El testimonio de un caníbal causa estupor en Alemania
Dio detalles sobre la muerte de su víctima
BERLIN.- Escalofriantes detalles de un caso de canibalismo que conmociona a Alemania y que representa un desafío legal sin precedente en el país fueron revelados ayer, cuando Armin Meiwes contó de qué forma mató, descuartizó y se comió los restos de un hombre al que citó por Internet.
"Mi idea era que él se convirtiera en parte de mi cuerpo", dijo Meiwes, un especialista en computación de 42 años, al explicar ante un tribunal de Kassel qué lo impulsó a matar a Bernd Juergen Brandes. La víctima era un ingeniero berlinés un año mayor que él, que en marzo de 2001 respondió a un aviso en Internet que convocaba a "hombres jóvenes y robustos, de entre 18 y 30 años, para ser devorados".
Meiwes, bautizado por la prensa "el caníbal de Rotenburgo", insistió en que no hizo nada "en contra de la voluntad" de Brandes, cuyo pene habrían comido juntos.
El caso representa un enorme desafío legal, precisamente porque la víctima parece haber consentido el acto -lo que habría quedado demostrado en un video filmado por Meiwes, que será presentado como prueba el próximo lunes-, porque se certificó que domina plenamente sus facultades mentales y porque el canibalismo no está tipificado como delito en la jurisprudencia alemana.
La fiscalía acusa a Meiwes de "asesinato por placer" y de "perturbación de la paz de los muertos", por lo que podría ser condenado a una pena máxima de 15 años de prisión. Pero la defensa alega que se trató de un "homicidio a pedido", una forma de eutanasia que se castiga con penas de entre seis meses y cinco años.
"Era como comulgar"
Según la declaración de Meiwes, Brandes murió el 10 de marzo de 2001 en la buhardilla de la casa del acusado, en Rotenburgo, un pueblo ubicado a unos 40 kilómetros de Kassel. Antes de fallecer, la víctima ingirió 20 tabletas de somníferos y media botella de aguardiente. Luego, Meiwes le cortó el pene, que comieron juntos.
Meiwes agregó que degolló y descuartizó el cadáver del ingeniero 10 horas más tarde, cuando éste se desmayó por la abundante pérdida de sangre. Luego congeló unos 30 kilos de su carne -20 de los cuales comió durante las siguientes semanas- y enterró en el jardín sus huesos y su cráneo.
"Lo recordaba (a Brandes) en cada pedazo de carne que me comía. Era como comulgar", dijo Meiwes, y confesó que el descuartizamiento del cuerpo le causó "placer". Sin embargo, aseguró que "el momento de la muerte fue terrible". "Durante el acto sentí odio, rabia y felicidad a la vez -agregó-. Toda mi vida había deseado esto."
Meiwes reveló que su interés por el canibalismo surgió cuando tenía entre 8 y 12 años y fantaseaba con comerse a compañeros de colegio. Recordó que entonces vivía solo con su madre y se sentía abandonado, y que la idea de tener un hermano pequeño lo obsesionaba -"alguien que fuera parte de mí", explicó-. Así, llegó a crear uno imaginario, al que llamaba Frank.
Por otra parte, Meiwes dijo que la idea de cortar un cuerpo humano lo excitaba sexualmente, y que para estimular sus fantasías miraba películas de zombis y de matanzas.
Meiwes dijo que comenzó a poner anuncios en Internet en busca de un hombre a quien matar a mediados de 2000, un año después de la muerte de su madre. Aseguró que recibió 430 respuestas y que hay "cientos, miles" de personas intentando satisfacer sus deseos de comer carne humana o de ser comidos.
Después de concretar su deseo, Meiwes se encontró con otros cinco hombres que habían respondido a sus anuncios en Internet. Según él, tres de ellos sólo querían participar en un "juego de rol", en los que se interpreta a víctimas y a victimarios. Otro quería ser decapitado, pero a Meiwes le parecía demasiado gordo y no le cayó simpático. Y el quinto desistió después de que el autor del aviso le advirtió que, si visitaba su casa, "ésa sería la última vez".
La policía arrestó a Meiwes en diciembre de 2002, luego de registrar su casa, a la que se dirigió cuando un estudiante de la ciudad austríaca de Innsbruck advirtió sobre el siniestro anuncio en Internet. Allí, en un caserón del siglo XVIII donde Meiwes vivía solo, se encontraron cuatro bolsas de plástico con restos humanos en el congelador y varios huesos y un cráneo enterrados en el jardín.
También fueron incautados videocassettes en los que se veía a Meiwes cortándole el pene a su víctima o comiendo su carne con papas, verduras y vino tinto chileno.
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