El turismo en Río, con desafío doble: el brote y la imagen negativa de Brasil
RÍO DE JANEIRO.– El Cristo Redentor ha dejado de ser símbolo de protección para Río de Janeiro. Los brazos abiertos de la estatua, un gigante de más de 30 metros que observa la ciudad desde el morro del Corcovado, no son por estas horas de amparo sino de impaciencia en medio de la pandemia de coronavirus.
Cerrado desde el 18 de marzo, cuando el Covid-19 empezó a acechar la ciudad, el Cristo es emblema del parate que sufrió la actividad turística, la primera industria en caer por la crisis sanitaria y posiblemente una de las últimas que se reactivará. Junto con el teleférico del Pan de Azúcar, las dos principales postales se preparan para reabrir en agosto con la expectativa de recuperar visitantes.
La pandemia pone a Río un desafío adicional al que deberán enfrentar otras ciudades brasileñas para recuperar la industria del turismo. La ciudad no solo deberá lidiar con la imagen negativa del país en el exterior por la gestión de la pandemia. Con la playa y eventos como el carnaval y la tradicional fiesta de Año Nuevo en Copacabana que atraen multitudes y comienzan a ser revaluados, autoridades y agentes del mercado consultados se preparan para una recuperación muy lenta y gradual.
"Estamos trabajando en la supervivencia de las empresas", señaló a LA NACION Adriana Homem de Carvalho, secretaria de turismo del estado de Río, que además de responder por la capital atiende a otros 91 municipios. El gobierno estatal lanzó una línea de créditos para evitar que se propague el cierre de empresas.
Todavía no existe un balance de los prejuicios para el sector. Solo en hotelería, en la que la mayor parte de los establecimientos siguen cerrados, se calcula que se perdieron cerca de 150 millones de dólares desde el parate en marzo, según el sindicato de Medios de Hospedaje de Río de Janeiro.
El alcalde de Río, Marcelo Crivella, amenazó la semana pasada con que las playas serán liberadas para baños en el mar y reuniones en la arena apenas cuando esté la vacuna contra el Covid-19. Luego, se corrigió y dejó abierta la posibilidad de que sean liberadas cuando la tasa de contagios esté "próxima a cero".
Más allá de las playas, uno de los lugares más codiciados por turistas, los dos principales eventos de la ciudad son sinónimos de aglomeración y su realización está bajo signos de interrogación: la fiesta de reveillon de Año Nuevo en la playa de Copacabana –por el que el año pasado 1.700.000 personas visitaron Río– y los desfiles de carnaval. En la nueva normalidad, las autoridades reconocen que no podrán realizarse tal cual eran conocidos.
El desfile de carnaval, previsto para febrero, es casi un hecho que se postergará. Cinco escolas de samba pusieron reparos a desfilar si la vacuna no está para esa fecha, algo que parece poco probable.
"Con este nuevo escenario tenemos un gran desafío. Estamos pensando en alternativas y estudiando las posibilidades para realizar esos eventos de forma segura", admitió la secretaria de Turismo. "Inicialmente no vamos a recibir turistas internacionales, sino de proximidad".
Una curva en descenso
Río ha sido uno de los principales focos del coronavirus en Brasil. Entre abril y mayo llegó a tener más de 200 muertes por día, pero la curva cayó de forma sostenida desde la segunda quincena de mayo, pese a la reapertura de comercios y shoppings.
Pese a eso, Alfredo Lopes, presidente del Sindicatos de Medios de Hospedaje, cree que el turista extranjero tardará en sentirse confiado para viajar. "La pandemia no está siendo llevada muy en serio por las autoridades. Si el presidente [Jair Bolsonaro] se sacó el barbijo, se contagió… todo eso será superado una vez que esté la vacuna. El mercado internacional volverá el año que viene", estimó Lopes.
Con mayor pesimismo, Arnaldo Bichucher, representante de la Liga Independiente de Guías Turísticos, asegura que el momento es de muchas dudas. "Creo que habrá un repunte frágil con turismo regional. Brasil hoy es una vergüenza internacional por la gestión del Covid-19. Llevará mucho tiempo para que vuelva al nivel de antes", dijo.
Los empresarios y la Secretaría de Turismo preparan para octubre una campaña de descuentos para atraer turistas de "proximidad", que lleguen en auto de estados brasileños vecinos.
Malcolm Perez Goy, un cordobés de 30 años que vive hace cuatro en Río, estaba listo en marzo para dar el gran paso. Tras años de experiencia como guía y vendedor de paquetes turísticos, se preparaba para inaugurar y poner en pie Lokal Experiencie, su propia agencia de turismo junto con un socio. "Una semana antes de abrir, cerraron los aeropuertos, comenzó la cuarentena y nos dimos cuenta de que lo que venía iba a ser complejo", dijo a LA NACION.
Como un castillo de naipes, el Covid-19 desarmó desde la base la puesta a punto del proyecto de Goy, que debió dedicarse a vender comida y otras actividades para solventarse. "Abrir una agencia en este momento no tiene sentido", aseguró. "Estamos a la espera de que se reactive el turismo. Siendo optimista, tal vez en los próximos seis meses podamos empezar a recibir nuevos turistas con las adaptaciones necesarias".
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