El Papa cerró su gira en Canadá cerca del Ártico y reconoció sus “limitaciones físicas”
Visitó la capital de Nunavut, una de las regiones más remotas del mundo; renovó sus disculpas a los indígenas
IQALUIT, Canadá.– Sobrevivientes de las escuelas residenciales, políticos, cantantes y músicos inuit estuvieron entre la multitud que se reunió este viernes con el papa Francisco, en el final de su viaje a Canadá con una breve visita a la capital de Nunavut, una de las regiones más remotas y escasamente pobladas del mundo, solo 300 kilómetros al sur del Círculo Polar Ártico.
Fue la primera visita de un pontífice al territorio más nuevo de Canadá y, para algunos, un posible punto de inflexión en una tensa relación de un siglo entre la Iglesia Católica y los inuit canadienses.
En su último discurso en Canadá, Francisco se mostró “apenado” por el rol de los cristianos en los internados que funcionaron en ese país para occidentalizar a niños indígenas a lo largo de casi todo el siglo XX, y renovó una vez más su pedido de perdón a los nativos.
El Papa reconoció “la indignación y la vergüenza” que le provoca el rol que tuvieron miembros de la Iglesia en el funcionamiento de las 139 escuelas residenciales que instauró el gobierno canadiense.
“También hoy, también aquí, quisiera decirles que estoy muy apenado y quiero pedir perdón por el mal que cometieron no pocos católicos que en esas escuelas contribuyeron a políticas de asimilación cultural y desvinculación”, agregó.
Esas palabras eran lo que esperaba la multitud que se congregó en esta lejana ciudad. “Estoy muy feliz de que Francisco pueda venir aquí y estoy feliz de poder ver esto”, dijo Ooleepika Veevee, una de las tantas personas que aguardaban su discurso. “Vino desde Roma para venir a disculparse”, añadió.
“Se disculpó, y mucha gente no parece estar contenta con eso, pero dio el paso de venir a Nunavut y disculparse, y creo que eso es grande”, dijo Evie Kunuk, un residente de 47 años de Iqaluit. “Esta visita es importante para Iqaluit, porque mucha gente de aquí fue a los internados”, añadió.
Revuelo
“Este viaje está creando un revuelo”, afirmó, por su parte, Steve Philippe, residente de Quebec de 52 años, que viajó a Iqaluit para ver al Papa y estaba también entre los cientos de personas que esperaban su aparición.
Francisco lamentó en su discurso la situación de la actualidad con “un mundo que parece que cae cada vez más bajo en medio de escándalos, guerras, engaños, injusticias, destrucción del ambiente, indiferencia hacia los más débiles, decepciones por parte de los que tendrían que dar el ejemplo”.
Antes de ese encuentro, Francisco se reunió con sobrevivientes de los internados en la escuela Nakasuk, en el centro de la ciudad de 7740 habitantes, una de las más pequeñas visitadas por un pontífice. Más temprano, en Quebec, había recibido en la residencia del arzobispo de la ciudad a víctimas de los internados del este de Canadá, a quienes reiteró sus disculpas por los abusos sufridos.
Desde fines del siglo XIX hasta la década de 1970, más de 150.000 niños indígenas fueron sustraídos por la fuerza de sus hogares y enviados a internados dirigidos por la Iglesia católica y otros cultos cristianos a fin de separarlos de sus culturas y asimilarlos en la sociedad mayoritaria canadiense.
El Papa espera que su gira por Canadá consagre la reconciliación de la Iglesia con los pueblos indígenas y prometió seguir el camino de las reparaciones. Sus pedidos de disculpas a lo largo de seis días tuvieron respuestas diversas: algunas víctimas las recibieron de buen grado, mientras que otras dijeron que se debe hacer mucho más para corregir los males del pasado y obtener justicia.
Francisco les habló a las delegaciones en la ciudad de Quebec con espíritu penitencial, para expresarles el dolor que llevan por “el mal que no pocos católicos les causaron, apoyando políticas opresivas e injustas”.
“He venido como peregrino, con mis limitadas posibilidades físicas, para dar nuevos pasos adelante con ustedes y para ustedes; para que se prosiga en la búsqueda de la verdad, para que se progrese en la promoción de caminos de sanación y reconciliación, para que se siga sembrando esperanza en las futuras generaciones de indígenas y no indígenas, que desean vivir juntos fraternalmente, en armonía”, dijo Francisco, que en este viaje se vio obligado a usar silla de ruedas debido al dolor en las rodillas.
Agencias AFP, Télam y DPA
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