Lituania intensificó su relación con Taiwán y generó malestar en Pekín, que considera a la isla como parte de su territorio
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Es un pequeño país con apenas 2,8 millones de habitantes, pero eso no le ha impedido desafiar a la poderosa China.
En los últimos meses Lituania ha intensificado su relación con Taiwán, algo que ha molestado a Pekín, que considera a la isla parte de su territorio.
En el último episodio de esa tensión, el país europeo permitió a Taiwán abrir una embajada de facto, y la respuesta de China fue degradar sus relaciones diplomáticas con Lituania.
Una cuestión de denominación
La disputa comenzó este verano, cuando Taiwán anunció que su oficina en Lituania se llamaría Oficina de Representación de Taiwán. China retiró a su embajador en agosto.
Otras oficinas de Taiwán en Europa y Estados Unidos usan el nombre de la capital del país, Taipéi, para evitar una referencia a la isla en sí. China la considera una provincia rebelde, pero Taiwán se ve a sí misma como independiente.
La nueva oficina de Taiwán en Lituania, que abrió el pasado 18 de noviembre, es el primer puesto diplomático nuevo de la isla en Europa en 18 años.
Y aunque no equivale a una relación diplomática oficial, puede verse como una señal de los lazos crecientes entre ambos lugares.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de China reaccionó diciendo que la medida de Lituania “socava la soberanía y la integridad territorial de China” y creaba un “mal precedente a nivel internacional”.
Explicó que reduciría su compromiso diplomático con el país al nivel de encargado de negocios, un escalón menos que el de embajador.
Bajo el principio de “una sola China”, Pekín insiste en que Taiwán es una parte inalienable de una China que se reunificará algún día.
Por otro lado, la política de “una sola China” es el reconocimiento diplomático de la posición de Pekín de que solo hay un gobierno chino.
Bajo dicha política, Pekín no acepta tener relaciones con las naciones que reconocen a la isla, lo que ha llevado a que muy pocas tengan lazos con Taipéi.
Hoy apenas14 naciones, además del Vaticano, mantienen relaciones diplomáticas con Taiwán. La mayoría son pequeñas islas, aunque también se destacan algunas naciones centroamericanas como Belice, Guatemala, Honduras y Nicaragua. Paraguay es el único país sudamericano que lo reconoce.
Pero la apertura de la oficina no fue el único punto de fricción entre ambos países.
En septiembre, el Ministerio de Defensa del país báltico urgió a los lituanos que tuvieran teléfonos chinos a desecharlo y a evitar comprarlos.
Según un informe de su Centro Nacional de Seguridad Cibernética, un teléfono Xiaomi tenía herramientas de censura integradas, mientras que otro modelo de Huawei tenía fallas de seguridad.
Huawei dijo que desde sus teléfonos no se envían datos del usuario al exterior y Xiaomi que no censura las comunicaciones.
Relación con Taiwán
Lituania, que en los últimos años se ha convertido en un centro de referencia de la tecnología financiera, defiende su derecho a tener vínculos con Taiwán, un importante proveedor de semiconductores, láseres y otras industrias de alta tecnología, pero dijo respetar la política de “una sola China”.
“Lituania reafirma su adhesión a la política de ‘una China’, pero al mismo tiempo tiene derecho a ampliar la cooperación con Taiwán y a aceptar y establecer misiones no diplomáticas para garantizar el desarrollo práctico de tales relaciones, como lo hacen muchos otros países. La recepción de la representación taiwanesa en Lituania se basa en intereses económicos”, dijo el gobierno lituano en un comunicado.
La apertura de la oficina en Vilna fue el último de una serie de acercamientos entre Vilna y Taipéi.
Varios personajes públicos y políticos del país báltico firmaron una carta abierta al presidente Gitanas Nauseda en 2020 en la que pedían que esa nación apoyase la independencia de Taiwán y su admisión en la Asamblea Mundial de la Salud.
Además, Lituania donó en junio 20.000 dosis de la vacuna contra la covid-19 a Taiwán.
Pero ¿por qué a Lituania le interesa fortalecer los vínculos con Taiwán, arriesgándose a enojar a una potencia como China?
En parte tiene que ver con la posición de la isla como proveedor de productos de alta tecnología, le explica a BBC Mundo Konstantinas Andrijauskas, del Instituto de Relaciones Internacionales y Ciencias Políticas de la Universidad de Vilna.
Pero además, “el enfoque general en política exterior de Lituania es intentar diversificar y profundizar sus relaciones con un grupo bastante grande de países de la región del Indopacífico”, explica el experto, citando los ejemplos de Corea del Sur y Singapur.
“Así, Lituania está muy dispuesta a enfatizar en términos diplomáticos y económicos su relación con democracias liberales, o al menos con democracias electorales como es el caso, por ejemplo, de Singapur, porque siente que las relaciones económicas con países autoritarios no reportan tantos beneficios”, agrega.
“Lituania ha estado lidiando durante décadas no solo con China, sino también con los vecinos rusos y bielorrusos, y nuestra experiencia sugiere que las relaciones económicas profundas no traen prosperidad”, sigue.
“En realidad, no traen seguridad porque los países autoritarios tienden a poner el acento en el contexto económico para perseguir sus objetivos geopolíticos y políticos”.
Es algo que reconocen desde el propio gobierno lituano. El viceministro Mantas Adomėnas le dijo a BBC Mundo que el actual gobierno “enfatiza el apoyo a la democracia y los derechos humanos en todo el mundo” y considera a Taiwán “un bastión muy importante de la democracia”.
“También están los vínculos históricos, en la medida en que Taiwán nunca ha reconocido la ocupación soviética de Lituania y tenemos una especie de deuda”, explica Adomėnas.
“Y, finalmente, es un país muy progresista, extremadamente dinámico, que muestra las mejores ventajas del sistema de libre mercado y del régimen político democrático”.
Poco que perder
Pero, además de todo esto, hay algo fundamental para entender por qué Lituania puede permitirse enojar a Pekín: al contrario de lo que ocurre con otros muchos países, Lituania no depende tanto de las inversiones chinas, ni del comercio con China.
“Nuestra falta de un vínculo económico profundo con China es solo un ángulo de la historia, pero definitivamente una parte muy importante porque básicamente nos da un poco de margen de maniobra”, explica Andrijauskas.
No obstante, China está aplicando restricciones a la importación de bienes materiales y también está cortando algunas exportaciones a Lituania, algo que no deja indiferente a Vilna.
“Todavía no sabemos el alcance exacto, pero es claramente una violación de las reglas comerciales internacionales”, dice el viceministro lituano, agregando que la situación se planteará en “los foros internacionales y así como la Unión Europea, porque es una especie de intento de restringir a un Estado miembro”.
“Lo que esperamos de la UE es que tenga una posición unida y de principios frente a China y frente a las medidas de coerción económica que está aplicando hacia uno de sus propios Estados miembro”, sostiene Adomėnas.
Pero la cuestión de China se ha convertido realmente en un tema incómodo, tanto para los otros Estados miembro, algunos con importantes nexos con Pekín, como para la UE en su conjunto, indica Andrijauskas.
“Lituania es en muchos sentidos un país que puede permitirse ser una especie de denunciante, pero definitivamente no quiere dañar la relación de otros países, de nuestros socios y aliados, con China”, agrega el experto. “Pero quiere compartir su preocupación sobre China con la UE”.
La relación que tiene la UE con China gira alrededor de tres aspectos: como socio en política climática y comercio, como competidor en el mercado de tecnología informática, y como rival en cuanto al sistema político y los derechos humanos.
La UE defendió el derecho de Lituania a tener vínculos con Taiwán, pero también reafirmó que el bloque no cuestionaba la política de “una sola China”.
Una historia de oposición a gigantes
Pero esta no es la primera vez que Lituania se enfrenta a un gigante. En 1990 fue la primera república soviética en declarar su independencia de Moscú.
La resistencia antisoviética fue liderada por Vytautas Landsbergis, abuelo del actual ministro de Asuntos Exteriores, Gabrielius Landsbergis.
En opinión de Andrijauskas, en Lituania puede haber una especie de resentimiento hacia China precisamente por el recuerdo que dejó la dominación de Moscú.
“La Unión Soviética ha dejado una huella y tiene connotaciones muy peculiares pues muchos lituanos asocian su experiencia como parte de la Unión Soviética con la experiencia de los uigures, los tibetanos, los kongkoneses…”.
Pero las controversias con Rusia no se acabaron ahí. Y Lituania también se ha posicionado contra uno de los mayores aliados de Moscú, Bielorrusia, y contra su líder, Alexandr Lukashenko.
De hecho, la líder de la oposición bielorrusia, Svetlana Tikhanovskaya, vive en Lituania desde que huyó de su país tras las contestadas elecciones de agosto de 2020.
Aun falta por ver el impacto real de esta disputa para los lituanos, ya que algunos señalaron que podría perder la posibilidad de hacer prósperos negocios con China. Pero para la clase política del país báltico esto va más allá de la economía.
“Por supuesto, las reacciones hostiles de un superestado de 1.400 millones de personas, siempre son motivo de preocupación”, reconoce el viceministro Adomėnas.
“Pero si nos hará cambiar nuestra posición con respecto a Taiwán, diría que no, porque ya en el pasado los chantajes de un régimen totalitario, la Unión Soviética, no nos llevó a dar marcha atrás en nuestro deseo de independencia”.
El viceministro recuerda el papel que tuvo Islandia, que fue el primer país en reconocer la independencia de Lituania, y fue un inmenso impulso moral.
“Así que tenemos este tipo de antorcha que nos entregó Islandia hace 31 años para llevársela a los taiwaneses que luchan por la supervivencia de su democracia y su forma de vida”.
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