El Papa reveló que se reúne los viernes en secreto con víctimas de abusos
ROMA.- “Es horrible. Hay que escuchar lo que siente un abusado o una abusada. El viernes, a veces se sabe y a veces no, me encuentro habitualmente con algunos de ellos. En Chile tuve un encuentro y su proceso es durísimo, quedan destrozados ¡destrozados! Para la Iglesia es una gran humillación. Muestra no sólo nuestra fragilidad, sino también, nuestro nivel de hipocresía”.
Son palabras que dijo el papa Francisco en una encuentro que tuvo con jesuitas durante su reciente viaje a América latina, que fueron publicadas hoy por la revista jesuita La Civiltá Cattolica , que dirige el padre Antonio Spadaro. En momentos en que el escándalo de abusos sexuales por parte de la Iglesia se encuentra al rojo vivo después de que el Papa decidió reabrir el caso del cuestionado obispo chileno Juan Barros, acusado de encubrimiento, la revelación de que Francisco se reúne habitualmente con víctimas de abusos causó gran impacto. El reciente viaje a Chile de Francisco, de hecho, quedó opacado por el respaldo que le dio a Barros, sacerdote muy cercano al carismático Fernando Karadima –condenado por pedofilia-, designado obispo de Osorno en 2015, pese a las protestas de los fieles y de algunas víctimas.
“Puedo confirmar que, varias veces por mes, el Santo Padre se encuentra con víctimas de abusos sexuales tanto individualmente, como en grupos”, confirmó a media mañana el vocero papal, Greg Burke, consultado por periodistas. “El papa Francisco escucha a las víctimas y trata de ayudaralas a sanar las graves heridas causadas por los abusos sufridos. Los encuentros tienen lugar en máxima reserva, en el respeto de las víctimas y de sus sufrimientos”, agregó, sin querer dar más detalles ni sobre números ni identidades.
Durante el encuentro que tuvo con miembros de la Compañía de Jesús en su reciente viaje a Chile y Perú –del 15 al 21 de enero-, al margen de revelar que se reúne habitualmente con víctimas, el Papa volvió a condenar nuevamente la cuestión, que definió “la desolación más grande que la Iglesia está sufriendo”.
Fiel reflejo de esto, contó una anécdota hasta ahora desconocida de sus tiempos de arzobispo de Buenos Aires (1998-2013), cuando fue increpado en la calle por el tema. “El 24 de marzo en la Argentina es la memoria del golpe de Estado militar. En uno de esos 24 de marzo salí del arzobispado y fui a confesar a monjas carmelitas. Al volver, tomé el subte y bajé no en la Plaza de Mayo, sino seis cuadras más allá. La plaza estaba llena, recorrí esas cuadras para entrar de costado. Mientras estaba por cruzar la calle, había una pareja con un chico de dos o tres años, más o menos y el chico corría adelante. El papá le dijo: ‘Vení, vení, vení acá... ¡Cuidado con los pedófilos!’. ¡Qué vergüenza sentí! ¡Qué vergüenza! No se dieron cuenta que era el arzobispo, era un cura y... ¡qué vergüenza!”, contó.
Denostó, por otro lado, a quines tratan de minimizar la cuestión. “A veces se dicen cosas como ‘recurso consuelo’ y alguno llega a decir: ‘Bueno, mirá las estadísticas.... el 70% de los pedófilos se encuentra en el ámbito familiar, de los conocidos. Después en los gimnasios, en las piletas. El porcentaje de los pedófilos que son curas católicos no llega al 2%, es del 1,6%. No es para tanto’...”, dijo. “Pero es terrible aunque si fuera tan sólo uno de nuestros hermanos. Porque Dios lo ungió para santificar a chicos y grandes y él, en lugar de santificarlos, los ha destruído”, clamó.
El caso Barros
Durante el vuelo de regreso a Roma desde su viaje a América Latina, marcado por las protestas que hubo en Chile por su respaldo a Barros, Francisco aseguró que creía en la inocencia de este obispo y reveló que por ello le rechazó dos veces su renuncia. Al mismo tiempo, pidió disculpas a las víctimas de abusos que se sintieron ofendidas cuando exigió “pruebas” en su contra y habló de “calumnias”. Además, al asegurar que jamás había escuchado de la existencia de víctimas, se manifestó abierto a recibirlas.
Días más tarde, en un giro que también causó gran impacto, Francisco anunció el envío del arzobispo maltés, Charles Scicluna, máximo investigador del Vaticano de casos de pedofilia, a Chile, para escuchar a víctimas y esclarecer, de una vez por todas, el caso Barros.
Si bien este obispo, de 61 años, niega haber encubierto abusos, una de las víctimas más emblemáticas de Karadima, Juan Carlos Cruz, aseguró más de una vez que éste solía estar parado, mirando, mientras era sometido. Es más, detalló todo esto en una carta de ocho páginas que le envió al Papa en abril de 2015 –que salió a la luz la semana pasada-, a través del cardenal estadounidense Sean O’Malley, presidente de la Comisión de Tutela de Menores creada por Francisco. Se cree, no obstante, que el Papa, que durante el vuelo de regreso a Perú se mostró totalmente desinformado de la existencia de personas como Cruz, nunca llegó a leer dicha epístola. Algo que hizo que en el mundo anglófono muchos salieran a atacar a Francisco, al poner en duda su compromiso en la lucha contra los abusos sexuales y la política de "tolerancia cero" contra este flagelo y su encubrimiento.
La revelación, ahora, de que suele reunirse “varias veces” por mes, secretamente, con víctimas de abusos, demustran los contrario.
Este sábado el arzobispo Scicluna, enviado especial del Papa para resolver el caso Barros –que está dañanado la credibilidad de Francisco-, comenzará su compleja misión reuniéndose con Cruz, que vive desde hace años en Nueva York, Estados Unidos. Luego volará a Chile, donde se reunirá con más víctimas, fieles de Osorno y quienes quieran aportar datos.
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