El papa Francisco no fue al vía Crucis del Coliseo “para conservar la salud”, pero por primera vez escribió las meditaciones
Siguió el tradicional rito que evoca el calvario de Jesús de su residencia de Santa Marta; escribió de su puño y letra las meditaciones que acompañan la celebración, en las que criticó a quienes se ocultan detrás “de un teclado” para insultar
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ROMA.- El papa Francisco sorprendió hoy, al desistir, a último momento, de participar del tradicional vía crucis en el Coliseo “para conservar la salud en vista de la Vigilia de mañana y de la santa misa del domingo de Pascuas”, explicó la oficina de prensa de la Santa Sede, que detalló que Francisco iba a seguir el rito que evoca la pasión y muerte de Jesús desde su hogar, la residencia de Santa Marta. Lo mismo había sucedido el año pasado, cuando el Papa, que justo había sido dado de alta unos días antes del hospital, luego de tres días internado por una bronquitis infecciosa, renunció a esta cita clave de la Pascua para resguardarse de la humedad y el frío de la noche romana.
La noticia del “faltazo” del Papa, de 87 años, según pudo saber LA NACION, causó desconcierto entre los 25.000 fieles y turistas que lo aguardaban con antorchas en el sugestivo anfiteatro Flavio, en una noche fresca. Allí, se esperaba que Jorge Bergoglio siguiera el vía crucis, como siempre, desde la terraza de la colina del Palatino, donde su lugar quedó vacío. De todos modos, no hubo alarma por su salud: horas antes el Papa apareció en relativo buen estado cuando presidió la liturgia la Pasión del Señor en la Basílica de San Pedro, una ceremonia muy larga, de casi dos horas, después de la cual saludó a muchísimos de los presentes. Ayer también se lo vio bien de salud cuando, para la ceremonia del jueves santo que recuerda la Última Cena, fue a lavarle los pies a doce detenidas de la cárcel de mujeres de Rebibbia, en las afueras de Roma, a quienes les aseguró, con buena voz, que “Jesús perdona siempre”. Debido a su problema de rodillas, de todos modos, el Papa, ayudado por acompañantes, desde su silla de ruedas besó y les lavó los pies a las detenidas, que, como el año anterior, para evitarle dificultades, estaban sentadas sobre una tarima.
@HolySeePress anunció que @Pontifex_es no presidirá el #ViaCrucis en el Coliseo “para conservar su salud en vista de la Vigilia de mañana y de la santa Misa del domingo de Pascuas”. Como hizo el año pasado, @Pontifex_es sigue el rito desde S. Marta- desconcierto entre los fieles pic.twitter.com/n7IOts3Ea5
— Elisabetta Piqué (@bettapique) March 29, 2024
En un fiel reflejo de sus crecientes problemas de salud, el papa Francisco se ausentó del vía crucis por segunda vez en su pontificado justo cuando, en la doceava Pascua que preside, escribió por primera vez de su puño y letra las meditaciones que acompañan este rito del Viernes Santo.
Inspirados en el Año de la Oración convocado en preparación del Jubileo de 2025, los textos del primer papa jesuita, difundidos por el Vaticano este mediodía, exudan la espiritualidad ignaciana y son una suerte de diálogo o plegaria entre él y Jesús. Titulados “en oración con Jesús en el camino de la cruz”, las meditaciones giran en torno a la figura de Cristo, que da su vida para salvarnos, en un mundo marcado hoy por la “locura de la guerra”, en el que “basta un teclado para insultar y publicar condenas”.
En las meditaciones, al margen de criticar esa difundida actitud de muchos en las redes sociales, el Papa llama a reconocer “la grandeza de las mujeres, que aún hoy son descartadas sufriendo ultrajes y violencia” y a “los cristos humillados por la prepotencia y la injusticia, por las ganancias injustas obtenidas a costa de los demás y ante la indiferencia general”. En años anteriores, las meditaciones fueron realizadas por refugiados, presos, alumnos de un secundario y es bastante raro que las escriba un Pontífice, aunque Juan Pablo II lo hizo dos veces y una vez Jospeh Ratzinger, pero cuando aún era cardenal y prefecto del ex Santo Oficio.
Al comentar la sexta de las catorce estaciones del Calvario, que recuerda cuando Jesús recibe el consuelo de la Verónica que le enjuga el rostro, el papa Francisco sorprende al criticar a los que se ocultan detrás “de un teclado” para insultar en las redes sociales. “Jesús, son tantos los que asisten al bárbaro espectáculo de tu ejecución y, sin conocerte y sin saber la verdad, emiten juicios y condenas, arrojando sobre ti infamia y desprecio”, reflexiona. “Sucede también hoy, Señor, y ni siquiera es necesario un cortejo macabro; basta un teclado para insultar y publicar condenas”, denuncia.
En la octava estación, que evoca el momento en el que Jesús se encuentra a las mujeres de Jerusalén, que lo acompañan siempre, Francisco sale a elogiar su grandeza y menciona a las que hoy son descartadas y sufren ultrajes y violencia. “No son los poderosos, que te esperan en el Calvario, ni los espectadores que se quedan lejos, sino la gente sencilla, grande a tus ojos, pero pequeña a los del mundo. Son esas mujeres, a las que has dado esperanza; que no tienen voz, pero se hacen oír”, subraya. E implora: “Ayúdanos a reconocer la grandeza de las mujeres, las que en Pascua te fueron fieles y no te abandonaron, las que aún hoy siguen siendo descartadas, sufriendo ultrajes y violencia”.
Además, reflexiona sobre los dramas que vive el planeta: “Ante las tragedias del mundo, ¿mi corazón permanece frío o se conmueve? ¿Cómo reacciono ante la locura de la guerra, ante los rostros de los niños que ya no saben sonreír, ante sus madres que los ven desnutridos y hambrientos sin tener siquiera más lágrimas que derramar?”, se pregunta.
El Papa también recuerda en el calvario de Jesús a los niños no nacidos y abandonados, a los tantos jóvenes, en espera de que alguien oiga su grito de dolor, a los numerosos ancianos descartados, a los prisioneros, a los que se encuentran solos y a los pueblos más explotados y olvidados.
En la treceava estación, cuando Jesús es bajado de la cruz y entregado a María, el Papa denuncia que “vivimos en un tiempo despiadado” e invoca su misericordia y compasión. Luego de la catorceava y última estación, en una Invocación conclusiva, menciona el nombre de Jesús 14 veces. “Jesús, te contemplo en la cruz y veo que se despliega ante mis ojos el amor, que da sentido a mi ser y es meta de mi camino. Ayúdame a amar y a perdonar, a vencer la intolerancia y la indiferencia, a no quejarme”, ruega, pidiéndole más adelantes proteger a la Iglesia y a la humanidad.
“Jesús, traigo ante ti las familias y las personas que han rezado esta noche desde sus casas; a los ancianos, especialmente a los que están solos; a los enfermos, gemas de la Iglesia que unen sus sufrimientos a los tuyos. Jesús, que esta oración de intercesión abrace a los hermanos y hermanas de tantas partes del mundo que sufren persecución a causa de tu nombre; a los que padecen la tragedia de la guerra y a los que, sacando fuerzas de ti, cargan con pesadas cruces”, pide.
Finalmente, implora a Jesús mantener a la Iglesia y al mundo en la paz. “Jesús, juez santo que me llamarás por mi nombre, líbrame de juicios temerarios, chismes y palabras violentas y ofensivas. Jesús, que antes de morir dijiste “todo se ha cumplido”. Y agradeciendo al Señor, concluye: “Yo, en mi miseria, no podré decirlo nunca. Pero confío en ti, porque eres mi esperanza, la esperanza de la Iglesia y del mundo”.
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