El Papa volvió a defender a Barros, pero pidió disculpas si ofendió a las víctimas de abusos
A BORDO DEL VUELO PAPAL.- Durante la tradicional conferencia de prensa a 10.000 metros de altura, en el Boeing 767 de Latam que lo llevó de regreso a Roma desde Lima, Francisco sorprendió por su sinceridad.
Después de un viaje marcado por las polémicas que desató en Chile al respaldar a Juan Barros -el controvertido obispo de Osorno acusado de encubrir los abusos sexuales cometidos por Fernando Karadima -condenado y suspendido de por vida en 2011-, el Papa, insistió, sin titubear, en defenderlo. Pero también impactó por pedir “disculpas” si había ofendido a las víctimas con las palabras pronunciadas sobre el caso. Además, reveló que rechazó dos veces la renuncia del cuestionado obispo chileno Barros.
“No puedo condenarlo, porque no hay evidencia y yo, personalmente, estoy convencido de que es inocente”, también afirmó, en una rueda de prensa de casi una hora en la que “las turbulencias” del caso Barros ocuparon más de la mitad del tiempo. Tanto es así que quedó afuera la pregunta del millón, es decir, por qué aún no viajó a la Argentina.
Con rostro cansado después de una gira agotadora -diez aviones en seis días-, el Papa lució contento por ese fervor religioso vivido los últimos tres días en Perú, donde los fieles salieron masivamente a las calles. Una religiosidad que comparó a la que vio en sus viajes a Colombia y Filipinas. Ante una pregunta sobre el supuesto “fracaso” de su visita a Chile que habría dividido a la opinión pública del país trasandino, Francisco se manifestó sorprendido. Y contestó que eso era “un cuento chino”. “Yo de Chile me vine contento, no esperaba tanta gente en la calle. Esa gente no fue pagada y llevada en colectivo”, dijo.
Pese a reiterar su apoyo a Barros y decir claramente que está convencido de su inocencia porque nadie le hizo llegar nunca evidencias u testimonios, Francisco impactó por pedir “disculpas” a las víctimas que se sintieron ofendidas cuando, el jueves pasado, en Iquique, preguntado por el caso Barros, aseguró que no había pruebas en su contra. “El día que me traigan una prueba contra el obispo Barros, ahí voy a hablar. No hay una sola prueba en contra. Todo es calumnia”, dijo entonces, creando gran revuelo.
"Debo pedir disculpas"
Admitió, de hecho, haber utilizado ese día una expresión “poco feliz”, al diferenciar el significado jurídico de “prueba” -imposible de tener en casos de abusos sexuales-, y “evidencia” -posible gracias a un testimonio-. “Sé que hay mucha gente abusada que no puede traer una prueba, no la tiene. Y que no puede o a veces la tiene pero tiene vergüenza que lo tapa, y sufre en silencio”, dijo. “La palabra prueba no era la mejor para acercarme a un corazón dolorido. El caso de Barros se estudió, se re-estudió, y no hay evidencia. Es lo que quise decir. No tengo evidencias para condenarlo. Y si yo condenara sin evidencia o sin certeza moral, cometería un delito de mal juez”, explicó.
“Debo pedir disculpas porque la palabra 'prueba' ha herido a muchos abusados. Y pido disculpas. Es una herida (que hice) sin quererlo, que me duele mucho”, siguió, al recordar que en Chile, al margen de pedir perdón en dos oportunidades -en un discurso en La Moneda y en otro ante obispos-, se reunió con víctimas de abusos. “Sé cuánto sufren. Sentir que el Papa les dice en la cara denme una carta con la prueba, es una cachetada. Me doy cuenta de que mi expresión no fue feliz, porque no lo pensé”, reconoció.
“El drama de los abusados es tremendo”, dijo. “A mí me toco atender, hace dos meses, a una mujer abusada hace 40 años. Casada, con tres hijos, esa mujer no recibía la comunión desde esa época, porque en la mano del cura veía la mano del abusador. No podía acercarse. Y era creyente. Era católica”, contó.
Insistió con que el Vaticano investigó a Barros en diversas oportunidades, sin encontrar nada que pudiera incriminarlo. “En el caso del obispo Barros, lo hice estudiar, investigar, lo hice trabajar mucho y no hay evidencia de culpabilidad”, reafirmó.
Reveló, por otra parte, que rechazó en dos oportunidades, en 2015, la renuncia del cuestionado obispo chileno. La primera vez después de una carta salida en los últimos días en la que se le pedía tomarse un año sabático y la segunda, poco antes de que asumiera, en medio de protestas, en la localidad de Osorno.
Preguntado por qué le creía Barros y no a las víctimas, Francisco, una vez más, muy sincero, hizo entender que desconoce la existencia de personas como Juan Carlos Cruz, víctima de abusos de Karadima. “Yo nunca oí a una víctima de Barros. No vinieron, no dieron la evidencia”, dijo.
Cruz en las últimas semanas hizo una intensa campaña de prensa en contra del Vaticano. Cuando Francisco respaldó a Barros, el jueves pasado, salió con los tapones de punta. “Como si uno hubiese podido sacarse una selfie o foto mientras Karadima me abusaba a mí u otros con Juan Barros parado al lado viéndolo todo”, aseguró, a través de su cuenta de Twitter.
“Encubrir un abuso es abuso. Si honestamente (las víctimas) creen que es así, tienen que aportar las evidencias rápido. Yo no creo que sea así, porque no las hay. Nunca las tuve. Pero tengo el corazón abierto”, aseguró.
Reiteró, además, su determinación a seguir adelante con una política de “tolerancia cero” en contra de los curas abusadores. “Saben que empezó el papa Benedicto con la 'tolerancia cero' y yo seguí con 'tolerancia cero'. Después de cinco años de pontificado, no he firmado un permiso de gracia (para curas abusadores)”, aseguró.
Finalmente, agradeció al cardenal estadounidense Sean O'Malley, arzobispo de Boston, que el sábado en una declaración criticó la famosa frase con la cual el Papa el jueves defendió a Barros, afirmando que era "comprensible" hubiera “causado gran dolor a los supervivientes de abuso sexual por parte del clero o cualquier otro perpetrador". Y aseguró que pronto se conocerán los nombres de los nuevos integrantes de la Comisión para la Tutela de Menores que preside O'Malley, cuyo mandato de tres años expiró hace un mes y de la que hasta ahora no había habido noticias.
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