El triunfo de Gabriel Boric en Chile abre la incógnita sobre el tablero geopolítico de América Latina
Liderar una nueva izquierda progresista o seguir el ritmo de los populismos, los polos entre los que se debate el presidente electo
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LIMA.- El esperado triunfo del izquierdista Gabriel Boric en Chile no solo altera el tablero geoestratégico de la región, hasta ahora inclinado a la derecha. También abre una incógnita relevante: ¿Será capaz de liderar una nueva izquierda progresista en el continente o se conformará con bailar al ritmo que marcan las revoluciones y sus aliados populistas?
“Los derechos humanos se deben respetar siempre, en cualquier contexto y sin ninguna excusa”, escribió Boric con firmeza en su blog en 2018. En los últimos meses ha refrendado tales palabras y discrepó del “gobierno autócrata/familiar de Ortega”, además de mostrar su solidaridad con quienes luchan contra el “autoritarismo” y las “autocracias” en toda América Latina, en referencia a Cuba y Venezuela. Una postura con la que discrepa del Partido Comunista.
Con especial dureza se enfrentó al caudillo sandinista desde la detención de la excomandante Dora María Téllez, que permanece en prisión seis meses después sometida a la brutalidad de sus carceleros. “Una masacre”, tildó el presidente electo la operación de terror impuesta por policías y paramilitares sandinistas. Tampoco refrendó la “farsa” electoral, que sí contó con el aplauso de Evo Morales, Miguel Díaz-Canel y Nicolás Maduro.
Maduro también ha escuchado los mensajes de Boric: “Está violando gravemente los derechos humanos, desde la izquierda debemos condenarlo sin matices”. Todos ellos han hecho oídos sordos y han celebrado el triunfo del domingo como si fuera suyo.
“Por el cambio generacional que representa y la fuerza económica de Chile, Boric podría liderar su propio bloque de líderes de izquierda en el continente. Pero cada país está muy ensimismado en este momento por la pandemia y cada uno va por su lado. Creo que Boric tiene demasiados retos en su agenda doméstica para enfocarse en cuestiones de geopolítica”, dijo a LA NACIÓN el analista John Polga-Hecimovich.
Pese a la gravedad de sus denuncias, Boric las ha proferido desde la izquierda casi en soledad. “Boric ha aprendido a ser pragmático y a moderarse con el tiempo. Representa la cara más joven de la izquierda democrática en América Latina. Esto implica una enorme responsabilidad y oportunidad”, constata la politóloga Maryhen Jiménez.
A la vanguardia crítica desde la izquierda, la cuestión es dónde se situará en el plano internacional, dando por descontado que no se sumará de forma automática a las revoluciones, como sí hace Bolivia. En los distintos foros internacionales se espera que mantenga posiciones cercanas a la Argentina y a México, que a través de su presidente, Andrés Manuel López Obrador, intenta resucitar las organizaciones panamericanas inventadas por Hugo Chávez a la vez que blanquea sin rubor a las tres revoluciones.
Escenarios
“Lo preocupante es un escenario donde Boric se vea rodeado por unos izquierdistas autoritarios, o al menos, capaces de convivir con los autoritarismos de la región sin preocuparse por exigir una vuelta a la democracia”, subrayó a LA NACION María Puerta, profesora de gobierno americano en Florida.
Con los triunfos en Perú y en Honduras, además de Chile, la izquierda recupera posiciones a la espera de conquistar en 2022 las joyas de la corona continental, Colombia y Brasil. Pero más allá del giro ideológico, desde las revueltas sociales de 2019, sumada la pandemia, la región vive el efecto voto de castigo contra quienes gobiernan.
Primero en Uruguay y después en Bolivia, donde el año de transición protagonizado por la oposición derechista decantó el voto por el Movimiento Al Socialismo (MAS). En Ecuador, el conservador Guillermo Lasso puso final a las presidencias revolucionarias de Rafael Correa y de su sucesor, Lenín Moreno. Lo mismo ocurrió en Perú, marcado también por la polarización ya vista en Honduras y también en Chile.
“Su llegada al gobierno confirma la tendencia progresista que vive la región y abre además nuevos espacios políticos para el pronunciamiento de fuerzas progresistas en las elecciones de Brasil y Colombia del año entrante”, celebró el Grupo de Puebla (GP), pese a que su apuesta inicial era por el derrotado en primera vuelta, Marco Enríquez-Ominami, quien quedó en sexto lugar.
En su última reunión en Ciudad de México, el GP no solo apoyó sin fisuras a las tres dictaduras regionales. También puso todo su empeño en blanquear la violación de los derechos humanos, principal preocupación del recién elegido presidente chileno.
“Boric estaría en desventaja, si realmente es consciente del peligro de estos regímenes, porque el Grupo de Puebla ejercería como muro de contención”, alertó Puerta.
Las siguientes partidas electorales se juegan en Costa Rica y en Colombia. En el país centroamericano, el candidato del Frente Amplio no supera el 4% en la intención de voto, pero en el país cafetero el izquierdista Gustavo Petro encabeza todas las encuestas.
“Confieso que anoche lloré. Que Víctor Jara y Allende volvieron a mi memoria. ¡Ahora nos toca, Colombia!”, celebró el candidato de Colombia Humana, apoyado en el viento a favor de las protestas de 2019 y 2021, además de las fuertes críticas al gobierno de Iván Duque.
“Estamos ante una oleada de inconformismo con los gobiernos actuales y, sobre todo, con los largos. En la Argentina y Ecuador y un poco más atrás Uruguay fueron triunfos de centro-derecha, pero también contra los gobiernos establecidos y largos. En Colombia la lanza es contra el uribismo y su entorno más cercano”, dijo a LA NACION el politólogo y decano de Humanidades de la Universidad Eafit, Jorge Giraldo.
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