El Papa advirtió que las "lógicas particulares y nacionales" ponen en peligro a Europa
Francisco llamó también a favorecer el diálogo político, en un discurso dirigido al Viejo Continente en el que no mencionó a Cataluña, pero sí pareció aludir a su situación
ROMA.- En medio de la preocupación por lo que sucede en Cataluña y ante el peligro de las “lógicas particulares y nacionales que corren el riesgo de frustar los sueños valientes de los fundadores de Europa”, el Papa llamó hoy a “favorecer el diálogo” y a “dar nuevamente alma” al Viejo Continente.
“Favorecer el diálogo —cualquier diálogo— es una responsabilidad fundamental de la política y, lamentablemente, se nota demasiado a menudo cómo esta se transforma más bien en un lugar de choque entre fuerzas opuestas. Los gritos de las reivindicaciones sustituyen la voz del diálogo”, dijo Francisco, al cerrar la conferencia “(Re)Thinking Europe”, sobre la contribución cristiana al futuro del Proyecto Europeo, organizada en el Vaticano por la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Unión Europea, en colaboración con la Secretaría de Estado.
Este evento, que reunió desde ayer en el Aula del Nuevo Sínodo a 350 personas, entre cardenales, obispos y personalidades del mundo político, cultural e intelectual del Viejo Continente, estuvo marcado por la noticia de la declaración de independencia de Cataluña y la consecuente destitución de sus autoridades por parte del gobierno de España.
Hoy vemos cómo la paz es un bien frágil y las lógicas particulares y nacionales corren el riesgo de frustrar los sueños valientes de los fundadores de Europa
Francisco no mencionó el terremoto catalán en su discurso. Pero al reiterar la importancia del diálogo, que consideró uno de los “ladrillos” del edificio europeo -junto a la inclusión, la solidaridad el desarrollo y la paz-, pareció aludir al tema. “Desde varios lugares se tiene la sensación de que el bien común ya no es el objetivo primario a perseguir y ese desinterés lo perciben muchos ciudadanos. Encuentran así terreno fértil en muchos países las formaciones extremistas y populistas que hacen de la protesta el corazón de su mensaje político, sin ofrecer un proyecto político como alternativa constructiva”, advirtió. “El diálogo viene sustituido por una contraposición estéril, que puede también poner en peligro la convivencia civil, o por una hegemonía del poder político que enjaula e impide una verdadera vida democrática. En un caso se destruyen puentes y en el otro se construyen muros”, dijo.
Francisco, que recordó que los cristianos están llamados a favorecer el diálogo político, "especialmente allí donde está amenazado y prevalece el enfrentamiento", también destacó que el compromiso de los cristianos en Europa debe constituir una promesa de paz. “Fue este el pensamiento principal que animó a los firmantes de los Tratados de Roma. Después de dos guerras mundiales y violencias atroces de pueblos contra pueblos, había llegado el momento de afirmar el derecho a la paz”, evocó. “Pero todavía hoy vemos cómo la paz es un bien frágil y las lógicas particulares y nacionales corren el riesgo de frustrar los sueños valientes de los fundadores de Europa”, lamentó, en otra frase que pareció aludir a Cataluña.
No hay ciudadanos, hay votos
En un discurso de cinco páginas, el Papa aseguró también que “la primera contribución que los cristianos pueden aportar a la Europa de hoy es recordar que no se trata de una colección de números o de instituciones, sino que está hecha de personas”. “Lamentablemente, a menudo se nota cómo cualquier debate se reduce fácilmente a una discusión de cifras. No hay ciudadanos, hay votos. No hay emigrantes, hay cuotas. No hay trabajadores, hay indicadores económicos. No hay pobres, hay umbrales de pobreza”, denunció.
En el quinto gran discurso de su pontificado dirigido a una Europa en crisis -que hablando ante el Parlamento Europeo de Estrasburgo, en 2014, comparó a una “abuela cansada”-, volvió también a llamar a la inclusión de los migrantes. “Ante el drama de los refugiados y de los desplazados, no se puede olvidar, de ningún modo, el hecho de estar ante personas que no pueden ser elegidas o descartadas por el propio gusto, según lógicas políticas, económicas o incluso religiosas”, dijo. Aunque también advirtió que lo anterior no contrasta con el deber de toda autoridad de gobierno de gestionar la cuestión migratoria “con prudencia”. Esta debe tener en cuenta tanto la necesidad de tener un corazón abierto, como la posibilidad de integrar plenamente a nivel social, económico y político a los que llegan al país. “No se puede pensar que el fenómeno migratorio sea un proceso indiscriminado y sin reglas, pero no se pueden tampoco levantar muros de indiferencia o de miedo. Por su parte, los mismos emigrantes no deben olvidar el compromiso importante de conocer, respetar y también asimilar la cultura y las tradiciones de la nación que los acoge”, afirmó.
Déficit de memoria
“Europa vive una especie de déficit de memoria”, también aseguró el Papa, que llamó a volver a ser “comunidad solidaria”, redescubriendo el valor del propio pasado “para enriquecer el propio presente y entregar a la posteridad un futuro de esperanza”.
Luego de lamentar que en “Europa se tienen pocos hijos” y que muchos jóvenes se encuentran perdidos ante la ausencia de raíces y de perspectivas, destacó el papel fundamental de la educación, así como del trabajo. “Se necesita que haya trabajo y se necesitan también condiciones adecuadas de trabajo”, reclamó, al asegurar que dar oportunidades de empleo y condiciones dignas de trabajo puede ser el mejor antídoto a “los desequilibrios provocados por una globalización sin alma, que —más atenta al beneficio que a las personas— ha creado gran cantidad de pobreza, desempleo, explotación y malestar social”.
Francisco recordó que “la paz exige creatividad” y que la Unión Europea mantendrá fidelidad a su compromiso de paz “en la medida en que no pierda la esperanza y sepa renovarse para responder a las necesidades y a las expectativas de los propios ciudadanos”. Finalmente, llamó a los cristianos “a dar nuevamente alma a Europa, a despertar la conciencia, no para ocupar espacios, sino para animar procesos que generen nuevos dinamismos en la sociedad”.
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