El secreto del éxito militar de Ucrania: años de entrenamiento con la OTAN
Los instructores militares occidentales le dieron un enfoque mucho más dinámico a una estructura vetusta que se manejaba según las viejas normas soviéticas
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BRUSELAS.- Cada vez que el teniente Andriy Kulish, de la Guardia Nacional de Ucrania, tiende una emboscada a las fuerzas rusas, se lo agradece internamente al Ejército de Canadá.
La Brigada de Respuesta Rápida del teniente Kulish fue entrenada el año pasado por los canadienses en guerra urbana, tácticas de campo y medicina de campaña. Esos ejercicios en el oeste de Ucrania fueron solo los más recientes que realizaron los ucranianos en los últimos años con tropas de Canadá, Gran Bretaña, Rumania, y con la Guardia Nacional de California.
Esas maniobras fueron solo una parte del esfuerzo poco difundido de los países de la OTAN para transformar todos los rangos de las fuerzas armadas de Ucrania, desde los soldados rasos hasta el Ministerio de Defensa y las comisiones de supervisión del Parlamento. Y es una de las principales razones que explican la agilidad de combate de Ucrania, que ha sorprendido al mundo por su capacidad de defenderse de un ejército invasor mucho más grande y mejor equipado, según los oficiales ucranianos y sus asesores occidentales.
Con clases de capacitación, simulacros y ejercicios en los que participaron anualmente más de 10.000 soldados durante más de ocho años, los países de la OTAN ayudaron al asediado país a hacer la transición de estructuras de mando rígidas al estilo soviético a normas occidentales en las que se enseña a los soldados a repensar las cosas sobre la marcha. El teniente Kulish dice para frustrar los objetivos de los invasores rusos sus compañeros de armas “definitivamente están usando procedimientos que aprendieron durante el entrenamiento con la OTAN”.
La ayuda occidental, aunque nunca fue secreta, no fue difundida para evitar irritar a Rusia. También se mantuvo en reserva porque era una valiosa fuente de inteligencia para Estados Unidos y sus aliados. Ucrania está en guerra desde hace años con los separatistas respaldados por Rusia en el este del país, o sea que Kiev cuenta con algunos de los soldados más aguerridos de Europa. Gracias a esa experiencia en el frente de batalla, absorbieron fácilmente el entrenamiento de la OTAN y les brindaron a los comandantes de la OTAN un panorama real de lo que sería luchar contra Rusia, dicen los oficiales occidentales involucrados en esos programas.
Así que el 24 de febrero, cuando Rusia invadió Ucrania, la capacitación de las fuerzas locales había sido tan extensa que gran parte del entrenamiento práctico ya estaba a cargo de instructores ucranianos. Para los comandantes de la OTAN, esa fue una señal de que Ucrania había incorporado sus enseñanzas. “La gran lección es que el apoyo y la ayuda sostenidas durante años tienen un impacto significativo”, dice el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.
El trabajo de la OTAN en Ucrania también ha sido más exitoso que sus esfuerzos comparables en Irak y Afganistán. Los asesores lo atribuyen a que Ucrania tiene una sociedad relativamente cohesionada y un gobierno central reconocido y respaldado por instituciones que, aunque por lo general ineficientes y sumidas en la corrupción, aún representan un Estado unificado. Pero quizás lo más relevante haya sido que Ucrania tuvo un claro enemigo extranjero contra el que luchar, tras la toma de la península de Crimea por parte de Rusia en 2014 y el apoyo militar ruso a los insurgentes en el este del país.
Al momento de lanzar su invasión, el presidente Vladimir Putin citó la posible incorporación de Ucrania a la OTAN como una de las razones para atacar. Desde entonces, el presidente ucraniano Volodimir Zelensky ha propuesto renunciar a esa ambición. Cualquiera sea el resultado, dicen los asesores ucranianos y occidentales, las fuerzas de Kiev han aprendido a hacer la guerra según las reglas de la OTAN y lo están demostrando con éxitos en el campo de batalla.
Modernización
Las unidades de escaramuzas de Ucrania son la punta de lanza de estamentos militares totalmente reformados. En esa fuerza de estilo soviético, los asesores de la OTAN introdujeron conceptos novedosos, como el control civil del Ejército, inspectores profesionales, auditores externos y especialistas en logística.
Corriendo el foco del número de tropas y cantidad de armas, los asesores de la OTAN inculcaron el concepto de desarrollo de capacidades, donde los comandantes establecen metas y se aseguran de tener las tropas y las armas necesarias para alcanzarlas.
Para avanzar en ese enfoque, la OTAN introdujo los cuadros de suboficiales: soldados experimentados ascendidos a rangos de autoridad que sirven como enlaces vitales entre los altos mandos y las tropas terrestres. Los países de la OTAN también ayudaron a los líderes militares ucranianos a adoptar un enfoque llamado “comando de misión”, donde los altos mandos establecen objetivos de combate y delegan la toma de decisiones hasta lo más abajo posible en la cadena de mando, incluso a soldados específicos.
En el enfoque soviético —que Rusia todavía aplica ampliamente—, los oficiales superiores dan las órdenes y los soldados de a pie tienen poco margen para discutir o adaptar las decisiones sobre la marcha. “Esa fue la gran diferencia”, dice el exministro de Defensa ucraniano Andriy Zagorodnyuk. “La introducción de suboficiales y el comando de misión multiplican la efectividad de las tropas.”
El teniente Kulish dice que el entrenamiento resultó ser doblemente efectivo porque los ucranianos ya conocen el pensamiento militar soviético.
“Los rusos están usando sus típicas tácticas, que no han cambiado mucho desde la época de Stalin”, dice. Primero lanzan el fuego de artillería. “A continuación arrojan carne a montones para tomar nuestras posiciones”, dice en referencia a los soldados rusos. Los ucranianos, en cambio, son impredecibles y ágiles. “Sembramos el caos entre sus filas”, dice.
Más allá de los cambios para el campo de batalla, los asesores de la OTAN también presionaron durante años para lograr que las fuerzas ucranianas incorporaran los elementos institucionales básicos de un Ejército profesional, como informes de auditoría, programas de desarrollo y procesos de revisión del personal, “cosas un poco aburridas”, dice el coronel Kristopher Reeves, del Ejército canadiense, que lideró al equipo de entrenamiento de su país en 2017 y 2018. Poco a poco, dice Reeves, la selección de comandantes se volvió más meritocrática.
“La experiencia en combate se volvió más importante y el mecanismo de los ascensos empezó a funcionar en base a las razones correctas”. Los cambios y el control civil sumaron niveles de supervisión que expusieron la corrupción y el despilfarro, que solía desatar la ira de los oficiales y burócratas militares ucranianos.
“Había tensiones y problemas constantes”, recuerda Zagorodnyuk, el exministro de Defensa. La voluntad política del entonces presidente Poroshenko y luego del presidente Zelensky hizo que los esfuerzos avanzaran y dieran frutos. Los Estados totalitarios no tienen instituciones con capacidad de desafiar lo que dice el Ejército, señala Zagorodnyuk: “En Rusia, nadie desafía al ejército”.
Por Daniel Michaels
Traducción de Jaime Arrambide
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