"El terrorismo profana el nombre de Dios", advirtió Francisco
En su mensaje en el Coliseo, se pronunció en contra de los fundamentalismos
ROMA (De nuestra corresponsal).- En el Vía Crucis más custodiado que se haya vivido en el emblemático Coliseo, Francisco evocó ayer las tantas cruces que azotan nuestro tiempo. Y con el horror de los atentados de Bruselas como telón de fondo, denunció el fundamentalismo, el terrorismo, a los vendedores de armas que alimentan las guerras, el "silencio infame" ante la barbarie de hoy y "nuestra conciencia insensible y anestesiada" frente al drama de los migrantes .
Como ya había hecho anteayer, al lavarles los pies a refugiados musulmanes, hindúes, coptos y católicos de un centro de refugiados de las afueras de esta capital, Francisco no pudo dejar de aludir al espanto ocurrido el martes pasado en la capital belga.
"Oh, Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los fundamentalismos y en el terrorismo de los seguidores de cierta religión que profanan el nombre de Dios y lo utilizan para justificar su inaudita violencia", clamó, en una oración vibrante, que pronunció al terminar el Vía Crucis, el rito principal del Viernes Santo, que recuerda la Pasión y muerte de Jesús.
"Oh, Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los poderosos y en los vendedores de armas que alimentan los hornos de la guerra con la sangre inocente de los hermanos. Oh, Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en los ladrones y en los corruptos que en vez de salvaguardar el bien común y la ética se venden en el miserable mercado de la inmoralidad", dijo el Papa, que habló desde la terraza de la colina del Palatino, que se asoma sobre el antiguo anfiteatro Flavio. Desde ese mismo lugar, enfundado en un sobretodo blanco para protegerse de un noche húmeda y fría, y concentrado, siguió las meditaciones que acompañaron las 14 estaciones del Vía Crucis. Fiel reflejo del temor a atentados, la zona se encontraba blindada y con menos gente que en ocasiones anteriores. Los centenares de fieles que, pese al miedo, participaron del rito, con velas prendidas, debieron sortear diversos controles y pasar por detectores de metales portátiles para estar allí.
Tras mencionar "los destructores de nuestra «casa común» que con egoísmo arruinan el futuro de las generaciones futuras", algo que no podía faltar luego de haber escrito el año pasado una encíclica sobre el tema, el Papa volvió a referirse a uno de los temas que más lo angustian: los miles de refugiados que mueren ahogados en el Mediterráneo al intentar alcanzar Europa, la tierra prometida, en medio de la indiferencia.
"Oh, Cruz de Cristo, aún hoy te seguimos viendo en nuestro Mediterráneo y en el mar Egeo convertidos en un insaciable cementerio, imagen de nuestra conciencia insensible y anestesiada", lamentó. En su oración, el Papa, que señaló además algunos males de la Iglesia Católica, destacó todo lo bueno de la cruz, "imagen del amor sin límite y vía de la Resurrección".
Para su cuarto Vía Crucis en el Coliseo, Francisco le pidió que escribiera las meditaciones al cardenal Gualtiero Bassetti, arzobispo de la ciudad de Perugia. Éste relacionó las estaciones del calvario con los sufrimientos actuales de la humanidad. "¿Cómo no ver el rostro del Señor en los millones de prófugos, refugiados y desplazados que huyen desesperados del horror de la guerra, de las persecuciones y de las dictaduras?", fue la pregunta de la sexta estación. Las meditaciones fueron leídas por locutores profesionales y acompañaron el trayecto de la cruz, llevada por diversas personas.
En la celebración de la Pasión del Señor que tuvo lugar poco antes en la Basílica de San Pedro -en la que el Papa se postró en el suelo en adoración-, el predicador de la Casa Pontificia, el capuchino Raniero Cantalamessa, también evocó el horror de Bruselas. "El odio de los atentados terroristas de esta semana en Bruselas nos ayuda a entender la fuerza divina encerrada en esas últimas palabras de Cristo: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen»", dijo Cantalamessa, que llamó a evitar venganzas. De hecho, destacó que lo opuesto a la misericordia no es la justicia, sino la venganza.
"Perdonando los pecados, Dios no renuncia a la justicia, renuncia a la venganza -explicó-. No quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva."
Benedicto XVI "se apaga lenta y serenamente"
- El papa emérito Benedicto XVI "se está apagando lenta y serenamente como una vela", reconoció en una entrevista publicada anteayer su secretario privado, monseñor Georg Ganswein.
- El primer papa de la era moderna que renunció es una persona "muy anciana, pero muy lúcida", contó Ganswein a la revista católica italiana Benessere. Joseph Ratzinger tiene dificultades para caminar y "usa un andador" para moverse, añadió.
- Benedicto XVI, que cumplirá en abril 89 años, "se está gradualmente apagando, como ocurre a muchas personas", señaló Ganswein, que fue su secretario durante los ocho años de pontificado.
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