El teletrabajo avanza y tal vez Manhattan ya no vuelva a ser la misma
La reducción de empleados hizo que el valor de mercado de las propiedades comerciales, incluidos los edificios de oficinas, se desplome casi un 16% durante la pandemia
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NUEVA YORK.- La sede central de Spotify en Estados Unidos ocupa 16 pisos del Four World Trade Center, un enorme rascacielos de oficinas en el Bajo Manhattan, el primero levantado sobre el sitio de los atentados terroristas de 2001. Pero probablemente esas oficinas no vuelvan a estar llenas nunca más: Spotify ya les dijo a sus empleados que pueden trabajar donde quieran, incluso desde otro estado norteamericano.
Un par de pisos más abajo, la empresa de publicidad digital MedaMath tiene planeado abandonar sus oficinas, una decisión que terminó de cuajar con los acuerdos de trabajo a distancia a los que llegaron durante la pandemia.
En el “Midtown”, la empresa de software a pedido Salesforce, cuyo nombre adorna un edificio de casi 200 metros con vistas a Bryant Park, solo pretende que sus empleados asistan entre 1 y 3 días a la semana. Un estudio de abogados cercano, Lowenstein Sandler, está sopesando si renovar o no el alquiler de sus oficinas en la Avenida de las Américas, donde solía haber 140 abogados trabajando a pleno cinco días a la semana.
“No queda casi nadie que piense que las cosas van a volver a ser como antes”, dice Joseph Palermo, jefe operativo de la empresa. “Ni siquiera yo.”
Un año después de que el coronavirus provocara el extraordinario éxodo de empleados y profesionales que trabajaban en edificios de oficinas, lo que parecía un inconveniente a corto plazo se está convirtiendo claramente en un cambio tectónico permanente del “cómo y dónde” trabaja la gente. Tanto empleadores como empleados han aprovechado las ventajas del teletrabajo, incluido la reducción de los gastos de oficina y mayor flexibilidad para los empleados, especialmente los que tienen hijos.
Más allá de Nueva York, en otras de las ciudades más grandes de Estados Unidos tampoco se ha visto un retorno masivo de empleados a sus puestos de trabajo tradicionales, ni siquiera en los estados donde el confinamiento fue menos estricto, y algunas empresas ya han anunciado que no van a hacer volver todos los días a la oficina a su plantel completo de trabajadores.
En las últimas semanas, varias grandes corporaciones, incluidas Ford en Michigan y Target en Minnesota, comunicaron que dejarán vacantes importantes espacios de oficinas, debido a cambio implementados en la mecánica de trabajo, mientras que Salesforce, cuya sede ocupa el edificio más alto de San Francisco, dijo que solo una pequeña fracción de sus empleados asistirá a trabajar en la oficina a tiempo completo.
Pero en ninguna ciudad de Estados Unidos, y quizás del mundo, esa transformación debe vivirse más dramáticamente que en Nueva York, y sobre todo en Manhattan, una isla cuya economía, desde el vendedor de panchos de la esquina hasta los teatros de Broadway, depende de los más de 1,6 millones de habitantes de los suburbios que viajaban todos los días a trabajar a la Gran Manzana.
Los propietarios de locales y espacios comerciales de Manhattan arrancaron 2020 con gran optimismo, con demanda sostenida de espacio de oficinas, precios récord en algunos barrios y el mayor boom de la construcción desde la década de 1980. Todo eso se derrumbó de la noche a la mañana, y de pronto los propietarios se encontraron persiguiendo un alquiler impago, negociando cuotas con los inquilinos y ofreciendo grandes descuentos para llenar los locales vacíos.
El alcalde Bill de Blasio está pidiendo que los casi 80.000 empleados públicos de la ciudad vuelvan a sus oficinas a principios de mayo, en parte como una señal para que otros empleadores empiecen llenar nuevamente los edificios, clave para la recuperación económica de Nueva York.
“Se trata de otro paso importante en el camino hacia la recuperación total de Nueva York”, dijo de Blasio.
Aun así, alrededor del 90% de los oficinistas de Manhattan están trabajando de manera remota, una tasa que se mantiene sin cambios desde hace meses, según una reciente encuesta entre los principales empleadores realizada por Partnership for New York City, un influyente grupo empresario, que estimó que en septiembre regresarían menos de la mitad de los oficinistas.
En el Midtown y el Bajo Manhattan, los dos distritos comerciales más grandes del país, nunca hubo más espacio de oficinas en alquiler (16,4%), mucho más que en crisis anteriores, incluso que después de los ataques terroristas del 11 de Septiembre de 2001 y de la Gran Recesión en 2008.
Cada vez son más las empresas que retrasan la fecha de regreso a sus sedes físicas y que convierten al teletrabajo permanente a parte de su plantel de empleados, pero las consecuencias para Nueva York son impredecibles, no solo para los restaurantes, cafeterías y demás pequeños comercios de la ciudad, sino también para las arcas municipales, cuyos ingresos dependen fuertemente del comercio.
Sarah Patellos, que integra el equipo de música de Spotify, trabaja desde la mesa del comedor de su casa en Truckee, California, un pueblo de montaña cerca del lago Tahoe, donde pasó la mayor parte del año pasado: había ido a pasar el viaje de fin de semana, y quedar varada debido a los cierres impuestos por el gobierno.
“Me encanta la gran ciudad, pero tuve que repensar toda mi vida, las experiencias que quería tener, los diferentes capítulos”, dijo Patellos, que hasta marzo del año pasado vivía en Brooklyn. “Es un cambio de vida absoluto”.
Los imponentes edificios de oficinas que se alinean en las avenidas de Manhattan son los que hicieron de Nueva York una potencia, capital mundial de numerosos sectores, desde la publicidad hasta las finanzas.
Incluso hoy, algunas de las firmas más grandes y perdurables, incluida JPMorgan Chase & Co., que tiene más de 20.000 empleados de oficina en la ciudad, ya les han avisado a sus profesionales y empleados que la semana laboral de cinco días en la oficina es una reliquia del pasado. El banco, que se negó a comentar para este artículo, está considerando un modelo de trabajo rotativo, o sea que los empleados alternarían entre trabajar de forma remota y presencial, en la oficina.
“No creo que exista la menor posibilidad de que el 100% de la gente vuelva a la oficina el 100% del tiempo”, dijo Daniel Pinto, copresidente y director de operaciones de JPMorgan, en una entrevista concedida en febrero a la cadena CNBC. “Como tampoco hay ninguna posibilidad de que todos trabajen desde su casa todo el tiempo.”
Otras grandes empresas, incluido el estudio contable PricewaterhouseCoopers, el grupo de marketing Omnicom Group y el gigante publicitario WPP, han buscado subinquilinos para ocupar partes significativas de sus oficinas en Manhattan.
La reducción de empleados hizo que el valor de mercado de las propiedades comerciales, incluidos los edificios de oficinas, se desplome casi un 16% durante la pandemia, provocando una fuerte caída de la recaudación municipal, con la que se pagan servicios esenciales, desde las escuelas hasta la higiene urbana.
Los inmuebles y edificios comerciales aportan casi la mitad de la recaudación de rentas de la ciudad. Por primera vez en más de dos décadas, Nueva York espera una disminución de los ingresos por impuestos a la propiedad, una caída estimada de 2500 millones de dólares durante el próximo año fiscal.
De todos modos, Nueva York se prepara para recibir una fuerte asistencia de fondos del gobierno nacional: 5950 millones de dólares en ayuda directa y otros 4000 millones para las escuelas, provenientes del paquete de estímulo federal de 1,9 billones de dólares aprobado por el Congreso, dijo un vocero de la ciudad.
Si bien eso cubre las necesidades inmediatas, Nueva York aún enfrenta un déficit presupuestario estimado de 5000 millones para el próximo año, y déficits similares en los años subsiguientes, en medio del afianzamiento de una cultura laboral que podría obstaculizar la recuperación de la ciudad.
En los últimos meses, la cantidad de espacio de oficinas en Manhattan disponible en el mercado ha aumentado a nueve millones de metros cuadrados, un 37% más que hace un año y más que el espacio sumado de oficinas en el centro de Los Ángeles, Atlanta y Dallas. “Es una tendencia que muestra pocos signos de desaceleración”, dice Víctor Rodríguez, director de análisis de CoStar, una empresa de bienes raíces.
En la ciudad de Nueva York y los suburbios circundantes, solo el 15% de los trabajadores han regresado a las oficinas, un poco más que el 10% del verano pasado, según Kastle Systems, una empresa de seguridad que hace un relevamiento de las tarjetas de acceso de los empleados en más de 2500 edificios de oficinas en todo el país. Solo San Francisco tiene una tasa más baja.
El derrumbe ha obligado a los desarrolladores inmobiliarios a plantearse una idea impensable antes de la pandemia: convertir los desertados edificios de oficinas de Manhattan en viviendas para personas de bajos ingresos.
La cantidad récord de metros disponible para alquilar se vio impulsada por la partida de empresas de casi todas las industrias, desde los medios hasta la moda, que descubrieron las ventajas del teletrabajo.
Además de la reducción de costos que implica manejarse con una oficina reducida o directamente sin oficina, la tecnología y las comunicaciones modernas permiten a los trabajadores mantenerse conectados, colaborar a distancia y ser más productivos, sin largos y extenuantes traslados. Los padres también reclaman más flexibilidad para ocuparse de sus hijos.
“Este cambio es básicamente impulsado por la globalización y la digitalización, y las actuales herramientas son mucho, pero mucho mejores que las de antes para ayudar a la gente a trabajar desde donde quiera”, dice Alexander Westerdahl, vicepresidente de recursos humanos de Spotify, el gigante de la música en streaming con sede en Estocolmo y más de 6500 empleados repartidos alrededor del mundo.
Traducción de Jaime Arrambide
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