El régimen egipcio apuesta todo a un referéndum
El gobierno interino controlado por el ejército busca aprobar una nueva Constitución para consolidar su poder
EL CAIRO.- Las calles de El Cairo están repletas de carteles que piden el voto por el "sí" en el referéndum constitucional que se celebrará el 14 y 15 del mes próximo. Y es que las autoridades salidas del golpe de Estado que derrocó al presidente islamista Mohammed Morsi consideran que la aprobación de la Carta Magna representa un paso decisivo en la consolidación del nuevo régimen político. Es una apuesta que no pueden perder.
"Ésta es la mejor Constitución de la historia de Egipto", declaró solemnemente el obispo Pola, el representante de la iglesia copta en la Asamblea Constituyente, tras su aprobación a principios de mes. Sin embargo, las frases grandilocuentes de los políticos y líderes sociales egipcios no encuentran su reflejo en la calle. Egipto es hoy un país severamente fracturado. Como muestra de ello fueron los enfrentamientos entre manifestantes pro Morsi y policías que tuvieron lugar durante las últimas 48 horas, y que se cobraron la vida de seis personas.
La redacción de la nueva Carta Magna coincidió con dos noticias que sacuden a la sociedad egipcia: la designación como "organización terrorista" de los Hermanos Musulmanes, el miércoles pasado, y la sentencia a tres años de cárcel a tres activistas revolucionarios considerados símbolos de la revolución de 2011.
Los tres jóvenes, entre ellos Ahmed Maher, fundador del célebre Movimiento 6 de Abril, fueron condenados por desafiar una draconiana ley de manifestaciones que, entre otras provisiones restrictivas, otorga al Ministerio de Interior la discrecionalidad de prohibir cualquier protesta.
A medida que pasa el tiempo, se van restableciendo prácticas habituales de la era del dictador Hosni Mubarak: el culto a la personalidad del general Abdel al-Sissi, el verdadero hombre fuerte del régimen, la censura en los medios de comunicación, el nombramiento de militares como gobernadores provinciales, el arresto de activistas de derechos humanos, etc.
"Está claro que hay un intento por parte de algunos poderes de reconstituir un Estado autoritario, lo que no tengo nada claro es que lo acaben consiguiendo. Este Egipto es diferente del anterior a 2011", sostiene Ibrahim Awad, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Americana de El Cairo.
Una notable diferencia es que el gobierno actual, una heterogénea alianza de varios partidos laicos con personalidades e instituciones vinculadas con Mubarak, cuenta con el apoyo decidido de un segmento importante de la población, hastiada de la inestabilidad de los últimos tres años y que pide mano dura.
La gran pregunta es si esta coalición será capaz de perdurar, sobre todo si la imposición de nuevos recortes de libertades suscita renovadas protestas entre la juventud.
"Los principales responsables del gobierno reconocen que tarde o temprano deberá haber una reconciliación nacional, pero dicen que ahora es imposible. Quieren esperar a que terminen los juicios a los líderes de la Hermandad", comenta José María Beneyto, parlamentario del Partido Popular español, que se entrevistó recientemente con los principales líderes políticos del país en representación del Consejo de Europa.
Aumenta la represión
Una de las contradicciones del actual tiempo político en Egipto es que se haya aprobado una Constitución que recoge más derechos individuales que la anterior justo en el momento en el que se amplía la represión policial. ¿Se aplicará realmente la nueva prohibición de la tortura? Sin una reforma profunda de los ministerios de Justicia y, sobre todo, de Interior, existe un gran riesgo de que la Constitución se convierta en papel mojado. Un espejismo de libertad en un desierto de tiranía.
En todo caso, para muchos, el referéndum no será sobre la Carta Magna, sino sobre el golpe de Estado de julio pasado. Será la primera vez que hablarán las urnas desde entonces. Los medios de comunicación describen una sociedad mayoritariamente inclinada hacia el actual gobierno.
No obstante, una reciente entrevista de Zogby presentaba un país dividido en dos mitades prácticamente iguales: 51% contra la deposición de Morsi, 46% a favor.
Una vez aprobada la Constitución, se harán elecciones legislativas y presidenciales, aunque no está claro en qué orden. Todos los posibles aspirantes a la presidencia están pendientes de si Al-Sissi, el gran favorito, decide presentarse.
Su ascenso al poder confirmaría que Egipto es un país adicto a los militares, pues ha estado gobernado por un uniformado desde 1952, con el breve paréntesis de Morsi. Y ya se vio cómo terminó.
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