molotov en los espacios de votación.
En la entrada hay un cartel grande que presenta a los cuatro candidatos, su propuesta y sus bienes personales. Paradójicamente, la descripción de Putin es la más corta: “Presidente de la Federación Rusa durante los últimos 20 años”, dice, junto a su declaración de bienes personales: un auto viejo y un departamento antiguo y pequeño en San Petersburgo. Una pareja joven que hacía la fila para votar lo señala y se ríe.
¿Cómo es el proceso? La gente forma una fila, espera su turno para acercarse a la mesa donde está la boleta única; se encierra en un cuarto oscuro, selecciona con una cruz a su candidato, y luego introduce la boleta en la urna que está en el centro de la sala. Pero todo esto es, según los expertos, parte de un montaje, ya el Kremlin emplea una variedad de tácticas sociales, geográficas y técnicas para asegurar una victoria contundente para su candidato.
El voto es optativo y están habilitadas a sufragar 112 millones de personas, incluidas las que están en las cuatro regiones ucranianas anexadas ilegalmente (Lugansk, Donetsk, Zaporiyia y Kherson).
“Por lo general, una vez que termina la votación, el gobierno añade boletas adicionales a las urnas. Para eso, agarran boletas en blanco y las completan. Además, registran estas boletas como si fueran tomadas por personas que nunca participaron en las elecciones. Por eso se dice que es mejor siempre participar que abstenerse”, denuncia Alexandr.
En la ciudad no se ve una campaña política intensa a favor Putin. Quizás porque no le hace falta o quizás por el riesgo de vandalismo, lo cual podría resultar embarazoso para el presidente y dañar su imagen pública.
Algunos expertos afirman que la narrativa occidental en los discursos políticos y la cultura popular ha creado un código geopolítico de antinomia con Rusia, que no ha hecho más que fortalecer a la posición de Putin en el frente interno. Esto se ve en los votantes que reaccionan apoyándolo.
Mikhail Pankratov, un trabajador de 52 años que hace la fila para votar en la estación de tren de Moscú en San Petersburgo, dijo que, a diferencia de la última elección, en esta definitivamente votará a Putin. “Nadie más podría liderarnos en este momento. Y si a Occidente le molesta que lo votemos, debería pensar que en gran parte es debido a sus sanciones”, señaló a LA NACION.
Pero, según Brian Taylor, experto en política rusa y presidente del Departamento de Ciencias Políticas en la Escuela Maxwell de la Universidad de Syracuse, esta afirmación capta muy bien la forma en que funciona el putinismo. “Los votantes no pueden imaginar ninguna alternativa a Putin porque durante más de 20 años el sistema político se ha construido de tal manera que no se permiten alternativas” explica a LA NACION.
“El Kremlin controla los medios de comunicación, controla las elecciones, controla el Parlamento. Los verdaderos oponentes de Putin están muertos, en la cárcel o fuera del país. Uno de los mayores éxitos del putinismo es eliminar todas las alternativas a Putin y, por lo tanto, convencer a la gente de que solo Putin puede hacer el trabajo”, agrega Maxwell.
Algunos ciudadanos recurren al voto como su única forma de protesta, dado que manifestarse en Rusia es ilegal. Anna, una guía turista de 32 años cuyo apellido prefirió reservar, instó a toda su familia a ejercer su derecho al voto. No necesariamente a favor de Putin, sino por cualquier otro candidato, como una expresión de su descontento: “Aunque nuestro voto no marque la diferencia, es una forma de manifestar nuestras sensaciones al gobierno, que al final será el único que sabrá cuánta gente votó en su contra”, dijo.
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