¿Se prepara para ser rey? El príncipe Carlos se deshace de su granja orgánica
MADRID.- El príncipe Carlos de Inglaterra anunció que no renovará el arrendamiento de su granja orgánica, Home Farm, que concluye el próximo mes de abril. Para la prensa británica no hay duda: el hijo de Isabel II se prepara para su ascensión al trono.
Clarence House lo comunicó de manera oficial dando señales de que no se trataba de una decisión cualquiera. Especialmente cuando es conocida la dedicación del príncipe de Gales a esta granja agrícola de 365 hectáreas, ubicada en los verdes valles de Gloucestershire en el suroeste de Inglaterra. Y especialmente si se tiene en cuenta que pasó casi 30 años transformando Highgrove Estate en uno de los jardines más bellos del mundo.
El heredero al trono, a sus 71 años quiere estar más libre para dedicarse a sus tareas de representación ahora que su madre se encuentra más retirada a causa de la covid-19 y que, en principio, su reinado está cada vez más cerca por la avanzada edad de su madre, 94 años. El discurso de la reina, que abre la legislatura y marca la agenda del Gobierno de los cinco próximos años, es uno de los actos centrales y más ceremoniales de la vida política británica. Durante décadas, el protagonismo era en exclusiva de Isabel II, aunque acudía casi siempre acompañada del príncipe Felipe de Edimburgo. La imagen a su lado del príncipe de Gales la última vez confirmó una voluntad de relevo escalonado.
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Pionero de la agricultura ecológica, en 1986, el príncipe Carlos anunció la conversión de su granja de Highgrove en un lugar para el cultivo orgánico. El gesto fue interpretado entonces como un capricho del heredero pero no fue así. Cuatro años más tarde creó el sello Duchy Originals. Esto le ha permitido vender productos provenientes de su finca dedicados al cultivo del trigo así como a la cría de ovejas, bueyes y cerdos. En el Reino Unido, ahora se pueden adquirir en la cadena de supermercados de alta gama Waitrose.
Cuando la comida orgánica no estaba, ni de lejos, en el centro de la conversación alimentaria, el príncipe Carlos tuvo una visión que con el tiempo no solo ha demostrado ser una iniciativa pionera, sino también un negocio muy lucrativo que el año pasado facturó más de 200 millones de libras (unos 221 millones de euros) en ventas. En su afán de impulsar la agricultura sostenible, que él ya había implantado en Home Farm (su granja de Highgrove), decidió encargarle a Walkers, una mítica marca escocesa que había empezado como obrador en el siglo XIX, que creara para él un producto realizado con trigo y avena procedentes de sus cultivos orgánicos.
El heredero al trono británico probó más de cien variedades, y en 1992 comercializó la elegida bajo el paraguas de Duchy Originals, una empresa que había registrado dos años antes. La galleta de la fortuna del príncipe de Gales -reconocible por llevar grabado el blasón del ducado de Cornualles- sigue siendo hoy un best seller, pero su receta es de lo poco que ha permanecido inalterado en estos 25 años. Hoy la compañía distribuye ya más de 300 productos (desde cerveza a humus), exporta a más de 30 países y trabaja con docenas de pequeños productores.
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El mayor escollo fue el lanzamiento de una línea de hierbas medicinales cuya publicidad fue tachada de engañosa y que acabó desapareciendo de su catálogo. Lo que nadie pone en duda es la legitimidad orgánica de sus alimentos, que se producen con criterios de proximidad y sin fertilizantes químicos.
"En otra vida, creo que el príncipe Carlos habría sido granjero", afirmaba en 2007 David Wilson, el administrador de Home Farm, a The New York Times. En un documental de la BBC, emitido en septiembre de 2010, Carlos incluso admitió "hablar con los árboles" y hacer "patrullas" todas las noches, podadora en mano, para podar los setos: una "gran terapia", dijo.
A pesar de dejar la finca en abril de 2021, Carlos de Inglaterra quiere seguir involucrado en la agricultura orgánica. Tiene la intención en particular de transformar la finca de Sandringham, propiedad privada de la familia real ubicada en Norfolk, en una vasta granja de ovejas, sus animales favoritos.
© El País, SL
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