El papa Francisco lanzó oficialmente el Jubileo de 2025, mega evento eclesial que llevará a Roma 32 millones de peregrinos
Hizo pública la bula de convocatoria del Año Santo, que se abrirá el próximo 24 de diciembre; llamó a los gobiernos a actos de clemencia o amnistía a presos o condonación de deudas a los países imposibilitados de pagarlas
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ROMA. - El papa Francisco lanzó oficialmente este jueves el Jubileo de 2025, mega evento eclesial que el año próximo llevará 32 millones de peregrinos a Roma, con un fuerte llamado a la paz en “un mundo sumergido en la guerra” en el que invitó a los fieles católicos de todo el planeta a dar “signos de esperanza” a los más débiles.
“No lo olvidemos, los pobres, casi siempre, son víctimas, no culpables”, recordó el Pontífice en la bula de convocación del Jubileo ordinario del Año 2025, titulada “Spes non confundit” (“La esperanza no defrauda”), que, en una ceremonia solemne ante la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro -cerrada-, entregó a los arciprestes de las basílicas papales de esta capital, a algunos representantes de las Iglesias del mundo y los protonotarios apostólicos.
Monseñor Leonardo Sapienza, regente de la Casa Pontificia, leyó entonces partes de este documento, en el que el Papa, tras destacar que “el mensaje central del próximo Jubileo es la esperanza”, instó a que, durante el Año Santo, los cristianos recuperen justamente la esperanza y el entusiasmo de vivir, siguiendo al Evangelio de Jesús. Y que transmitan esta esperanza y entusiasmo con hechos concretos: “El compromiso de la diplomacia por construir con valentía y creatividad espacios de negociación orientados a una paz duradera”, actos de clemencia o amnistías hacia los presos, actos de misericordia hacia los enfermos, hacia los jóvenes, los estudiantes, los novios y las nuevas generaciones, los migrantes, los ancianos, así como con la condonación de deudas a los países imposibilitados de pagarlas.
“Es escandaloso que, en un mundo dotado de enormes recursos, destinados en gran parte a los armamentos, los pobres sean la mayor parte […], miles de millones de personas. Hoy están presentes en los debates políticos y económicos internacionales, pero frecuentemente parece que sus problemas se plantean como un apéndice, como una cuestión que se añade casi por obligación o de manera periférica, si es que no se los considera un mero daño colateral. De hecho, a la hora de la actuación concreta, quedan frecuentemente en el último lugar”, denunció el Pontífice. “No lo olvidemos: los pobres, casi siempre, son víctimas, no culpables”, agregó.
En la bula, el Papa también destacó que “el Jubileo nos recuerda que los bienes de la tierra no están destinados a unos pocos privilegiados, sino a todos”.
“Es necesario que cuantos poseen riquezas sean generosos, reconociendo el rostro de los hermanos que pasan necesidad”, indicó, al renovar el llamado que había hecho en la encíclica Fratelli Tutti a constituir un Fondo Mundial para terminar con el flagelo del hambre con el dinero que se usa en armas y otros gastos militares.
“Hay otra invitación apremiante que deseo dirigir en vista del Año jubilar; va dirigida a las naciones más ricas, para que reconozcan la gravedad de tantas decisiones tomadas y determinen condonar las deudas de los países que nunca podrán saldarlas”, pidió Francisco, de 87 años. “Si verdaderamente queremos preparar en el mundo el camino de la paz, esforcémonos por remediar las causas que originan las injusticias, cancelemos las deudas injustas e insolutas y saciemos a los hambrientos”, agregó, al evocar un llamado que ya había hecho san Juan Pablo II en ocasión del Jubileo del año 2000.
Al margen de recordar que, desde aquel evento, que tuvo lugar cuando se cruzó el umbral de los 2000 años del nacimiento de Jesús, el Papa también convocó a un Jubileo extraordinario de la Misericordia entre fines de 2015 y 2016, en “Spe non confundit” hizo un repaso histórico de esta tradición católica, que suele darse cada 25 años y explicó su significado.
“La vida cristiana es un camino que también necesita momentos fuertes para alimentar y robustecer la esperanza, compañera insustituible que permite vislumbrar la meta: el encuentro con el Señor Jesús”, escribió. “Me agrada pensar que fue justamente un itinerario de gracia, animado por la espiritualidad popular, el que precedió la convocación del primer Jubileo en el año 1300″, agregó, al recordar que, si bien fue entonces el papa Bonifacio VIII quien instituyó el primer Año Santo, ya mucho antes se organizaban peregrinaciones o celebraciones a diversos santuarios para que los fieles obtuvieran la gracia del perdón.
El Jubileo 2025 arrancará el 24 de diciembre próximo, Nochebuena, con la ceremonia solemne de apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro y se extenderá hasta el 6 de enero de 2026, cuando se clausurará.
Pero no sólo se dará en Roma, donde se espera la llegada masiva de peregrinos y debido a ello, ya desde hace meses la ciudad se encuentra colapsada por diversas obras que han provocado más caos en el tránsito que el habitual. Como indica la bula, el Año Santo también podrán vivirlo quienes no pueden llegar hasta aquí y se celebrará también en las iglesias del resto del mundo. Allí, el Jubileo se abrirá el 29 de diciembre de 2024 y se cerrará el 28 de diciembre de 2025.
En la bula, Francisco no sólo recuerda que, en un mundo convulsionado por guerras, violencia y destrucción “la exigencia de paz nos interpela a todos y urge que se lleven a cabo proyectos concretos”. También se muestra preocupado por la disminución de la natalididad que hay en muchas partes del mundo, como por ejemplo en Italia, “a causa de los ritmos frenéticos de la vida, de los temores ante el futuro, de la falta de garantías laborales y tutelas sociales adecuadas, de modelos sociales cuya agenda está dictada por la búsqueda de beneficios más que por el cuidado de las relaciones”.
“Es urgente que, además del compromiso legislativo de los Estados, haya un apoyo convencido por parte de las comunidades creyentes y de la comunidad civil tanto en su conjunto como en cada uno de sus miembros, porque el deseo de los jóvenes de engendrar nuevos hijos e hijas, como fruto de la fecundidad de su amor, da una perspectiva de futuro a toda sociedad y es un motivo de esperanza: porque depende de la esperanza y produce esperanza”, subrayó.
En la última parte, al explicar el significado de la indulgencia, destacó la oportunidad de los fieles de reconciliarse con Dios a través de la confesión. “No hay mejor manera de conocer a Dios que dejándonos reconciliar con Él, experimentando su perdón. Por eso, no renunciemos a la Confesión, sino redescubramos la belleza del sacramento de la sanación y la alegría, la belleza del perdón de los pecados”, indicó.
Tras precisar que la Penitenciaría Apostólica se encargará de emanar las disposiciones para poder obtener y hacer efectiva la práctica de la indulgencia jubilar, finalmente, subrayó que “esa experiencia colma de perdón no puede sino abrir el corazón y la mente a perdonar”.
“Perdonar no cambia el pasado, no puede modificar lo que ya sucedió -agregó-. Y, sin embargo, el perdón puede permitir que cambie el futuro y se viva de una manera diferente, sin rencor, sin ira ni venganza. El futuro iluminado por el perdón hace posible que el pasado se lea con otros ojos, más serenos, aunque estén aún surcados por las lágrimas”.
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