El Papa pidió a los participantes de Davos “responsabilidad moral en la lucha contra la pobreza”
Francisco lamentó la inestabilidad internacional, denunció el hambre y la explotación y llamó a ponerle fin a las injusticias que están en la raíz de los conflictos
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ROMA.- Trabajar para la “cohesión social”, para ponerle fin a las injusticias que están en la raíz de los conflictos, la más significativa, el hambre y darle prioridad a los pobres; ser conscientes de “la responsabilidad moral en la lucha contra la pobreza”. Así fue el pedido que el Papa les hizo este miércoles a los participantes del Foro de Davos, la reunión mas importante del año de ricos y poderosos del planeta, en el que tuvo su debut internacional el flamante presidente de su país, el libertario Javier Milei.
Dirigido al profesor Klaus Schwab, presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial de Davos, emblema del liberalismo económico, el mensaje del Papa, difundido por el Vaticano (y anterior a la intervención de Milei), comenzó lamentando que la reunión este año tiene lugar en un “clima muy preocupante de inestabilidad internacional”.
Destacó luego que este foro anual ofrece una importante oportunidad “para que las múltiples partes interesadas exploren vías innovadoras y eficaces para construir un mundo mejor”.
“Espero que sus debates tengan en cuenta la urgente necesidad de avanzar en la cohesión social, la fraternidad y la reconciliación entre grupos, comunidades y Estados, con el fin de abordar los retos que tenemos ante nosotros”, auspició.
Como hizo en el discurso que pronunció la semana pasada ante el cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, Francisco lamentó la existencia “de un mundo cada vez más lacerado, en el que millones de personas -hombres, mujeres, padres, madres, niños-, cuyos rostros nos son en su mayoría desconocidos, siguen sufriendo, entre otras cosas por los efectos de conflictos prolongados y guerras reales”.
Destacó luego que para alcanzar la paz no basta con dejar de lado los instrumentos bélicos, “sino que hay que afrontar las injusticias que son la raíz de los conflictos”. “Entre las más significativas está el hambre, que sigue asolando regiones enteras del mundo, mientras otras se caracterizan por un excesivo desperdicio de alimentos. La explotación de los recursos naturales sigue enriqueciendo a unos pocos mientras deja a poblaciones enteras, que son las beneficiarias naturales de esos recursos, en un estado de indigencia y pobreza”, recordó.
Subrayó, además, que tampoco se puede ignorar la explotación generalizada de hombres, mujeres y niños “obligados a trabajar por salarios bajos y privados de perspectivas reales de desarrollo personal y crecimiento profesional”. “¿Cómo es posible que en el mundo actual la gente siga muriendo de hambre, sea explotada, condenada al analfabetismo, carezca de atención médica básica y se quede sin techo?”, se preguntó.
Destacó luego que la globalización tiene una dimensión fundamentalmente moral, que debe hacerse sentir en los debates económicos, culturales, políticos y religiosos que pretenden configurar el futuro de la comunidad internacional.
“En un mundo cada vez más amenazado por la violencia, la agresión y la fragmentación, es esencial que los Estados y las empresas se unan para promover modelos de globalización con visión de futuro y éticamente sólidos, que por su propia naturaleza deben implicar la subordinación de la búsqueda del poder y el beneficio individual, ya sea político o económico, al bien común de nuestra familia humana, dando prioridad a los pobres, los necesitados y los que se encuentran en situaciones más vulnerables”, sentenció.
En la misma línea, llamó a las empresas a guiarse cada vez más “no sólo por la búsqueda de un beneficio justo, sino también por elevadas normas éticas, especialmente con respecto a los países menos desarrollados, que no deberían estar a merced de sistemas financieros abusivos o usureros”.
“Un enfoque previsor de estas cuestiones resultará decisivo para alcanzar el objetivo de un desarrollo integral y solidario de la humanidad. El auténtico desarrollo debe ser global, compartido por todas las naciones y en todas las partes del mundo, o retrocederá incluso en áreas marcadas hasta ahora por un progreso constante”, advirtió.
Habló también de la necesidad de una acción política internacional que, mediante la adopción de medidas coordinadas, pueda perseguir eficazmente los objetivos de paz mundial y auténtico desarrollo.
“En particular, es importante que las estructuras intergubernamentales puedan ejercer eficazmente sus funciones de control y orientación en el sector económico, ya que la consecución del bien común es un objetivo fuera del alcance de los Estados individuales, incluso de los dominantes en términos de poder, riqueza y fuerza política”, advirtió.
“Espero, pues, que los participantes en el Foro de este año sean conscientes de la responsabilidad moral que cada uno de nosotros tiene en la lucha contra la pobreza, la consecución de un desarrollo integral para todos nuestros hermanos y la búsqueda de una convivencia pacífica entre los pueblos”, deseó, finalmente. “Este es el gran desafío que nos plantea el tiempo presente”, concluyó.
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