El vínculo entre la violencia en Guayaquil y el principal puerto de entrada a Europa de la droga latinoamericana
Por Amberes, en Bélgica, ingresan toneladas de cocaína camuflada de Ecuador, y el año pasado se decomisó un récord de 116 toneladas; Europa, en alerta por la sofisticación de los carteles del narcotráfico
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BRUSELAS.– Un oscuro anochecer de noviembre, tres personas treparon el vallado del inmenso puerto de Amberes, en el Mar del Norte, amenazaron a punta de cuchillo a los empleados aduaneros y los obligaron a abrir un contenedor confiscado. Los agentes de seguridad dicen que los asaltantes sabían lo que buscaban: dentro del contenedor, entre pieles de animales, estaban los ladrillos de cocaína.
El puerto de Amberes, en Bélgica, famoso centro histórico del comercio de diamantes, ahora tiene fama de ser la capital europea para la importación de cocaína. El año pasado, funcionarios aduaneros de Amberes interceptaron un récord de 116 toneladas de cocaína, según informó días atrás el Ministerio de Finanzas de Bélgica.
Esa cifra triplica la cantidad incautada en todo Estados Unidos por funcionarios de aduana y de fronteras. Pero las autoridades estiman que solo es una pequeña parte de las drogas que ingresan de contrabando entre los 12 millones de contenedores que llegan anualmente a Amberes.
En una entrevista, el director del servicio de aduanas de Bélgica dijo que las incautaciones especialmente grandes de los últimos meses parecen haber provocado una reacción violenta y plantean un nuevo problema: las autoridades no siempre llegan a destruir la cocaína confiscada antes de que las bandas narco intenten recuperarla.
“En Europa es muy inusual que se ataque a la policía y a la aduana”, dice Kristian Vanderwaeren, director general de la agencia aduanera belga. “Tuve mucho miedo de que mataran a mi gente”.
El puerto de Amberes es enorme y cubre una superficie similar a la de una ciudad mediana. El año pasado atracaron 20.000 cargueros, lo que convierte a Amberes en el segundo puerto más importante de Europa detrás de Rotterdam, en los Países Bajos. Desde que las autoridades holandesas reforzaran los controles antidrogas en sus puertos, los traficantes empezaron a desviar cada vez más operaciones hacia Amberes, dice Stijn Hoorens, investigador de narcotráfico y políticas públicas en RAND Europe.
Los envíos de drogas aumentan con la llegada de la temporada de vacaciones, dice Vanderwaeren, y generan lo que denomina una “Navidad blanca” en el puerto. El 3 de noviembre, el mismo día del asalto a las instalaciones aduaneras, las autoridades incautaron 7500 kilos de cocaína ocultos en cajas de bananas de Ecuador.
La cocaína confiscada se va apilando en las instalaciones aduaneras. Las autoridades holandesas incineran rápidamente las drogas incautadas, pero el gobierno belga no tenía los recursos para hacer lo mismo. Y como las bandas narco suelen seguir sus envíos por medio de geolocalizadores digitales, pueden ubicar fácilmente la cocaína que no ha sido sacada del container.
“El grupo delictivo no tuvo miedo de ingresar al predio a recuperar la cocaína, aunque tuvieran que matar a un funcionario de aduana en el camino”, dice Vanderwaeren.
Esa noche de noviembre, algunos de los empleados aduaneros lograron atrincherarse en una oficina y llamar a la policía. Los asaltantes escaparon sin herir a nadie y dejando la droga que presuntamente habían ido a buscar.
En otro episodio reciente, la versión belga de SWAT embistió una camioneta negra que circulaba cerca del puerto y arrestó a siete hombres armados. La policía actuó gracias a información de inteligencia que indicaba que los hombres se dirigían a robar la cocaína incautada. Al igual que el ataque del 3 de noviembre, el episodio ocurrió el mismo día de una incautación importante, cuando funcionarios interceptaron “varias toneladas” de cocaína en una carga de harina de soja proveniente de Sierra Leona.
Modelo de negocios
Las incautaciones y arrestos no parecen haber alterado el modelo de negocio de las bandas narco. El precio de la cocaína en la calle se mantiene estable desde hace años, aunque la calidad de la droga haya mejorado. La producción en América Latina va en aumento, y los carteles son cada vez más sofisticados, se integran con redes criminales europeas y construyen sus propias instalaciones en Europa para procesar las drogas, dice Hoorens.
Según Europol, el organismo de vigilancia de la Unión Europea para la prevención y la lucha contra toda forma grave y organizada de delincuencia, ciberdelincuencia y terrorismo a escala internacional, la mayor cantidad de cocaína con destino a Europa proviene de Ecuador y su principal puerto, Guayaquil, lo que refleja la infiltración de bandas mexicanas y albanesas.
Este mes, luego de una serie de asesinatos, fugas de prisiones y atentados con explosivos, el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, declaró el “estado de guerra” contra las bandas narco.
En los países exportadores, las bandas sobornan o extorsionan a los trabajadores portuarios para poder esconder la cocaína en cargamentos legales. Los traficantes prefieren los contenedores de productos perecederos, como fruta y pescado, que al llegar deben ser movidos rápidamente, dice Hoorens. A veces la droga viaja almacenada en un bolso tirado en un contenedor cualquiera. Y a veces los métodos son más complejos.
Las autoridades belgas encontraron cocaína empaquetada en troncos de madera y ananás ahuecados. La droga también puede ir impregnada en tela, se la deja secar, y una vez que llega a destino es procesada nuevamente hasta obtener el polvo.
Los funcionarios de aduana usan máquinas de rayos X gigantes para escudriñar los contenedores sin abrirlos, pero no hay manera de escanear más que un pequeño porcentaje de las decenas de miles que pasan todos los días por el puerto de Amberes. “Es absolutamente imposible”, dice Hoorens. “Cada contenedor que pasa por el escáner genera demoras, y las demoras cuestan dinero”. Así entran enormes cantidades de drogas en contenedores que nunca son inspeccionados.
En Europa, los puertos compiten entre sí para atraer cargas comerciales. Amberes está a poco más de 60 kilómetros de Rotterdam. Puertos más pequeños, como el de Flesinga, en los Países Bajos, Le Havre, en Francia, y Hamburgo, en Alemania, están siempre ávidos de aumentar sus operaciones. “Si Rotterdam y Amberes refuerzan el control, los traficantes van a buscar rutas alternativas”, dice Hoorens.
En los últimos años, tanto en Bélgica como en los Países Bajos la violencia narco se disparó. En 2021, un conocido periodista de policiales holandés fue asesinado tras aconsejarle a un narco arrepentido que testificara contra un capo de su banda. En 2022, el ministro de Justicia belga tuvo que mantenerse escondido tras recibir amenazas de muerte del crimen organizado.
Sin embargo, no todos creen que el mejor camino sea reforzar la seguridad. Este mes, el alcalde de Ámsterdam, Femke Halsema, advirtió en una columna de opinión en el diario británico The Guardian que si no se adoptan alternativas al actual enfoque global de “guerra contra las drogas”, como la despenalización, “los Países Bajos corren el riesgo de convertirse en un Estado narco”. En Berna, la capital de Suiza, los políticos están analizando legalizar la venta de cocaína para consumo recreativo.
A pesar de todo, Vanderwaeren prometió seguir presionando para conseguir más escáneres y personal y así levantar en Amberes un “muro” que a los narcos les cueste demasiado atravesar. Sus funcionarios ya reciben asesoramiento de la policía norteamericana para aprender a identificar los tipos de cargamentos que deben ser vigilados más de cerca.
En los puertos de América Latina, cada vez son más las aduanas donde las autoridades escanean los contenedores antes de que sean embarcados, lo que permite que los belgas observen las imágenes ya escaneadas en el puerto de origen y así decidir qué buque inspeccionar antes de su atraco.
“Vamos a seguir mejorando hasta extirpar este cáncer de nuestro puerto”, dice Vanderwaeren. “Es la única manera de dejarles en claro a los delincuentes que Amberes dejó de ser el puerto de ingreso de la droga a Europa”.
Gerrit De Vynck
Traducción de Jaime Arrambide
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