El Papa se ausentó del Vía Crucis del Coliseo por el frío intenso
La noticia no causó sorpresa ya que el Sumo Pontífice fue hospitalizado la semana pasada por una bronquitis infecciosa y se quiere evitar una recaída
- 5 minutos de lectura'
ROMA.– Por primera vez en sus diez años de pontificado y para evitar una recaída después de la bronquitis que lo obligó la semana pasada a internarse, el papa Francisco, de 86 años, se ausentó hoy del tradicional Vía Crucis en el Coliseo, rito del Viernes Santo que evoca la pasión y muerte de Cristo. “Debido al intenso frío de estos días el Papa Francisco seguirá el Vía Crucis de esta noche desde Casa Santa Marta, uniéndose a la oración de aquellos que irán junto a la diócesis de Roma al Coliseo”, anunció el Vaticano unas seis horas antes del evento.
La ausencia del Papa de uno de los principales ritos del Viernes Santo, si bien enseguida fue noticia en todo el mundo ya que la celebración que evoca la pasión de Cristo suele transmitirse en vivo y en directo desde el sobrecogedor Coliseo en todo el planeta, no causó sorpresa. Aunque demostró haberse recuperado en forma sorprendente, nadie olvida que la semana pasada el Papa, de 86 años, se vio obligado a una internación de tres días en el hospital Gemelli, por una “bronquitis infecciosa” que alarmó al mundo. Y es evidente que, para evitar una recaída, se prefirió que el Papa no quedara expuesto en el Vía Crucis de esta noche a las temperaturas muy bajas, inusuales, de esta Semana Santa.
El Papa, que tuvo un malestar el miércoles 29 de marzo, después de la audiencia general, que lo obligó a ir en ambulancia al hospital Gemelli, fue dado de alta el sábado pasado. Al salir del nosocomio llamado “Vaticano III” porque Juan Pablo II estuvo allí internado al menos siete veces (pasó allí 149 días, después del Palacio Apostólico y de la residencia veraniega de Catselgandolfo), el propio Francisco habló con la prensa de su malestar, bromeó con que “aún estoy vivo” y confesó que no había tenido miedo.
Pese a la bronquitis infecciosa, el Papa al día siguiente presidió la Misa de Ramos al aire libre en la Plaza San Pedro que abrió la Semana Santa, en relativa buena forma. A partir del lunes, retomó su agenda como siempre, recibiendo en audiencia diversos grupos. El miércoles protagonizó la audiencia de los miércoles, al aire libre, recorriendo la Plaza en su papamóvil para saludar a los fieles protegido con un sobretodo blanco y pese a la abrupta caída de la temperatura de los últimos días.
Ayer, también en buena forma, presidió la misa Crismal y, por la tarde, la tradicional ceremonia del lavado de pies en una cárcel de menores de las afueras de Roma. Esta tarde, como estaba previsto presidió la liturgia de la Pasión del Señor en la Basílica de San Pedro. Entonces, debido a su dolencia en la rodilla derecha, como ya se ha vuelto habitual, llegó y se retiró del templo en silla de ruedas. Pero, ataviado con paramentos rojos, lució buen aspecto: estuvo de pie en diversas ocasiones y en el momento de la adoración de la Cruz -que besó- y sólo pudo notarse que tenía la voz un poco ronca y algunas tosidas.
Como siempre en esta ceremonia del Viernes Santo, el predicador de la Casa Pontificia, el cardenal capuchino Raniero Cantalamessa, en un sermón apasionado advirtió sobre el peligro de que “los creyentes sean arrastrados” al vórtice del nihilismo, que definió “el verdadero ‘agujero negro’ del universo espiritual”.
En 2020 y en 2021, debido a la pandemia provocada por el Covid-19, el papa Francisco no presidió el rito del Vía Crucis en el magnífico Coliseo, como es tradición, antes miles de fieles y turistas, sino en soledad, en una Plaza de San Pedro desierta y silenciosa.
En 2005, cuando ya estaba muy enfermo y pocos días antes de morir, el 2 de abril, el papa Juan Pablo II también faltó al rito del Vía Crucis en el Coliseo, que siguió desde la capilla de su departamento del Palacio Apostólico, de espaldas, con un crucifijo en la mano, según imágenes transmitidas por el Vaticano.
Aunque la situación fue totalmente distinta porque el papa Francisco está bien y su ausencia se debe a la ola de frío que golpea a Italia, que hace totalmente no recomendable que pase una noche a la intemperie en la colina del Palatino desde la que solía seguir el Vía Crucis del Coliseo.
Si bien es primavera, los meteorólogos hablan de un coletazo de invierno –ha nevado hasta en Sicilia– y las temperaturas en la región del Alto Adige, en los Alpes, en el noreste de la península, incluso son más bajas de las que hubo en Navidad.
Marcado por el frío y su ausencia, el Vía Crucis en el Coliseo, ante 20.000 personas, fue presidido por el cardenal vicario de Roma, Angelo De Donatis. Las meditaciones giraron en torno de esa “tercera guerra mundial en pedazos” que preocupa cada vez más a Francisco, a raíz de testimonios escuchados en el curso de sus viajes y en otras ocasiones, recolectados por algunos dicasterios de la curia romana. Se rezó entonces por la paz y se oyeron voces de personas “heridas” por la guerra, de migrantes de África, Asia, Medio Oriente, de centroamericanos hartos de violencia y narcotráfico, de una madre sudamericana, de religiosos y, en la décima estación, de dos jóvenes, uno ucraniano y otro ruso.
Mientras tanto, el Papa presidirá mañana la tradicional Vigilia Pascual en la Basílica de San Pedro y el domingo, como siempre, la misa solemne de la Resurrección en la Plaza de San Pedro. Al mediodía romano (las 7 de la Argentina), pronunciará desde el balcón central de la Basílica el tradicional mensaje urbi et orbi, en el que suele repasar la situación geopolítica del mundo y enviará su bendición y saludo de Felices Pascuas.
Temas
Otras noticias de Papa Francisco
Más leídas de El Mundo
"Por ustedes no es". La emoción de la reina Letizia al hablar con los afectados por las inundaciones en Valencia
"Nos engañó". Angela Merkel en el Purgatorio: su partido reniega de la excanciller y el país revisa su legado
Denuncia penal contra el chofer. Murió una pasajera que viajaba en el colectivo que chocó contra la rambla en Montevideo
La fortuna de los Windsor. Una investigación revela el origen de los millonarios ingresos del rey Carlos III y el príncipe Guillermo