El Papa pidió no criminalizar la homosexualidad y llamó a recibir al colectivo LGBTQ+ en la Iglesia
El Sumo Pontífice brindó una entrevista a la Agencia AP, dijo que “ser homosexual no es un delito” y que “Dios ama a todos sus hijos tal y como son”; pidió la reflexión de los obispos
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CIUDAD DEL VATICANO.- El papa Francisco criticó las leyes que criminalizan la homosexualidad como “injustas”, dijo que Dios ama a todos sus hijos tal y como son y pidió a los obispos católicos que apoyan esas leyes que acojan a las personas LGBTQ en la Iglesia.
En su primera entrevista desde la muerte el 31 de diciembre del papa emérito Benedicto XVI, habló también sobre su salud, sus críticos y la próxima fase de su pontificado, que cumple su 10mo aniversario en marzo sin la sombra de Benedicto en un segundo plano.
“Ser homosexual no es un delito”, dijo Francisco durante una entrevista el martes con The Associated Press. Francisco reconoció que los obispos católicos en algunas partes del mundo apoyan las leyes que criminalizan la homosexualidad o discriminan a la comunidad LGTBQ, y se refirió a la homosexualidad como un “pecado”. Sin embargo, atribuyó esas actitudes a contextos culturales y dijo que los obispos en particular también deben pasar por un proceso de cambio para reconocer la dignidad de todos.
“También el obispo tiene un proceso de conversión”, dijo, añadiendo que debían mostrar ternura. “Por favor, ternura, como la tiene Dios con cada uno de nosotros”, expresó.
Unos 67 países o jurisdicciones de todo el mundo penalizan las relaciones sexuales consensuadas entre personas del mismo sexo y 11 de ellos pueden aplicar o aplican la pena de muerte, según The Human Dignity Trust, que trabaja para acabar con esas leyes. Los expertos señalan que incluso cuando las leyes no se aplican, contribuyen al acoso, la estigmatización y la violencia contra las personas LGBTQ.
En Estados Unidos, más de una docena de estados aún tiene leyes contra la sodomía en sus leyes, pese a un fallo de 2003 de la Corte Suprema que las declaró inconstitucionales. Los defensores de los derechos LGTBQ dicen que esas leyes anticuadas se emplean para acosar a homosexuales y señalan a nuevas normas como la conocida como “No diga gay” en Florida, que prohíbe la educación sobre orientación sexual e identidad de género entre jardín de infancia y tercer grado, como una prueba de los esfuerzos continuados por marginalizar a las personas LGBTQ.
Naciones Unidas ha pedido de forma reiterada que se abandonen las leyes que penalizan la homosexualidad y afirma que violan los derechos a la privacidad y a la libertad ante la discriminación, además de incumplir las obligaciones de esos países según el derecho internacional de proteger los derechos humanos de todo el mundo, sin importar su orientación sexual o identidad de género.
Francisco declaró esas normas como “injustas” y dijo que la Iglesia católica puede y debe trabajar para ponerles fin. “Tienen que hacerlo”, insistió.
Francisco citó el catequismo de la Iglesia católica para señalar que los homosexuales deben ser recibidos y respetados, y no deben verse marginados ni discriminados.
“Somos todos hijos de Dios y Dios nos quiere como estamos y con la fuerza que luchamos cada uno por nuestra dignidad”, dijo Francisco, que habló con AP en el hotel vaticano donde vive.
Esas leyes son habituales en África y Oriente Medio y se remontan a la era colonial británica o se ven inspiradas por la ley islámica. Algunos obispos católicos las han defendido con firmeza como consistentes con la doctrina del Vaticano, que considera la actividad homosexual como “intrínsecamente desordenada”, mientras que otros han pedido que se revoquen porque suponen una violación de la dignidad humana fundamental.
En 2019 se esperaba que Francisco publicara un comunicado contra la criminalización de la homosexualidad durante un encuentro con grupos de derechos humanos que investigaron los efectos de esas normas y de las llamadas “terapias de conversión”.
Al final, el papa no se reunió con los grupos, que en su lugar se entrevistaron con el número dos del Vaticano, que reafirmó “la dignidad de cada persona humana y contra cualquier forma de violencia”.
Francisco dijo el martes que en lo referente a la homosexualidad, debía distinguirse entre el delito y el pecado. “El ser homosexual no es un delito”, dijo. “No es un delito. Sí, pero es pecado. Bueno, primero distingamos pecado por delito. Pero también es pecado la falta de caridad con el prójimo”.
Las enseñanzas católicas indican que si bien debe tratarse a los homosexuales con respeto, los actos homosexuales son “intrínsecamente desordenados”. Francisco no ha cambiado esa posición, aunque ha hecho del acercamiento a la comunidad LGTBQ uno de los rasgos característicos de su papado.
Desde su famosa declaración de 2013, cuando le preguntaron por un sacerdote que según reportes era gay, dijo: “¿Quién soy yo para juzgar?”, Francisco ha seguido dirigiéndose de forma reiterada y pública a las comunidades homosexual y trans. Como arzobispo de Buenos Aires se mostró a favor de ofrecer protecciones legales a las parejas del mismo sexo como alternativa a apoyar el matrimonio homosexual, algo que prohíbe la doctrina católica.
Pese a ese acercamiento, Francisco fue criticado por la comunidad católica LGBTQ por un decreto de 2021 de la oficina de doctrina del Vaticano sobre que la Iglesia no puede bendecir las uniones entre personas del mismo sexo “porque Dios no puede bendecir el pecado”.
En 2008, el Vaticano declinó firmar una declaración de Naciones Unidas que pedía la despenalización de la homosexualidad, quejándose de que el texto iba más allá del borrador original y también incluía fragmentos sobre “orientación sexual” e “identidad de género” que le parecían problemáticos. En un comunicado entonces, el Vaticano instó a los países a evitar la “discriminación injusta” contra los homosexuales y a poner fin a las sanciones en su contra.
El papa habla de salud, críticas y su futuro
Francisco dijo que continuará mientras pueda como obispo de Roma pese a una oleada de críticas de algunos cardenales y obispos de alto rango.
“Estoy bien de salud. Por la edad que tengo, estoy normal”, dijo el martes el pontífice de 86 años, aunque indicó que la diverticulosis, bolsas que se forman en la pared del intestino, había “vuelto”.
Añadió que una pequeña fractura en la rodilla por una caída se había curado sin cirugía, tras un tratamiento con láser y magnetoterapia.
“Puedo morir mañana, pero vamos, está controlado. De salud estoy bien”, dijo a The Associated Press con su ironía habitual.
Las especulaciones sobre la salud de Francisco y el futuro de su pontificado no han hecho más que crecer desde la muerte de Benedicto, cuya renuncia en 2013 marcó un punto de inflexión para la Iglesia católica, como primer pontífice que renunciaba en seis siglos.
Algunos expertos creen que Francisco podría verse más libre para maniobrar ahora que Benedicto, que pasó los 10 años de su retiro en el Vaticano, ya no está. Otros sugieren que cualquier clase de paz eclesiástica que hubiera ha terminado y que ahora Francisco está más expuesto a las críticas, privado de la influencia moderadora que jugaba Benedicto a la hora de mantener a raya a los católicos más conservadores.
El papa reconoció que había opiniones encontradas, pero pareció casi optimista al respecto.
“No lo relacionaría con Benedicto, sino por el desgaste del gobierno de diez años”, dijo sobre su papado. Su elección fue recibida primero con “sorpresa” por la designación de un papa suramericano, dijo. Después llegó la incomodidad “cuando empiezan a ver los defectos que yo tengo, (...) no les gusta”, dijo.
Y añadió: “Lo único que pido es que me las hagan en la cara, porque así crecemos todos, ¿no?”.
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