El robo del cerebro de Albert Einstein: la historia de un periplo que duró 52 años
Reconocido mundialmente por la teoría de la relatividad y la fusión nuclear, Albert Einstein es, sin lugar a dudas, uno de los personajes científicos más importantes del siglo XX. Tras su muerte, el 18 de abril de 1955, y de la cremación de su cuerpo, su cerebro fue robado, cortado en láminas y conservado por el patólogo Thomas Harvey. La recuperación del órgano del físico alemán demoró más de medio siglo.
Albert Einstein nació el 14 de marzo de 1879 en la ciudad de Ulm, a 100 kilómetros al este de Stuttgart, y desde muy joven demostró facilidad para adquirir conocimientos, como la ejecución del violín que empezó a practicar a los cinco años y no declinó hasta el final de sus días. Sin embargo, de niño mostraba dificultades para expresarse.
Cursó sus estudios primarios en una escuela católica y luego asistió al bachillerato en el instituto Luitpold, que tras su muerte pasaría a llamarse Gymasium Albert Einstein. Su familia lo envió a Aarau, en Suiza, para que culminara sus estudios secundarios en la escuela cantonal de Argovia, a unos 50 km al oeste de Zúrich, donde se graduó en 1896.
A la edad de 17 años, Einstein ingresó en la Escuela Politécnica Federal de Zúrich. Allí se matriculó en la Escuela de Orientación Matemática y Científica con idea de estudiar física. En octubre de 1896, conoció a Mileva Maric, quien sería su primera esposa. En 1900 se graduó como profesor de física y matemática y, un año más tarde, obtuvo la ciudadanía suiza.
En mayo de 1904, fruto de su relación con Maric, nació Hans Albert Einstein. Ese mismo año, el físico consiguió un trabajo estable en la Oficina de Patentes de Berna. Tiempo después, terminó su doctorado con la presentación de una tesis bajo el título Una nueva determinación de las dimensiones moleculares.
Einstein publicó su teoría de la relatividad restringida cuando tenía 26 años, en 1905, fundamentada en sencillos postulados físicos, fenómenos y conceptos abordados previamente por Henri Poincaré y Hendrik Lorentz.
En 1915, dio a conocer su teoría de la relatividad general y reformuló el concepto de gravitación newtoneano por completo. A partir de sus postulaciones, surgió el estudio científico del origen y la evolución del universo por la disciplina denominada cosmología.
Dio cátedra y fue conferencista en las universidades de Berna y Praga. Tuvo su segundo hijo, Eduard, a los 29 años. Diez años más tarde, se divorció de su primera esposa para contraer matrimonio con Elsa Lowenthal.
Fue distinguido con el Nobel de Física en 1921. Einstein recibió este prestigioso galardón por sus detalladas explicaciones sobre el efecto fotoeléctrico y sus innumerables contribuciones a la física teórica. Dichas explicaciones se publicaron en cuatro artículos que envió a la revista Annalen der Physik y se los conoce popularmente como los textos del annus mirabilis (año milagroso).
En 1923, viajó a España donde entabló una relación de amistad con el filósofo José Ortega y Gasset. En ese país fue nombrado miembro de la Real Academia de Ciencias por parte del rey Alfonso XIII.
Su visita a la Argentina
Albert Einstein llegó a la Argentina el miércoles 25 de marzo de 1925, durante la presidencia de Marcelo Torcuato de Alvear. Arribó en un barco proveniente de Montevideo y, tras el asedio de la prensa, el ilustre personaje se alojó en la residencia de la familia de Bruno Wasserman, predio en el barrio porteño de Belgrano donde en la actualidad funciona la Embajada de Australia en Buenos Aires.
"La visita de Einstein a la Argentina se dio en el marco de una gira mundial. A nivel regional, primero visitó Brasil, luego recaló en Uruguay y finalmente llegó a nuestro país. Había sido invitado por la Universidad de Buenos Aires a dictar un ciclo de conferencias. Otras universidades y entidades habían adherido a la invitación, como es el caso de la Asociación Hebraica Argentina", explica el historiador Pablo Adrián Vázquez a LA NACIÓN.
Su presencia en el país no pasó inadvertida para el periodismo ni para distintas celebridades locales que se entrevistaron con él. Se reunió con el propio Alvear, su amigo el escritor Leopoldo Lugones y el fisiólogo Bernardo Houssay, quien 22 años después sería distinguido con el Nobel de Medicina. "La visita de Einstein fue cubierta por numerosos medios, entre los que se destacan los diarios La Prensa, Crítica, La Voz del Interior y la revista Caras y Caretas", amplía Vázquez.
Además de la UBA, Einstein visitó y disertó en las universidades de Córdoba y La Plata. Sobrevoló la Capital Federal a bordo de un hidroavión y hasta disfrutó de un día descanso en la estancia de los Wassermann en Lavallol. "Como escribiría en su diario de viaje, disfrutó de 'la tranquilidad del lugar' entre una agenda abultada a lo largo del mes de su visita", añade el historiador.
Luego de una multiplicidad de actividades y de haber escrito notas en distintos diarios, Einstein abandonó el país. El científico alemán se marchó de la Argentina el 23 de abril de 1925.
Vida y muerte en Estados Unidos
En 1932, ante el incipiente avance del nazismo y antes de que Adolf Hitler fuese ungido canciller, Einstein abandonó Alemania para radicarse en Estados Unidos. Allí trabajó en la Universidad de Princeton hasta el día de su muerte.
A siete años de su llegada al país del norte, en 1939, Einstein escribió su célebre carta al presidente Franklin Delano Roosevelt. En ese texto, expresó su objetivo de promover el proyecto atómico para adelantarse a las fuerzas enemigas.
Durante sus últimos años, el físico trabajó para integrar en una misma teoría las cuatro interacciones fundamentales. Pero esa tarea quedó inconclusa ya que falleció en la madrugada del 18 de abril de 1955. Tenía 76 años y su cuerpo fue sometido a una autopsia para determinar las causas del deceso.
Thomas Stoltz Harvey, un patólogo de 43 años, estaba de guardia en el hospital y fue él quien determinó que la muerte de Einstein fue producto de la ruptura de un aneurisma aórtico.
Para cumplir con los deseos del difunto, la familia de Einstein procedió a su cremación y sus cenizas fueron esparcidas en el río Delaware. El científico no quería que sus restos se convirtieran en objeto de veneración mórbida. Sin embargo, hubo una parte del cuerpo que no atravesó el mismo proceso.
El robo del cerebro de Albert Einstein
En secreto, sin consentimiento, Harvey extrajo el cerebro del físico durante la autopsia. Días más tarde, confesó lo que había hecho a Hans, el hijo mayor de Einstein: para justificarse dijo que lo había hecho en nombre de la ciencia.
Harvey tenía la intención de descubrir, a través de la neurociencia, la clave de la inigualable inteligencia de Einstein. Para ello cortó el órgano en láminas y lo guardó en distintos frascos con formol.
Si bien Hans le dio el visto bueno para llevar a cabo el experimento con el cerebro de su padre, Harvey no tuvo la misma suerte con sus empleadores. La autoridades del hospital de Princeton consideraron el acto como una falta grave y lo despidieron de inmediato.
De esa manera, el patólogo comenzó un derrotero errante. Con el cerebro del célebre físico en el sótano de su casa, se contactó con varios neurólogos y les ofreció el órgano para su estudio.
Para sorpresa de Harvey, nadie accedió a su oferta.
Así, abandonó Princeton y recorrió varias ciudades de Estados Unidos, trabajando como médico y como peón. Quizás por el final de la guerra de Vietnam, el escándalo del Watergate y el principio del fin de la URSS, el mundo se olvidó por un tiempo del malogrado destino del cerebro de Einstein.
Fue un periodista quien retomó el asunto en agosto de 1978. Steven Levy, director de la revista New Jersey Monthly, logró que Harvey le concediera una entrevista.
Publicado bajo el título "Mi búsqueda del cerebro de Einstein", el artículo de Levy llegó al despacho de la neuróloga Marian Diamond en la Universidad de Berkeley, en California.
En 1985, Diamond se puso en contacto con Harvey y le pidió que le enviara un fragmento del cerebro de Einstein para estudiarlo. Ese fue el primer trabajo sobre el órgano del genio alemán, realizado 30 años después de su muerte.
14 años después del análisis de Diamond, la revista Lancet publicó otro trabajo titulado "El excepcional cerebro de Albert Einstein", basado en fotografías realizadas por Harvey durante la autopsia. Los investigadores concluyeron que los lóbulos parietales de Einstein presentaban una morfología atípica. Un equipo de neurólogos de la Universidad de Florida arribaría a una conclusión similar en 2012.
Harvey cumplió con la promesa realizada al hijo mayor del científico alemán: el cerebro de Einstein fue objeto no de una, sino de varias investigaciones científicas.
El 5 de abril de 2007, falleció a los 94 años. Los restos de Einstein que aún conservaba quedaron en poder de sus herederos, quienes años más tarde los donaron al Museo Nacional de Salud y Medicina de Maryland (NMHM, por sus siglas en inglés) donde pueden verse en la actualidad.
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