El peor momento: la crisis por el virus y la pérdida de apoyos agobian a Bolsonaro
Mientras Brasil sufre por el colapso sanitario, crecen los reclamos de sectores políticos y empresariales para que el presidente tome medidas; el rechazo a su gestión llegó al 54%; la vuelta de Lula le sumó presión
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RÍO DE JANEIRO.- Todo cambia rápidamente en Brasil. Poco queda de aquel Jair Bolsonaro que apenas dos meses atrás parecía blindado por un importante triunfo político en el Congreso y sin ningún líder que le hiciera sombra en el camino a la búsqueda de su reelección, en 2022. Mientras la crisis sanitaria crece dramáticamente, con un promedio de muertes diarias por Covid-19 de casi 3000 en la última semana, Bolsonaro vive tal vez sus días más difíciles desde que asumió la presidencia, acechado por varios frentes.
En la misma semana, el presidente de Diputados, aliado a Bolsonaro, aumentó el tono de los reclamos y dijo que un “remedio amargo” puede ser aplicado si el gobierno sigue errando; influyentes empresarios y banqueros reclamaron medidas concretas y urgentes para contener la pandemia en un tono durísimo; y, por último, las encuestas trajeron otra mala noticia reportando que el nivel de rechazo a la gestión llegó a 54%, récord desde el inicio de la pandemia, amenazando con empezar a deteriorar su núcleo duro de apoyo.
El mayor país de la región superó esta semana los 300.000 muertos por coronavirus, sin indicios de disminución en la curva de contagios. Los líderes de Diputados y el Senado mostraron señales de que están perdiendo la paciencia con el gobierno federal. El más duro fue Arthur Lira, presidente de la Cámara baja, que hizo una referencia directa a un eventual proceso de impeachment.
“Los remedios políticos del Parlamento son conocidos y son todos amargos. Algunos, fatales. Muchas veces son aplicados cuando la espiral de errores se torna incontrolable. No es intención de esta presidencia. Preferimos que las actuales anomalías se curen por sí mismas”, advirtió Lira. La sola referencia al juicio político encendió una señal de alerta en Bolsonaro, que al día siguiente recibió al diputado en el Palacio del Planalto para mostrar que no “existe ningún problema” entre ambos.
Acorralado por la crisis, Bolsonaro buscó blindarse al lanzar un comité nacional de seguimiento de acciones de combate a la pandemia, con participación de gobernadores y de los otros dos poderes.
“El cambio del presidente no está empujado por los 300.000 muertos, sino por la política. Bolsonaro percibe que está bajo amenaza su proyecto de poder”, dijo a LA NACION Leandro Consentino, politólogo del Insper de San Pablo.
La creación de la instancia –reclamada por científicos y expertos en salud– llegó más de un año después de la aparición del virus, con un Bolsonaro ambiguo. Mientras resaltó la necesidad de trabajar por una “vacunación en masa”, al mismo tiempo citó la posibilidad de trabajar con Marcelo Queiroga, el cuarto ministro de Salud brasileño en la crisis sanitaria, en el “tratamiento precoz” contra la enfermedad, como suele referirse al uso de medicamentos sin eficacia comprobada, como la ivermectina y la hidroxicloroquina.
Dilema
“El presidente brasileño vive un dilema. Necesita mostrarles a parte del Congreso, banqueros y el empresariado que tiene una actitud responsable frente a la pandemia, pero también mantener una base negacionista”, dijo a LA NACION Carolina de Paula, politóloga e investigadora del Instituto de Estudios Sociales y Políticos de la Universidad del Estado de Río de Janeiro.
El rechazo a la gestión del presidente aumenta al calor de la suba de contagios y muertes por el coronavirus. La última encuesta de Datafolha mostró un deterioro de seis puntos en dos meses respecto a la evaluación negativa del gobierno. Según la consultora el presidente mantiene el peor nivel de adhesión desde que asumió el cargo en 2019, con solo un 30% que lo aprueba.
Si al desgaste político le faltaba una arista era el malestar manifiesto del sector empresarial y, en especial, del sector financiero, uno de los pilares del gobierno de Bolsonaro. El enojo del establishment con el gobierno quedó explicitado a comienzos de semana en una carta abierta firmada por cientos de influyentes banqueros y empresarios que calificaron el escenario actual como “desolador” y cuestionaron la falta de apego a la ciencia en la búsqueda de soluciones.
No solo la gestión errática de la pandemia, que puede demorar la recuperación económica, abrió una cuña entre el gobierno y un sector del empresariado y banqueros.
La reciente intervención del derechista en la conducción de la petrolera de mayoría estatal Petrobras para contener las subas de combustibles y la vuelta al ruedo del expresidente Luiz Inacio Lula da Silva, que quedó habilitado para ser candidato en 2022, generaron mayor desconfianza sobre el rumbo económico. Existe temor de que para conseguir la reelección Bolsonaro encare un giro cada vez más populista de expansión de gastos.
“El mercado está haciendo un último intento de arrastrar al gobierno a un lado más racional”, agregó Consentino. “Se cursa una crisis sanitaria de grandes proporciones, mientras el gobierno pasó buena parte del tiempo boicoteando la vacunación”.
De menospreciar la vacuna contra el Covid-19 a colocarla en el centro del discurso, para el gobierno la velocidad de aplicación de las vacunas se convirtió en una obsesión. No solo porque permitirá calmar la cuestión sanitaria, sino porque tendrá impacto inmediato en la economía, mientras casi todos los estados del país restringen actividades ante el colapso en los sistemas de salud.
El ministro de Economía, Paulo Guedes, proyectó el jueves pasado una mejora de la situación dentro de 40 días si Brasil consiguiera mantener un ritmo de vacunación de un millón de dosis por día con medidas de “distanciamiento inteligente”. Calculó el plazo que llevaría vacunar a todos los mayores de edad, franja que concentra cerca del 85% de los fallecidos por el virus.
Brasil tuvo el viernes una marca positiva en la vacunación, con más de 900.000 dosis aplicadas en el día. “Si mantenemos el ritmo, la mortalidad podría derrumbarse”, señaló Guedes en una conversación con senadores.
Salud y economía, interligadas en la crisis sanitaria, serán las dos claves que definirán la elección de 2022, dijo De Paula. “La entrada de Lula como posible candidato aumentó la presión, y obliga al gobierno a tener un legado claro para 2022. Decidió aferrarse a la vacuna y esperar que la economía se recupere para tener algo que mostrar”, concluyó la investigadora.
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