El portazo del máximo experto de abusos del Vaticano le genera otro dolor de cabeza a Francisco
El jesuita Hans Zollner renunció a su cargo en la la Pontificia Comisión para la Tutela de Menores, creada hace nueve años por el Papa
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ROMA.- El jesuita alemán Hans Zollner, uno de los máximos expertos del Vaticano en el siempre candente tema de los abusos sexuales, de conciencia y poder en el seno de la Iglesia Católica, le dio un portazo a la Pontificia Comisión para la Tutela de Menores (PCTM) creada por el papa Francisco hace nueve años con su ayuda.
Se trata del segundo peso pesado que se va de esa comisión después de la clamorosa salida de la experta irlandesa Marie Collins, víctima de abusos sexuales durante su niñez, que renunció en marzo de 2017 debido a la “falta de colaboración” e “inaceptable” y “vergonzosa” reticencia de diversas oficinas de la curia romana.
Esta vez las cosas son distintas, aunque igual de graves. Y un nuevo dolor de cabeza para el papa Francisco. Zollner, en efecto, decidió tirar la toalla por el mal funcionamiento de la misma comisión, donde faltaron nada menos que “transparencia, respeto de las reglas y rendición de cuentas”, esos mismos puntos esenciales en la lucha contra la cultura del silencio y del abuso, según denunció hoy en un encuentro en la sede de la Asociación de la Prensa Extranjera.
La decisión de Zollner -teólogo, psicólogo, director desde hace 11 años del Instituto para la Protección de Menores de la Pontificia Universidad Gregoriana y consultor de la diócesis de Roma - de renunciar a la PCTM en verdad había trascendido semanas atrás. Pero la noticia había quedado totalmente eclipsada por la sorpresiva internación del papa Francisco en el hospital Gemelli. Entonces, se dio un cortocircuito entre el cardenal estadounidense Sean O’Malley, arzobispo de Boston y presidente de la comisión, y Zollner. O’Malley difundió un comunicado en agradecimiento de la labor del sacerdote jesuita, que decía que se iba debido a una sobrecarga de trabajo.
“Puso flores y rosas, pero no dijo que había problemas”, criticó Zollner, que mencionó en otro comunicado “problemas estructurales y prácticos” a nivel financiero, de organización, incluso de selección de personas, que le hicieron “imposibile” seguir en la comisión. Puntualizó, además, la falta de normas que regularan la relación de la PCTM con el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, que con la reforma de la curia puesta en marcha el año pasado, quedó englobada en este “ministerio”.
En su encuentro con periodistas, Zollner reiteró su perplejidad ante este cambio y mucho otros de los últimos tiempos, que crearon gran confusión en la comisión, que definió, por otro lado, “una idea genial del papa Francisco” y un éxito en sí, más allá de los problemas.
En una declaración que leyó al principio, Zollner admitió que para él no fue fácil tomar la decisión de irse. “Muchas veces me pregunté: ¿Este gesto corresponde al espíritu de equipo y a la discreción necesaria en cualquier trabajo de grupo? ¿Con mi decisión, daño al Santo Padre que está muy interesado en el trabajo de la PCTM?”, se preguntó. Precisó luego que hubo personas, antes que él, que abandonaron la comisión con críticas. Y explicó que si había decidido hablar él también ahora, no era con “objetivos polémicos o para dañar la comisión”, sino porque había recibido demasiados pedidos de entrevistas de diversos medios y para aportar algo a la misma comisión.
En este marco, contó que en los últimos días, al margen de haber recibido mensajes de aliento desde todo el mundo, “no faltaron consejos de quienes, en buena fe, sugirieron que hubiera sido mejor no decir más nada en público”. “Para mí esta no es una verdadera alternativa, porque significaría confundir el trabajo en equipo con la complicidad, la discreción con el encubrimiento, la lealtad con el servilismo”, explicó. “La cuestión de la PCTM es muy compleja del punto de vista político y emotivo, por obvias razones. Esta comisión tiene una enorme importancia en la lucha contra los abusos y tiene un valor intrínseco que no puede ser sustituido por nada”, sentenció.
Tres cuestiones
Tras lamentar que sus aportes a la discusión son percibidos por algunos como “ataques personales” y excusarse si alguien se sintió herido, Zollner, como ya había hecho en su declaración del 29 de marzo, reiteró que los puntos críticos tienen que ver con tres cuestiones fundamentales. “El papa Francisco los había identificado como esenciales en la lucha contra los abusos en ocasión de la cumbre sobre la protección de menores de 2019: transparencia, respeto de las reglas y rendición de cuentas”, evocó. Subrayó, al respecto, que el año pasado en al menos tres oportunidades le escribió a los directivos de la comisión para advertirles que veía que las cosas no funcionaban en estos puntos, sin recibir jamás una respuesta.
Sin querer hacer nombres, Zollner admitió gran perplejidad antes los cambios de los últimos años, la elección de los miembros y la confusión de roles. “Si uno no sabe de qué es responsable, si no tiene claros sus límites precisos y competencias y a quién tiene que rendirle cuentas, hay confusión. Y esto crea dificultades en el respeto de las reglas y también en la transparencia”, criticó.
Admitió, por otro lado, que sigue habiendo resistencia en el seno de la Iglesia en cuanto la lucha a los abusos. “Aunque ha aumentado el compromiso de muchos en este tema, hay mucha gente que trabaja y la red ha crecido enormemente, hay algunos que obstaculizan esto. Y las víctimas siguen teniendo la impresión de que no son escuchadas”, dijo.
“Aunque vi con mis propios ojos cómo el papa Francisco se toma tiempo y escucha a las víctimas y él es un ejemplo de la actitud que debería tener la Iglesia, algunos a veces no quieren escuchar”, lamentó. “¿Si la Iglesia no sirve a los últimos, a los heridos, como son las víctimas de abusos, no tiene sentido. Muchas víctimas ya no esperan nada, pero muchas otras aún desean encontrar una imagen humana de la Iglesia y el dolor más grande es que no la encuentran”, confesó. Y, claro y directo, concluyó: “La Iglesia no está acostumbrada al lenguaje de estas tres palabras -transparencia, respeto de las reglas y rendición de cuentas-, y no es una cuestión de derecha o izquierda, de liberales o conservadores. No es una cuestión de partido, sino de actitud”.
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