El papa Francisco y Joe Biden: dos líderes unidos por un enemigo en común
La jerarquía católica de Estados Unidos cuestiona a los dos con igual ferocidad; ambos impulsan y reclaman políticas contundentes para frenar el cambio climático
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WASHINGTON.- El papa Francisco y el presidente Joe Biden se encontrarán este viernes con algo muy importante en común: comparten los mismos enemigos.
Esa solidaridad agridulce ilustra hasta qué punto la Iglesia Católica quedó sumida en las batallas culturales en Estados Unidos. Si la Iglesia no estuviera tan dividida, tal vez estaríamos haciendo hincapié en la naturaleza histórica de ese encuentro de alto nivel.
Biden es un católico practicante y apenas el segundo presidente en la historia de Estados Unidos en abrazar a la Iglesia Católica, mientras que Francisco es el primer papa nacido en América. La visión que tiene Francisco de la economía y la globalización responde a su experiencia formativa en el hemisferio sur del planeta, y está muy lejos del consenso del libre mercado que rige en Washington o Nueva York.
Pero ambos impulsan y reclaman políticas contundentes para frenar el cambio climático. El propósito central del viaje de Biden a Europa es la cumbre COP26 por la crisis climática, que se inaugura el domingo en la ciudad de Glasgow. En todo caso, respecto a ese tema puede decirse que el papa Francisco se ubica a la izquierda de Biden, con un duro diagnóstico sobre los peligros del calentamiento planetario que quedó plasmado en su encíclica Laudato Si.
Pero lo que dejaría pasmados y desconcertados a generaciones anteriores de católicos norteamericanos es hasta qué punto el Papa está más en sintonía con el presidente que con los propios obispos católicos de Estados Unidos, y que los más furibundos detractores católicos de Biden sean, precisamente, los más abiertamente críticos de Francisco.
Toda esa agitación dice mucho de Francisco y mucho de los efectos que ha tenido la polarización política en la iglesia norteamericana, específicamente, sobre si la oposición al aborto debe o no debe ser la principal misión pública de la Iglesia Católica en ese país.
Aborto
La oposición al aborto no está puesta en duda. El Papa es un férreo opositor al aborto, al igual que los obispos norteamericanos más progresistas, que no le han negado la comunión a Biden a pesar de que el presidente apoyo el derecho a abortar.
Sin embargo, la jerarquía de la Iglesia norteamericana es una de las pocas del mundo que no solo critica el aborto, sino que lo considera “nuestra prioridad absoluta”, en palabras de los obispos. Ese énfasis habla tanto del corrimiento a la derecha de los círculos de poder de la iglesia como de sus posiciones teológicas.
Esa insistencia implacable es como una mosca que revolotea frente al papa Francisco y perturba sus esfuerzos por fomentar el interés por los más pobres, incluidos los migrantes, y por el planeta mismo en tanto prioridades centrales de una ética de vida cristiana.
Esa diferencia tiene enfrentados a los obispos norteamericanos cercanos al Papa -entre ellos, el cardenal Blase Cupich, arzobispo de Chicago, y monseñor Robert McElroy, obispo de San Diego-, con otros miembros de la conferencia episcopal que quieren negarle a Biden el sacramento de la eucaristía. La mayoría de los obispos parece haber dado marcha atrás con esa amenaza, aunque la cuestión podría volver a salir a flote el mes que viene, cuando los obispos se reúnan para debatir un documento sobre la comunión.
El mes pasado, Francisco tomó partido indirectamente por Biden, cuando dijo que los obispos deberían ejercer su ministerio “con compasión y ternura”, y no “condenando y condenando”. La comunión, agregó el Papa, “no es un premio por ser perfecto”.
Derecha católica
Francisco también es cada vez más abierto en sus críticas a la derecha católica de Estados Unidos. En septiembre, criticó sin nombrarla a la cadena Eternal Word Television Network (EWTN): hizo referencia a una “gran cadena de televisión católica que “no dudaba en hablar constantemente mal del Papa”, y agregó que “son obra del demonio”.
Uno de los más frecuentes detractores del Papa, el arzobispo emérito de Filadelfia, Charles Chaput, retrucó que las críticas del Papa a la cadena EWTN eran “vengativas y falsas”, y en el mismo texto aprovechó para criticar al presidente Biden.
Y no olvidemos que este mes Francisco también le concedió una audiencia privada a la legisladora demócrata Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara baja del Congreso norteamericano. Apenas dos semanas antes, el arzobispo de California, de donde es Pelosi, había pedido que se negara la eucaristía a las figuras públicas que apoyan el derecho a abortar. El arzobispo les había pedido a los fieles que rezaran por Pelosi, “para que se convierta de corazón”.
Para John Carr, fundador de la Iniciativa de Pensamiento Social y Vida Pública Católica de la Universidad de Georgetown, no sorprende que Biden y Francisco compartan algunos de los mismos enemigos. Tanto la visión “de abajo hacia arriba” de Francisco como la visión “del medio hacia afuera” de Biden, dice Carr, “representan una amenaza para los poderes establecidos, ya sean eclesiásticos, políticos o económicos”.
Muchos de los aliados católicos de Biden “están desilusionados por la ortodoxia demócrata de Biden en cuanto al aborto, pero de todos modos creen que muchas de sus políticas apuntan al bien común”, señala Carr.
Nadie debería esperar que este trasfondo de conflicto en la Iglesia norteamericana marque la dinámica del encuentro de Biden con el Papa. Ciertamente, es posible que Francisco hable del aborto con las figuras más importantes de la delegación norteamericana, pero es mucho más probable que el Papa presione a Biden con la cuestión climática y la asistencia a los países más pobres, sobre todo con vacunas contra el coronavirus.
Para los católicos de Estados Unidos, sin embargo, ese encuentro dejará expuesta la distancia que hay entre gran parte de la jerarquía local y el hombre que entre sus títulos ostenta el de Sumo Pontífice de la Iglesia Universal.
The Washington Post
Traducción de Jaime Arrambide
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