El papa Francisco llamó a luchar "contra la plaga del femicidio" en América Latina
TRUJILLO.- Francisco llamó a luchar contra la "plaga" del femicidio que golpea a América Latina, al final de una jornada en esta zona del norte del país que resultó la más calurosa de su gira.
"Quiero invitarlos a luchar contra una plaga que golpea nuestro continente: los numerosos casos de feminicidio. Y son muchas las situaciones de violencia que son mantenidas en silencio", advirtió, durante una celebración mariana por la Virgen de la Puerta, patrona de esta ciudad. "Los invito a luchar contra esta fuente de sufrimiento pidiendo que se promueva una legislación y una cultura de repudio de toda forma de violencia", exhortó.
Francisco decidió viajar hasta la "ciudad de la eterna primavera", la segunda del Perú, para llevarle su solidaridad después de haber sido víctima del fenómeno del “Niño Costero” en los primeros meses del 2017. El fenómeno consiste en un calentamiento extraordinario de las aguas del litoral que deriva en lluvias, con desborde de ríos normalmente secos, y aluviones en diversos lugares de su recorrido, llamados “huaycos”, por su denominación quechua.
En una misa con clima de fiesta ante 200.000 fieles en la explanada de la playa de Huanchaco, Francisco tuvo palabras de consuelo.
“Así como los apóstoles enfrentaron la tempestad sobre el mar, a ustedes les tocó enfrentar el duro golpe del «Niño costero», cuyas consecuencias dolorosas todavía están presentes en tantas familias, especialmente aquellas que todavía no pudieron reconstruir sus hogares”, dijo. “También por esto quise estar y rezar aquí con ustedes”, agregó, en una misa marcada por inmenso fervor religioso y la presencia de 40 imágenes de Vírgenes y Santos que forman parte de la devoción popular de este país.
El fenómeno del Niño es llamado así porque se produce en torno a la Navidad y es recurrente: se dio los dos últimos años. El efecto devastador de las lluvias se agudiza porque las personas, en su precariedad, instalan sus casas en el cauce de los ríos en épocas secas sin pensar en sus consecuencias. Y las consecuencias son terribles: según un informe del Instituto de Defensa Civil (Indeci) provocó un total de 101 fallecidos, 353 heridos, 19 desaparecidos, 141,000 damnificados y casi un millón de afectados a nivel nacional desde diciembre del 2016.
El desastre, tal como destacó el Papa, tuvo un doble rostro positivo: la solidaridad.
En su sermón, varias veces interrumpido por aplausos, el Papa también advirtió sobre la violencia organizada y el “sicariato”, y la inseguridad que generan. Aludió así ya no a una tema coyuntural, sino estructural de Trujillo, donde operan mafias que no sólo asesinan, sino también cobran “cupos” -impuestos mafiosos-, para dar protección a comerciantes, empresarios, taxistas y hasta a familias, para que a sus hijos no les pase nada. Y mencionó la falta de oportunidades educativas y laborales, la falta de techo seguro para tantas familias forzadas a vivir en zonas de alta inestabilidad y sin accesos seguros, “así como tantas otras situaciones que ustedes conocen y sufren, que como los peores huaicos destruyen la confianza mutua tan necesaria para construir una red de contención y esperanza”.
“Muchas veces nos interrogamos sobre cómo enfrentar estas tormentas, o cómo ayudar a nuestros hijos a salir adelante frente a estas situaciones. Quiero decirles: no hay otra salida mejor que la del Evangelio: se llama Jesucristo”, los alentó.
Francisco, que llegó hasta esta ciudad -ya visitada en 1987 por Juan Pablo II- después de una hora de vuelo desde Lima-, tuvo aquí la más apoteótica recepción de esta gira. Cuando llegó en papamóvil a la playa de Huanchaco, estalló una fiesta, con cantos de bienvenida al mejor estilo tropical y un clima de alegría que no se había visto hasta ahora en esta sexta visita a América latina. Allí, al lado del mar -en una playa que es meta de surfistas de todo el mundo-, miles de personas venidas desde todo Perú, que acamparon en el lugar durante la noche, recibieron al Papa con globos, pétalos de flores y rosarios extendidos. Llamaban la atención las decenas de imágenes, algunas montadas sobre camionetas, de Vírgenes y Santos peruanos, así como la presencia de fieles ataviados en túnicas de colores, de diversas comunidades religiosas. “Es un sueño estar aquí”, dijo a La Nación Djaira Guissiella González, que recorrió 1500 kilómetros para estar en la misa. “Vengo de la selva, de Tingo María”, contó esta administradora de 25 años, que vino junto a su hijo de dos años, Gregory.
El mismo entusiasmo se vivió a lo largo de toda la jornada -marcada por un calor húmedo- en la que Francisco, de 81 años, no se detuvo ni un minuto. Después de la misa, visitó un barrio pobre casualmente llamado Buenos Aires y, la bellísima catedral. Luego de un almuerzo en el arzobispado se reunió con jóvenes de la fundación pontificia Scholas Occurrentes; y con miembros del clero de la zona norte de Perú, a quienes invitó a “aprender a reirse de uno mismo y a no creerse demasiado importantes”. Antes de regresar a Lima -donde hoy cerrará su gira con una misa masiva- encabezó una celebración mariana en honor de la Virgen de la Puerta, aquí venerada. Francisco, que abrazó y besó bebes, conquistó a todos. Sobre todo cuando se bajó del papamóvil para abrazar a una anciana, luego de ver un cartel escrito con marcador rojo que decía: “Me llamo Trinidad, cumplo 99 años, no veo y quiero tocar tu manito”.
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