El Papa condenó en Tailandia el "flagelo" de la prostitución de mujeres y niños
ROMA.- En su primer día completo en Bangkok, capital de Tailandia , la "tierra de las sonrisas" y una de las metas del turismo sexual, el Papa condenó hoy el "flagelo" de la explotación, de la trata, de la prostitución y del abuso de mujeres y niños. Destacó, por otro lado, la crucial importancia del diálogo interreligioso al reunirse con el patriarca supremo de los budistas, religión mayoritaria en este país del sudeste asiático ya visitado por Juan Pablo II en 1984.
En una jornada más que intensa, que empezó con una ceremonia de bienvenida y culminó con una misa ante 60.000 fieles de la minoría católica en el estadio nacional, Francisco estuvo en un hospital católico, donde habló ante médicos y enfermeros y visitó 70 enfermos; y se reunió con su majestad, el rey Rama X.
Desde el primer discurso de la mañana ante autoridades políticas y religiosas y el cuerpo diplomático, el Papa, recibido con todos los honores, aludió a la dramática realidad que vive este país multiétnico de 69 millones de habitantes.
En un discurso pronunciado en el Palacio de Gobierno después de reunirse con el primer ministro, el general Prayuth Chan-och –encuentro en el que la intérprete fue su prima, Ana Rosa Sívori, monja que vive en Tailandia desde hace 50 años, que lo acompañará en esta primera parte de la gira, que seguirá en Japón-, el ex arzobispo de Buenos Aires llamó a superar "cualquier forma de desigualdad".
En un país ex "tigre asiático" debido a su fuerte crecimiento económico gracias a inversiones extranjeras y mano de obra barata, pero con deudas sociales pendientes, tras destacar la importancia de que todos tengan acceso a educación, salud y un trabajo digno, apuntó a la cruda realidad de la explotación sexual que caracteriza a esta zona del mundo. Según datos de agencias internacionales en Tailandia, donde el turismo sexual representa entre el 2% y el 3% del PBI, trabajan unas 300.000 prostitutas y entre 12.000 y 20.000 menores son explotados sexualmente.
"Pienso en todas aquellas mujeres y niños de nuestro tiempo que son particularmente vulnerados, violentados y expuestos a toda forma de explotación, esclavitud, violencia y abuso", dijo el Papa, que reconoció de todos modos los esfuerzos del gobierno tailandés y de diversas organizaciones "para extirpar este flagelo".
También en la misa que celebró al final de la jornada en el estadio nacional ante 60.000 personas, el Papa volvió sobre el tema al llamar a la pequeñísima comunidad católica (389.000 fieles) a salir al encuentro de "esos niños, niñas y mujeres, expuestos a la prostitución y a la trata, desfigurados en su dignidad más auténtica", de los jóvenes "esclavos de la droga", de los migrantes despojados, de los pescadores explotados y de los "mendigos ignorados".
"Ellos son parte de nuestra familia, son nuestras madres y nuestros hermanos, no le privemos a nuestras comunidades de sus rostros, de sus llagas, de sus sonrisas y de sus vidas; y no le privemos a sus llagas y a sus heridas de la unción misericordiosa del amor de Dios", pidió, en una homilía pronunciada ante una multitud concentrada y silenciosa. Esta lo ovacionó cuando llegó en papamóvil al estadio, donde hubo coros especiales y magníficas coreografías típicas en su honor .
En una jornada muy calurosa, con el termómetro marcando 30 grados, otro momento importante fue cuando el Papa pisó, sin zapatos, como es tradición, el Templo Real, histórico templo de monjes budistas ya visitado por Juan Pablo II. Allí se reunió con la máxima autoridad budista, el patriarca supremo Somdej Phra Maha Muneewong, que agradeció la visita del Jefe máximo de la Iglesia Católica, reconocido por su buena relación con las demás religiones.
En un discurso, luego de enumerar los encuentros que hubo en las últimas décadas entre sus predecesores y autoridades budistas, el Papa destacó que se trataba de "pequeños pasos que ayudan a testimoniar no sólo en nuestras comunidades sino en nuestro mundo, tan impulsado a generar y propagar divisiones y exclusiones, que la cultura del encuentro es posible".
"Posibilidades como estas nos recuerdan lo importante que es que las religiones se manifiesten cada vez más como faros de esperanza, en cuanto promotoras y garantes de fraternidad", también aseguró Francisco, que agradeció luego al pueblo tailandés "porque desde la llegada del cristianismo, hace unos cuatro siglos y medio, los católicos, aun siendo un grupo minoritario, han disfrutado de la libertad en la práctica religiosa y durante muchos años han vivido en armonía con sus hermanos y hermanas budistas".
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