El Vaticano y China firmaron un histórico acuerdo para la designación de obispos
ROMA.- En un avance considerado histórico, el Vaticano anunció hoy la firma de un "acuerdo provisorio" entre la Santa Sede y la República Popular de China para la designación de obispos. Aunque no implica el restablecimiento de relaciones diplomáticas –interrumpidas en 1949, cuando Mao Zedong proclamó la república popular-, se considera un primer paso más que trascendental en este sentido y un nuevo éxito diplomático de Francisco.
"Este no es el final de un proceso, es el comienzo", dijo el vocero papal, Greg Burke, quien destacó que el acuerdo fue fruto de "diálogo, escucha paciente desde las dos partes, pese a los diferentes puntos de vista".
"El objetivo del acuerdo no es político, sino pastoral, permitiéndoles a los fieles tener obispos que están en comunión con Roma y al mismo tiempo son reconocidos por las autoridades chinas", explicó Burke desde Vilna, capital de Lituania, adonde llegó el Papa para una visita a los países bálticos de cuatro días.
El Vaticano no reveló el contenido del acuerdo, que fue firmado hoy en Pekín por monseñor Antoine Camilleri, subsecretario para las Relaciones de la Santa Sede con los Estados, y el señor Wang Chao, vicecanciller de la República Popular China, respectivamente jefes de las delegaciones vaticana y china, según anunció un comunicado difundido por la Sala de Prensa de la Santa Sede.
El Vaticano reconoció que en los últimos años hubo "contactos entre la Santa Sede y la República Popular China para tratar cuestiones eclesiales de común interés para promover ulteriores relaciones de entendimiento" que llevaron hoy a la firma de un "acuerdo provisorio sobre la designación de obispos".
"Dicho acuerdo provisorio, que es fruto de un gradual y recíproco acercamiento, ha sido estipulado después de un largo proceso de tratativas y prevé evaluaciones periódicas acerca de su puesta en acto", indicó. "Se trata del nombramiento de obispos, cuestión de gran relevancia para la vida de la Iglesia y crea las condiciones para una más amplia colaboración a nivel bilateral. Es un deseo compartido que este acuerdo favorezca un fecundo y visionario camino de diálogo institucional y contribuya positivamente a la vida de la Iglesia católica en China, al bien del pueblo chino y a la paz en el mundo", concluyó.
División
La República Popular China -donde se estima que hay 12 millones de católicos- y la Santa Sede no tienen relaciones desde 1951, cuando el régimen comunista expulsó al nuncio. La Santa Sede se vio obligada a trasladarse a Taiwán; y comenzó una fuerte persecución contra los católicos. En 1957, el gobierno chino creó la Asociación Patriótica, un órgano para controlar a los católicos en el nuevo cuadro político. Desde entonces, comenzaron a haber ordenaciones de obispos que no eran nombrados ni reconocidos por el Vaticano. Y nació por un lado lo que se fue llamando luego una "Iglesia Patriótica", con edificios y lugares de culto abiertos a los fieles y otra "Iglesia clandestina", con obispos reconocidos por Roma, que creían que debían resistir al control del gobierno.
Tal como informó LA NACION hace unos días, bajo el impulso de Francisco -quien cree que el futuro de la Iglesia se encuentra en Asia- se redoblaron los esfuerzos para encontrar una solución a este problema y a esta división. Jorge Bergoglio nunca ocultó su admiración por la superpotencia emergente del mundo ni su deseo de viajar al gigante asiático. En agosto de 2014 se convirtió en el primer pontífice a quien China le autorizaba sobrevolar sus cielos, cuando viajó a Corea del Sur.
Después de años de tratativas semi-secretas -lideradas por el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, y el arzobispo Claudio Maria Celli, presidente emérito del hoy desaparecido Pontificio Consejo para las comunicaciones-, las negociaciones se destrabaron en los últimos meses cuando el Papa reconoció a siete obispos "ilegítimos" -tres de los cuales habían sido excomulgados- que pidieron perdón.
"No es un buen acuerdo"
Fuentes de la Santa Sede admitieron que "no es un buen acuerdo", pero que es el único posible en este momento ya que abre las puertas a un diálogo más constructivo con un actor crucial del escenario mundial. No por nada las negociaciones y el acuerdo fueron muy criticados por algunos sectores que lo acusan de entregar el catolicismo al poder político.
Uno de los más acérrimos detractores del acuerdo ha sido el arzobispo emérito de Hong Kong, el cardenal Joseph Zen, que lo consideró una "traición" y una "rendición" al gobierno comunista chino. En vísperas de su firma, Zen, de 86 años, en una entrevista con Reuters hasta pidió la renuncia del cardenal Parolin y consideró que las consecuencias del acuerdo "serán trágicas y duraderas, no sólo para la Iglesia en China sino para toda la Iglesia porque daña su credibilidad".
Según se adelantó, el acuerdo prevé que el Papa tenga la última palabra sobre los obispos chinos, que, de todos modos, seguirán siendo nombrados a través de un sistema de "elección democrática" que las autoridades introdujeron en 1957.
Andrea Riccardi, historiador y fundador de la Comunidad de San Egidio, consideró el acuerdo un "éxito de Francisco" y, pese a los cuestionamientos, un hito histórico porque "hace caer uno de los últimos muros de la Guerra Fría". Además, destacó que su primera consecuencia es la unificación del episcopado chino. "Se trata de un gran éxito porque no existe en el mundo una Iglesia tan dividida como la china y una división de los católicos no duró tanto tiempo", aseguró Riccardi en un editorial publicado por el diario Corriere della Sera. "La unificación es la premisa para un nuevo impulso del catolicismo en China", agregó. "El acuerdo no concluye un proceso, sino que abre un camino que exigirá una relación de negociación entre el Vaticano y China", concluyó.
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