El país europeo es el mayor productor mundial de lignito, pero busca eliminar su uso para 2038 y repoblar áreas afectadas por la contaminación
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Estoy parada en medio del pueblo de Manheim, pero mi teléfono me dice lo contrario. A un lado puedo ver la vieja iglesia, sus ventanas tapiadas. Por otro lado, está el pub del pueblo que parece igualmente abandonado. Pero Google Maps insiste en que este lugar no existe. La pequeña flecha de mi teléfono ni siquiera puede captar la calle en la que estoy. Cree que estoy en un campo.
Desde finales de la década de 1940, alrededor de 50 pueblos como este fueron desalojados para dar paso a las minas de carbón en Renania del Norte-Westfalia, el estado más poblado de Alemania.
Manheim se encuentra en el borde de Hambach, una de las tres minas a cielo abierto en la región donde se extrae el lignito, un tipo de carbón utilizado casi exclusivamente en la generación de energía.
La empresa de energía RWE, que opera las minas, compró sus casas a la mayoría de los residentes de Manheim, y estos se mudaron a la recién construida Manheim-Neu (Nuevo Manheim) justo al lado. Incluso se han llevado los nombres de las calles con ellos, y en las que estoy ahora fueron borradas del mapa.
Alemania es el mayor productor mundial de lignito y la industria ha dado forma tanto al paisaje como a la vida de las comunidades aquí durante generaciones.
Además de la destrucción y reconstrucción de pueblos, bosques y tierras de cultivo, las minas han proporcionado un suministro constante de puestos de trabajo calificados y manuales para miles de personas.
También han sido escenario de grandes protestas, en las que activistas luchan por salvar partes del bosque vecino de Hambach, el 90% del cual fue tragado por la mina. Las tensiones entre los ambientalistas, la policía y los empleados de RWE han sido un telón de fondo en la vida cotidiana durante los últimos 15 años. El viejo pueblo de Manheim incluso fue ocupado por activistas en un momento, y sus grafitis de “Hambi se queda” todavía se pueden ver en las paredes de algunas casas abandonadas.
Pero todo esto está a punto de cambiar.
Un nuevo futuro
El año pasado, Alemania anunció que planea eliminar el uso de carbón por completo para 2038. El lignito es el más contaminante de todos los tipos de carbón, ya que su menor densidad significa que se deben quemar cantidades más grandes para producir energía, y es responsable del 20% de las emisiones de carbono del país.
La región ha recibido 15.000 millones de euros (US$17.800 millones) del gobierno federal para que este proceso de cambio sea un éxito.
Las minas eventualmente se rellenarán y algunas partes de la tierra que una vez estuvieron destinadas a la destrucción ahora sobrevivirán, incluido el 10% del bosque de Hambach que sigue en pie.
Ahora, la comunidad enfrenta un nuevo desafío: cómo crear un nuevo futuro para la región después del carbón.
Rudolf Juchelka, un geógrafo económico de la Universidad de Duisburg-Essen que estudia la historia y la cultura de la minería del carbón, dice que, a pesar de que la destrucción de viviendas es molesta para los residentes mayores en particular, la mayoría de la gente en esta región carbonífera estaba acostumbrada a ella.
“La gente sabe desde hace 30 o 40 años que su pueblo algún día sería destruido”, dice. “Y muchos también trabajaron en las minas, por lo que hay un conflicto ahí”. Y aunque los políticos hablaron sobre la posibilidad de una eliminación gradual del carbón durante años, la repentina introducción de la fecha de 2038 fue un poco sorprendente.
“La gente planeó sus vidas y ahora, de repente, todo está cambiando”, dice Juchelka.
Zukunftsagentur (Agentes del Futuro), una organización sin fines de lucro con sede en la cercana ciudad de Julich, tiene la tarea de idear una estrategia sobre la mejor manera de utilizar los 15.000 millones de euros. Su director ejecutivo, Ralph Sterck, me dice que se están preparando muchas grandes ideas. “Queremos convertirnos en un modelo para el resto del mundo sobre cómo salir del carbón”.
RWE está cambiando su enfoque hacia las energías renovables, pero los parques eólicos requieren muchos menos trabajadores que las minas, lo que significa que se perderán miles de puestos de trabajo en la empresa.
Los parques de investigación de inteligencia artificial, los centros de producción de hidrógeno y la computación cuántica se promocionan como nuevas industrias potenciales, y Zukunftsagentur espera no solo reemplazar los trabajos que se están perdiendo, sino también crear nuevos.
Dos minas, incluida Hambach, se llenarán con agua para crear lagos, un proceso que llevará 100 años debido a su tamaño, mientras que otra, Garzweiler, se rellenará potencialmente con tierra lista para construir nuevos asentamientos.
Sin embargo, Sterck sabe que hay un gran desafío que superar si se quiere que algo de esto tenga éxito.
“Siempre que construís algo nuevo, también necesitás contar con los ciudadanos, o no funcionará”, dice. “Hay mucha gente trabajando en las minas en este momento y están muy abiertos a las ideas, y también están los activistas climáticos, que son más críticos con el proceso. Pero tenemos que unirlos a todos”.
Los críticos
Es importante tener claro que el plan de salida del carbón de Alemania está muy por debajo de las recomendaciones ambientales.
Según las estimaciones, la Unión Europea necesita eliminar gradualmente el carbón para 2030 para cumplir con el objetivo de 1,5°C del Acuerdo de París, que todos los países del bloque se han adherido. La UE ha pedido una eliminación global de la energía del carbón, donde no se combina con la captura y el almacenamiento de carbono para absorber las emisiones.
“Es demasiado lento”, me dice Dirk Janson. El director del grupo regional Amigos de la Tierra ha estado haciendo campaña contra las expansiones de la mina durante años y apoya a los activistas que han ocupado áreas forestales y pueblos.
Según el plan actual, las expansiones de la mina continuarán durante varios años, lo que significa que cinco pueblos más serán destruidos. Janson también critica los pagos de compensación que recibirán los propietarios de plantas de energía de lignito.
“Necesitamos detener esta extracción de lignito, ahora mismo. No es necesario”, dice Janson.
Le gustaría que la región se convierta en un centro de energía renovable y que las áreas boscosas se expandan para ayudar a revertir la pérdida de biodiversidad.
De vuelta en el viejo pueblo de Manheim, Marco y Claudia Jakobs me muestran el lugar donde una vez estuvo su casa. “Sabía que algún día desalojarían el pueblo cuando me mudé aquí (en 1999)”, dice Claudia. “Pero parecía tan lejano en el futuro”.
Alrededor de 2001, se convocaron las primeras reuniones para explicar a los residentes que necesitaban mudarse. “Fue muy surrealista. Pero pronto nos dimos cuenta de que teníamos que vivir con eso y hacer de nuestras nuevas vidas lo mejor que pudiéramos”.
Ambos dicen que se sintieron respaldados tanto por la RWE como por las autoridades cuando planificaron el nuevo pueblo -”obtuvimos la mayoría de las cosas que queríamos, como mucho espacio verde”- a pesar de que el dinero recaudado por la venta de su antigua casa no cubrió el total costo de la nueva construcción.
También fue emotivo entregar las llaves a RWE el día que se mudaron. “Mi hijo nunca podrá regresar al lugar donde creció”, dice Claudia.
Muchas casas en el pueblo fueron ocupadas por activistas después de que los residentes se fueron, lo que los Jakob dicen que la comunidad encontró traumático a pesar de que en general apoyaban la salvación del bosque.
“Algunos de nuestros vecinos se lo tomaron muy personalmente, porque sentían que sus corazones todavía estaban en esas casas, aunque la compañía de energía ahora era su dueña”, dice Claudia.
Pero a pesar de que la industria minera está causando tantos trastornos en sus vidas, los Jakob dicen que se sienten incómodos con la carrera para salir del carbón. “Parece un poco demasiado rápido”, dice Marco.
A los empleados mayores de RWE les han ofrecido cómodos planes de jubilación anticipada, pero Marco está preocupado por las personas de entre 20 y 30 años, que deberán volver a capacitarse. “Espero que logremos construir una nueva economía”.
Incorporar a la comunidad
La Comisión Europea y otras agencias internacionales han elogiado a Zukunftsagenteur por su éxito al incorporar a diferentes grupos afectados en el proceso de transición.
La UE también sugirió que su trabajo de divulgación ha ayudado a lograr una alta aceptación de la necesidad de una salida del carbón, en comparación con otras partes del mundo donde se ha convertido en un tema muy divisivo.
Pero la directora del proyecto, Nicole Kolster, que trabaja para incorporar a los miembros de la comunidad al proceso de planificación, insiste en que esta complicada tarea aún está en curso. La gente de la región dice que quiere que los cambios se produzcan rápidamente.
Sin embargo, también quieren la mayor cantidad de personas posible a bordo, lo que ralentiza los procesos. La pandemia de Covid-19 también ha significado que las sesiones de retroalimentación se hayan realizado hasta ahora online, lo que limita su impacto, pero Kolster dice que ha obtenido buenas ideas sobre cómo se podría dar forma a los planes.
“La gente nos ha dicho que cree que la calidad de vida es tan importante como la economía”, cuenta.
El aumento de la biodiversidad a través de áreas más silvestres y boscosas y la creación de los lagos son ideas populares, al igual que la conmemoración del papel que jugó la minería en la zona a través de monumentos y museos.
El plan ahora es tratar de llegar a los residentes de forma más directa a medida que se levanten las restricciones de Covid-19. “Queremos un vehículo que nos permita acercarnos directamente a la gente, explicar quiénes somos y por qué queremos que se involucren”, dice.
En el viejo pueblo de Morschenich, no lejos de Manheim, el alcalde, George Gelhausen, está ideando un plan que espera pueda salvar las divisiones de la comunidad.
Al entrar, se ha erigido un nuevo letrero debajo del nombre original del pueblo: “Pueblo del futuro”. Este lugar estaba destinado a ser destruido para dar paso a la mina Hambach, al igual que Manheim. Pero cuando se anunció la eliminación del carbón el año pasado, se cancelaron las excavaciones adicionales en esta dirección.
Desafortunadamente, la mayoría de los residentes ya se habían mudado a nuevas casas en otros lugares. “La gente se decepcionó por que fuera demasiado tarde para elegir quedarse”, dice. “Pero la mayoría estuvo de acuerdo en que, en lugar de que se muden nuevas personas, les gustaría ver el pueblo transformado en otra cosa”.
El plan ahora es crear un centro de investigación y energía renovable, y Gelhausen está trabajando con estudiantes de la universidad local para elaborar planes sólidos, así como recopilar opiniones de la comunidad sobre lo que quieren que suceda.
“La gente rechazará automáticamente cualquier plan si siente que no estuvo involucrada”, dice Gelhausen, y agrega que cree que se necesitarán dos o tres años para armar una estrategia que tenga en cuenta las opiniones de todos.
“Mi objetivo es llevar la paz a este pueblo”, dice. “Había 50.000 manifestantes y 2000 policías aquí en un momento dado. Muchos residentes trabajaban en las minas y estaban molestos, ya que sentían que su comunidad y sus trabajos estaban siendo destruidos”.
“Hay emociones fuertes en ambos lados y pueden chocar fácilmente, por lo que es importante que construyamos un diálogo pacífico”.
Alemania tiene una larga historia de transformación industrial, lo que puede haber ayudado a que siga siendo la economía más grande de Europa. Pero esto no siempre ha sido bien recibido por sus ciudadanos.
El proceso de reunificación en la década de 1990 vio a muchos trabajadores en la antigua Alemania Oriental comunista perder sus trabajos cuando sus industrias fueron privatizadas, lo que ha resultado en un sentimiento de quedarse atrás.
“No veo que ningún país europeo esté manejando muy bien este tema de participación ciudadana”, dice Dagmer Schmidt, quien ha trabajado con comunidades en Lusacia, otra región de lignito en el este de Alemania. “Parece que hemos perdido el arte de tener buenas conversaciones sobre el futuro, o quizás nunca lo tuvimos para empezar”.
Los residentes, en general, apoyan la salida del carbón y comprenden su importancia desde una perspectiva ambiental, encontró una encuesta de otras regiones mineras en Alemania. Sin embargo, también dicen que encuentran difícil identificar una visión general para la transición.
De vuelta en Morschenich, de pie frente a las casas que alguna vez fueron marcadas para la destrucción, el alcalde Gelhausen dice que es bastante optimista.
“Esta es una situación realmente única, por lo que tenemos una oportunidad única”, concluye. “Creo que será emocionante ver cómo se desarrollan las ideas aquí”.
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